El 25 de septiembre se conmemora el
Día de la Ataxia, un término que engloba a
más de 300 enfermedades neurológicas, generalmente
progresivas y
altamente discapacitantes, caracterizadas por la disminución de la capacidad de coordinar los movimientos, alteración del habla y anomalías en los movimientos oculares relacionadas con un mal funcionamiento del cerebelo. La Sociedad Española de Neurología (
SEN) calcula que en España existen más de
13.000 afectados por algún tipo de ataxia cerebelosa de los cuales un 60 por ciento corresponderían a algún tipo de
ataxia hereditaria.
Aunque
no existen estudios epidemiológicos exhaustivos sobre las ataxias en España, la SEN explica que se considera que la
ataxia más frecuente de debut en la
infancia es la enfermedad de
Friedreich, seguida de la
ataxia-telangiectasia. Ambas son enfermedades hereditarias autosómicas recesivas, lo que significa que el individuo
hereda la mutación de ambos progenitores.
Por el contrario, las ataxias espinocerebelosas son las ataxias más habituales entre las personas que manifiestan la enfermedad en edad adulta y en estos casos la herencia de la mutación de
un solo progenitor es suficiente para desarrollar la enfermedad. Existen
48 entidades diferentes en este grupo.
Si bien se han logrado
grandes avances en el
diagnóstico de las ataxias hereditarias gracias al
desarrollo de la genética y la neuroimagen, hasta la mitad de los pacientes permanecen
sin un diagnóstico genético definitivo. Por otra parte, señalan que se siguen produciendo
fallos o
retrasos en el diagnóstico de las ataxias, principalmente porque el
paciente niega o minimiza sus síntomas, que son achacados a
trastornos emocionales o a
estrés o porque los pacientes son remitidos a otros especialistas.
Adicionalmente algunas ataxias asocian síntomas y signos que indican la participación de otras muchas estructuras del sistema nervioso central o periférico lo que hace que la expresión clínica sea compleja y dificulta el proceso diagnóstico.
La importancia de identificar a los pacientes pronto
“En todo caso, es fundamental identificar de forma temprana a todos los pacientes. En algunos casos, aunque los menos, porque las causas de su enfermedad son
potencialmente tratables y, en otros, porque existen
tratamientos dirigidos a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Además, se hace imprescindible el registro estatal de estos pacientes para conocer definitivamente la prevalencia, dar
visibilidad a la enfermedad, planificar adecuadamente su asistencia, adjudicar los recursos necesarios y desarrollar estudios de investigación con el suficiente número de pacientes. Una pequeña aproximación a esta realidad se ha realizado desde la SEN con el proyecto del 'MAPA' y cuyos resultados definitivos se presentarán en la Reunión Anual de la SEN de este año” señala
Carmen Serrano Munuera, coordinadora de la Comisión de Estudio de Ataxias de la Sociedad Española de Neurología.
Asimismo, y
exceptuando a las
poco numerosas ataxias tratables, en los últimos años tampoco se han producido
cambios decisivos en el área del
tratamiento. Sin embargo es relevante señalar que algunos síntomas de estas enfermedades como pueden ser el temblor, la rigidez, la espasticidad, o la debilidad muscular, pueden verse
beneficiados de
tratamiento farmacológico y/o quirúrgico, así como con
Fisioterapia, órtesis, ayudas externas a la deambulación, terapia ocupacional, adecuaciones dietéticas y Logopedia.
Manifestaciones adicionales
Por otra parte, aunque el principal síntoma de estas enfermedades es la alteración de la coordinación de movimientos, algunas de sus manifestaciones adicionales como la
epilepsia, los
problemas cognitivos, la
polineuropatía, las
cardiopatías, las
alteraciones endocrinas o las
malformaciones esqueléticas precisarán abordajes multidisciplinares y tratamientos específicos dirigidos a las mismas.
Las ataxias conllevan una gran carga social y sanitaria. Se estima que, en España, solo los costes de los pacientes con ataxia espinocerebelosa alcanzarían más de 167 millones de euros, de los cuales únicamente unos 21 corresponderían a
costes sanitarios directos.
“Es necesario encontrar tratamientos que puedan frenar la progresión de estas enfermedades, desde las diferentes terapias génicas, algunas de ellas con intenciones curativas, a posibilidades menos ambiciosas de fármacos que disminuyan la progresión de la enfermedad atendiendo a los mecanismos patogénicos de las mismas”, destaca
Carmen Serrano.
“Asimismo se hac
e imprescindible una investigación traslacional, así como i
ncrementar los recursos asistenciales, aumentando el número de unidades de referencia y dotándolas adecuadamente con el fin de asegurar una
atención multidisciplinar y equitativa para todos nuestros pacientes independiente de la comunidad en la que residan”, concluye.
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