Pasado mañana, 21 de septiembre, se conmemora el
Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa responsable del 50-70 por ciento de los casos de demencia en todo el mundo y que afecta a unos 50 millones de personas. La Sociedad Española de Neurología (
SEN) estima que sólo España ya hay más de 800.000 personas que padecen esta enfermedad. Por otra parte, la institución defiende la necesidad de adaptar los
sistemas sanitarios para que todos los pacientes puedan beneficiarse de las
últimas innovaciones para abordar enfermedad.
Con una
prevalencia que oscila entre un 5 y un 10 por ciento entre las personas que rondan los 65 años, ésta se duplica cada 5 años hasta alcanzar una prevalencia del 25-50 por ciento en la población mayor de 85 años, ya que la edad es uno de los principales factores de riesgo de esta enfermedad. Por esa razón, y debido al
envejecimiento de la población, su incidencia sigue en aumento: en 2050 se estima que habrá más de 115 millones de personas que padezcan esta enfermedad.
Además, la
demencia es la tercera causa de muerte, tras las enfermedades vasculares y el cáncer y, además, el alzhéimer es una de las enfermedades con un mayor coste social y económico. En todo el mundo ya supone un coste sociosanitario superior a los 800 mil millones de euros y solo en la Unión Europea se estima que este coste aumentará más de 250 mil millones de euros para el año 2030.
Cada año se diagnostican en España unos
40.000 nuevos casos de alzhéimer: en más de un 65 por ciento de los casos en mujeres y en un 90 por ciento, en personas mayores de 65 años. “En todo caso, la enfermedad de Alzheimer no debe ser considerada como una parte normal del envejecimiento. Aunque es verdad que cumplir años puede traer consigo un
ligero declinar de la memoria, cuando hablamos de la enfermedad de Alzheimer, estamos hablando de una enfermedad caracterizada por cambios anormales en el cerebro que causan daño y pérdida progresiva de células cerebrales. Estos cambios, con el tiempo, conducirán a un deterioro cognitivo con una pérdida significativa de la memoria y otras funciones cerebrales, alterando la capacidad funcional y produciendo discapacidad y dependencia”, explica
Raquel Sánchez del Valle, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología.
Desconocimiento y falta de conciencia entre la población
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“Estamos por lo tanto ante una grave enfermedad, que en todo el mundo representa el 12 por ciento de los años vividos con discapacidad debido a una enfermedad y que conlleva numerosos desafíos emocionales, sociales y psicológicos tanto para las personas que lo padecen como para sus familiares. Y, a pesar de ello, aún existe un nivel
significativo de desconocimiento y falta de conciencia en gran parte de la población sobre el alzhéimer, sobre todo, en dos aspectos fundamentales: la prevención y el diagnóstico en fases iniciales”.
Aunque la enfermedad de Alzheimer es la segunda causa de consulta en los servicios de Neurología, se trata de una
enfermedad infradiagnosticada a pesar de que, aunque disponibles de forma desigual en el territorio español, existen métodos aprobados para apoyar biológicamente el diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer. Se estima que en España, más del 50 por ciento de los casos que son leves están aún sin diagnosticar y que, en la Unión Europea, la media global de tiempo entre que se notan los primeros problemas y se hace el diagnóstico puede ser de hasta a 2,1 años. Además, también existen
muchos errores de diagnóstico: entre el 30 y el 50 por ciento de las personas con algún tipo de demencia no son diagnosticadas formalmente y hasta un 30 por ciento de las personas que han sido diagnosticadas en fases iniciales sólo basándose en la evaluación clínica no padecían realmente esta enfermedad, lo que hace imprescindible el uso de técnicas diagnósticas complementarias, especialmente en fases muy iniciales de los síntomas.
“Detectar la enfermedad precozmente permite una mejor planificación de los cuidados y una mejor calidad de vida para los pacientes. Ya que, aunque se trata de una enfermedad para la que no hay cura, los
tratamientos disponibles actualmente para el alzhéimer tienen un impacto positivo en los síntomas de los pacientes. El diagnóstico en fases en las que la persona es todavía competente le permite, por otro lado, tomar sus propias decisiones en la planificación de cuidados”, comenta Raquel Sánchez del Valle. “Por otra parte, todo apunta a que en un futuro cercano podrían estar disponibles los primeros fármacos capaces de frenar parcialmente la progresión del alzhéimer. Y esto obligará no solo a la necesidad de tener que diagnosticar la enfermedad en sus primeras fases, sino a adaptar los sistemas sanitarios para que todos los pacientes que puedan beneficiarse de ellos, los reciban”.
Atajar el alzhéimer desde sus etapas más tempranas
Actualmente, en todo el mundo, se está investigando en más de
100 nuevos compuestos. Además, en los últimos meses, ya se han publicado los resultados de dos anticuerpos que han mostrado resultados positivos a la hora de frenar la progresión de la enfermedad en sus fases iniciales y, en Estados Unidos, se ha aprobado recientemente un nuevo fármaco.
“La comunidad científica cada vez está más centrada en tratar de atajar la enfermedad desde sus
etapas más tempranas. La buena noticia es que después de 20 años sin novedades farmacológicas en este campo, por fin están publicándose resultados positivos. Y aunque probablemente estos no sean los fármacos definitivos, y sólo una minoría de los pacientes actuales puedan beneficiarse de su efecto, sí están abriendo una puerta a nuevas generaciones de fármacos más eficaces, seguros y fáciles de administrar que, esperamos, consigan cambiar el panorama de la enfermedad”, concluye Raquel Sánchez del Valle. “Por esa razón, incidimos en la necesidad de empezar ya a reorganizar y dotar de recursos a la atención sanitaria de la enfermedad de Alzheimer para potenciar el diagnóstico precoz y el acceso a potenciales nuevos tratamientos”.
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