La introducción del gen PGC1-alfa en el cerebro de ratones con
enfermedad de Alzhéimer en fases tempranas lograba frenar su progresión, según un estudio publicado en la revista
Proceedings of the National Academy of Science (
PNAS).
La investigación, llevada a cabo por científicos del
Imperial College de Londres y liderada por la española
Magdalena Sastre, muestra el potencial de la terapia génica en esta enfermedad.
El gen PGC1-alfa codifica una proteína que está relacionada con procesos metabólicos, como la regulación del azúcar. Fue introducido en el cerebro de los ratones a través de un lentivirus, vector muy usado en este tipo de terapias.
En cuatro meses, los ratones que habían recibido el gen tenían muy pocas placas amiloides (que se piensa que disparan la muerte de las células cerebrales), en comparación con los no tratados.
También tenían menos células gliales, que pueden liberar sustancias tóxicas y provocar mayores daños a la célula.
Aunque Sastre reconoce que es una
terapia de difícil aplicación en personas (tienen que inyectarse los genes directamente en el cerebro), “en una enfermedad que necesita urgentemente nuevas opciones para pacientes, este trabajo ofrece esperanzas para futuras terapias”.
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