La reducción intensiva de la presión arterial después de la eliminación de un coágulo empeora la recuperación del ictus, según los resultados de un estudio llevado a cabo por investigadores del
Instituto George para la Salud Global, publicado en
The Lancet y presentado en el
Congreso Mundial de Accidentes Cerebrovasculares.
"Nuestro estudio proporciona una fuerte indicación de que esta estrategia de tratamiento cada vez más común ahora debe evitarse en la práctica clínica", han dicho los expertos, para recordar que
alrededor del 85 por ciento de los ictus están causados por la pérdida de flujo sanguíneo a un área del cerebro debido a un bloqueo en un vaso sanguíneo, lo que lleva a una
pérdida de la función neurológica.
En este sentido, la
trombectomía endovascular es un tratamiento no quirúrgico cada vez más utilizado para el accidente cerebrovascular isquémico, en el que
se insertan microcatéteres o tubos delgados visibles con rayos X en el coágulo de sangre para disolverlo.
"Una desventaja potencial de este tratamiento, ahora ampliamente utilizado y efectivo, es que el rápido retorno del suministro de sangre a un área que ha estado privada de oxígeno durante un tiempo
puede causar daño tisular conocido como lesión por reperfusión", han detallado los expertos.
Estudio de casi dos años
Para tratar de abordar la brecha de evidencia, los investigadores reclutaron a
816 adultos con accidente cerebrovascular isquémico agudo que tenían presión arterial elevada después de la extracción de coágulos de 44 centros en China entre
julio de 2020 y marzo de 2022. Tenían una
edad media 67 años y poco más de
un tercio eran mujeres.
De todos ellos,
407 fueron asignados a control de presión arterial sistólica más intensivo y 409 a control de presión arterial sistólica menos intensivo. Los investigadores observaron lo bien que se recuperaron los pacientes en ambos grupos de acuerdo con una medida estándar de discapacidad, que va de 0 a 1 para un buen resultado sin o con síntomas pero sin discapacidad, puntuaciones de 2 a 5 que indican niveles crecientes de discapacidad (y dependencia), y una puntuación de 6 es la muerte.
Los pacientes del grupo tratado con mayor intensidad obtuvieron puntuaciones significativamente peores, en comparación con los asignados a los tratados con menor intensidad, así como un
deterioro más temprano del tejido cerebral y una
discapacidad mayor a los 90 días, si bien no hubo diferencias significativas en las hemorragias cerebrales, la mortalidad o los eventos adversos graves.
Los pacientes a los que se les controló más intensamente la presión arterial también calificaron su calidad de vida como significativamente peor debido a las
limitaciones en sus capacidades físicas como resultado del accidente cerebrovascular.
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