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Terapias dirigidas para estimular las neuronas, la guía ante la paraplejía

El centro NeuroRestore identifica un grupo neuronal que permite la recuperación de la movilidad en 9 pacientes

Dos pacientes parapléjicos recuperan movilidad gracias al estudio del centro NeuroRestore.

11 nov 2022. 15.50H
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Una investigación realizada por el centro de investigación suizo NeuroRestore da un nuevo paso de gigante frente a la paraplejía. La identificación de un grupo de neuronas y el uso de la electroestimulación epidural permite que nueve personas recuperasen la movilidad de sus piernas, hito que, ni mucho menos, es suficiente para los investigadores. Tal y como reconoce a Redacción Médica Claudia Kathe, neurocientífica y autora principal del estudio publicado a la revista Nature, “estos resultados son solo el comienzo. Se espera que una comprensión más profunda de cómo se puede combinar la electroestimulación con otras terapias dirigidas a la neuroprotección o la neuroregeneración mejore aún más la cantidad de recuperación funcional que podemos lograr, incluso para pacientes con parálisis muy severa”.

La estimulación recibida a los nueve pacientes con paraplejía a la médula espinal lumbar permite realizar inmediatamente actividades motoras como el hecho de caminar, andar en bicicleta o incluso nadar. La neuróloga Léonie Asboth ha participado también en la investigación y afirma a este medio que “la neurorrehabilitación intensiva, habilitada por esta estimulación, conduce posteriormente a la neuroplasticidad y la recuperación del control motor. Los participantes recuperan la capacidad de controlar voluntariamente algunos o todos los músculos de las piernas, incluso en ausencia de estimulación”.

Dependiendo del tipo de lesión que haya sufrido la médula espinal, la recuperación del control motor es más o menos pronunciada una vez se encendía la estimulación. Esta realidad “demuestra la importancia de la presencia de conexiones neuronales residuales para la recuperación neurológica”, confirma Robin Demesmaeker, ingeniero y neurólogo que también ha colaborado en la investigación publicada en Nature.

Las conexiones neuronales, ligadas a la recuperación fucional


La identificación del grupo neuronal SCVsx2::Hoxa10 ha sido clave para que los nueve pacientes recuperasen la movilidad. Este hecho confirma, según Asboth, que “las conexiones residuales del cerebro juegan un papel tremendamente importante para lograr la recuperación de los movimientos voluntarios. Se ha demostrado que este conjunto de neuronas integra muchas de las entradas restantes del cerebro y estas conexiones aumentan aún más con nuestra terapia”.

Asboth: "Las conexiones residuales del cerebro juegan un papel importante para recuperar los movimientos voluntarios"


La médula espinal consta de una red de neuronas que interactúan estrechamente entre sí y dependen unas de otras para producir movimientos significativos y una recuperación funcional después de la parálisis. Por lo tanto, Demesmaeker defiende la necesidad de “comprender cómo responden colectivamente a la terapia las múltiples poblaciones de neuronas. En nuestro estudio, por ejemplo, también hemos identificado un subconjunto de neuronas inhibitorias debajo de SCVsx2::Hoxa10 que parecen desempeñar un papel importante”.

Más ensayos, el paso previo para universalizar el tratamiento


El próximo paso inmediato que esperan llevar a cabo los investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana es, en palabras de Kathe, “desarrollar un sistema de neuroestimulación que se adaptará para la restauración de la movilidad de las extremidades inferiores después de una lesión de medula espinal”. Para ello, se planean realizar múltiples ensayos clínicos con este sistema en los próximos años, aumentando también el número de pacientes.

Khate: "El próximo paso es desarrollar un sistema de neuroestimulación que se adaptará para la restauración de la movilidad"


Lograr que esta terapia llegue a ser accesible a los pacientes es el deseo que aspira alcanzar la investigación, aunque aún queda un largo recorrido por delante. Los investigadores calculan que, en un plazo de cinco años, lograrán obtener la autorización de la Food and Drug Administration (FDA) y la Comisión Europea (EC).

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