Uno de los dolores de cabeza más intenso, la cefalea en racimos, queda lejos de ser patrimonio exclusivo de los hombres, en quienes no obstante ha prevalecido de forma característica.
Ahora, un estudio internacional de la Fundación del Cerebro y la Asociación Cefalea en Racimos Ayuda (ACRA), en países de Europa e Hispanoamérica y en Canadá, revela que se estrecha la diferencia en la prevalencia por género de la enfermedad. En concreto, a razón de una fémina por cada 2,3 varones.
Según las conclusiones del informe, la patología suele debutar cuando el paciente ronda los 30 años y, en efecto, afecta de forma predominante al sexo masculino.
“No obstante, una de las conclusiones del estudio, que va acorde con lo publicado por otros grupos de trabajo, es que la relación varón-mujer en la cefalea en racimos se va igualando, con respecto a estudios clásicos, con una tasa 2,3 a 1”, ha confirmado Jesús Porta, director de la Fundación del Cerebro.
“Pero también se ha descubierto que casi el 28 por ciento de los pacientes padece la enfermedad de forma crónica, es decir, que la enfermedad se presenta de manera continuada o con remisiones que no superan las dos semanas entre crisis; que más del 35 por ciento de los afectados presenta uno o dos brotes cada año o que en el 41 por ciento el brote dura entre uno y dos meses, siendo los meses de mayo y junio los más frecuentes para el inicio del brote”, ha añadido.
Falta de tratamiento con oxígeno a pesar de su eficacia
A pesar de que la cefalea en racimos es uno de los cuadros más dolorosos, con un diagnóstico clínico establecido y un tratamiento estandarizado, otra de las conclusiones del estudio es los pacientes no son manejados de una manera adecuada.
Llama la atención el poco uso de oxígeno, triptanes subcutáneos o intranasales y la pauta inadecuada del tratamiento preventivo.
Y es que un 39 por ciento de los pacientes que han participado en el estudio no había recibido nunca oxígeno como tratamiento, el cual sin embargo es eficaz o muy eficaz para el 83,2 por ciento de los que lo utilizaban.
El 37 por ciento de los pacientes nunca había recibido esteroides como tratamiento de transición. Y el 53 por ciento de los pacientes no habían recibido verapamilo como preventivo aun siendo el tratamiento recomendado.
“Creemos que precisamente por su inadecuado tratamiento y, en ocasiones, la falta de respuesta a las terapias iniciales, los pacientes con cefalea en racimos valoran la posibilidad de recurrir tratamientos no establecidos y productos sin eficacia demostrada. Por ejemplo la disponibilidad del oxígeno debería ser universal para estos pacientes, dada su eficacia, coste y escasos efectos adversos”,
“Es por eso que el uso de tratamientos no establecidos o sustancias no eficaces es frecuente en pacientes con cefalea en racimos. La mayoría de ellos recurren a recursos alternativos habituales como la homeopatía, la acupuntura o dietas específicas sin resultados satisfactorios. Asimismo es notable el elevado uso de alucinógenos como tratamiento de las crisis”, ha señalado Porta.
Uso de terapias alternativas
Según los datos del estudio, un 29 por ciento de los encuestados había recibido acupuntura, mostrándose eficaz solamente en 11 por ciento de los mismos; el 41 por ciento había seguido dietas específicas, considerándolas muy eficaces en el tres por ciento de los encuestados que las habían seguido y eficaz en un 14 por ciento.
El 5,4 por ciento utiliza con frecuencia drogas alucinógenas como tratamiento, y un 19,8 por ciento las habían utilizado en alguna ocasión. Además, un 27,8 por ciento de los pacientes había tomado productos homeopáticos considerándolos muy eficaces solo el uno por ciento y eficaz menos del siete por ciento.
Ideaciones suicidas ante un dolor “atroz”
“Asimismo, resulta especialmente preocupante la elevada tasa de ideación suicida que presentan estos pacientes”, revela.
“Aunque la cefalea en racimos es un tipo de cefalea de baja prevalencia en la población general, en España calculamos que hay unos 25.000 afectados; es una de las cefaleas más incapacitantes y uno de los dolores más atroces que existen. De hecho, se la considera como uno de los dolores más fuertes que puede sufrir un ser humano”, aclara.
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