Las
enfermedades neurológicas siempre se han considerado muy complejas debido a que involucran un órgano tan delicado y desconocido como es el
cerebro, y una de las menos estudiadas hasta ahora es la
fibromialgia juvenil. Un trabajo liderado por la investigadora del grupo
Pain and Emotion Neuroscience Laboratory y profesora del Instituto de
Neurociencias (UBNeuro) de la Universidad de Barcelona (UB),
Marina López-Solà; y la investigadora posdoctoral de la UB,
Maria Suñol, ha permitido abrir un nuevo camino investigando los
cambios cerebrales ligados a la fibromialgia juvenil.
López Solà ha afirmado en
Redacción Médica que el estudio publicado en la revista
Arthritis and Rheumatology está ligado a una investigación iniciada en
Estados Unidos: “La fibromialgia juvenil ya se estaba trabajando en
Estados Unidos, concretamente en el
Hospital Infantil de Cincinnati (Cincinnati Children’s Hospital). A partir de este estudio clínico, iniciado por los profesores
Susmita Kashikar-Zuck, en colaboración con ella y con el
Dr. Coghill decidí estudiar el componente patofisiológico de la enfermedad. Gracias a un
mecanismo de financiación empezamos a recopilar datos de neuroimagen en estas pacientes y ahora trabajamos conjuntamente entre
Barcelona y
Cincinnati Children’s Hospital”.
Una de las
características de esta enfermedad es que afecta especialmente a
chicas, hecho que Marina López-Solà quiere conocer el porqué: “De todas las personas reclutadas en Cincinnati,
más del 85% son mujeres. No conocemos aún la razón sobre de este hecho, aunque tenemos
hipótesis relacionadas con la
composición corporal, que puede ser diferente entre hombres y mujeres en promedio. El hecho de tener
menos tejido muscular y óseo podría afectar al procesamiento sensorial de señal en el cerebro, causando un
efecto no protector para las mujeres. Existe un
factor de riesgo por el hecho de ser mujer”.
"Existe un factor de riesgo por ser mujer"
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En el estudio se ha constatado que algunas
alteraciones cerebrales relacionadas con fibromialgia juvenil coinciden con las identificadas en
mujeres adultas con fibromialgia: “Se considera que la
circuitería sensorial de las pacientes adultas no está bien integrada en el cerebro, tanto la
somatosensorial como la
auditiva y la
visual. Estamos viendo que en los adolescentes ocurre también esta tendencia”, explica López. Por otra parte, Maria Suñol afirma que en el estudio “hemos encontrado una reducción en la
conectividad de regiones sensoriales y
somato motoras, específicamente. Observado todo el cerebro, lo que aparece más prominente es una alteración de señal sensorial en las
redes somatosensoriales y motoras”.
Las consecuencias de la reducción y aumento de la materia gris
A la hora de calcular el volumen de sustancia gris se ha utilizado, tal y como afirma Suñol, un procedimiento conocido como “
voxel-based morphometry, que nos ha permitido conocer el volumen de sustancia gris que hay en cada uno de los
voxels del cerebro, como si fuera un
píxel en tres dimensiones. Analizamos todo el cerebro, lo dividimos en estos pixeles volumétricos y miramos el volumen de sustancia gris. A partir de estos datos, buscamos las
diferencias entre el
grupo de pacientes y el de
control”.
En relación con el papel que ha representado el volumen de
materia gris en el estudio, Suñol relata que “hemos encontrado un aumento en
regiones frontales centrales. Estas partes están implicadas en el proceso de
emociones y de
lenguaje, sobre todo de la
autopercepción de las
narrativas. Todo ello está ligado con la
discapacidad funcional, en la dificultad que ellos tienen en desarrollar sus
actividades diarias como hacer los deberes, deporte… Esta información nos ofrece una
potencial diana terapéutica, pero los resultados aún se tendrían que replicar en otras muestras”.
"Tenemos una potencial diana terapéutica, pero los resultados se tendrían que replicar en otras muestras"
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Las principales conclusiones que ha publicado el estudio han sido explicadas al detalle por la investigadora López-Solà, afirmando que “hemos puesto énfasis en
dos descubrimientos relevantes. La primera de ellas es la
reducción volumétrica de una parte de la
corteza singular anterior, la más relacionada en el procesamiento de dolor. Esta región está en todo el grupo de pacientes analizados
reducida, atrofiada”.
Por otra parte, la segunda conclusión a la que han llegado las investigadoras es el
aumento proporcional del volumen en regiones que se dedican a procesar
emoción,
regulaciones emocionales,
narrativa... “Este estudio ofrece un
indicador de que hay dos cosas a tratar. Por una parte, tenemos el procesamiento específico de la
señal dolorosa y todo lo que sería la parte psicológica que acompaña a esta alteración, y ahora trabajamos para que las
emociones queden protegidas”, afirma Solà.
Aumentar las muestras para identificar subtipos de pacientes
A partir de aquí, el siguiente paso que valoran realizar las investigadoras es conseguir más muestras para ampliar los resultados. “Queremos analizar más
etnias, nuevas
culturas, para ver si las alteraciones encontradas se aplican en
poblaciones diferentes. Lo que se ha analizado hasta ahora son las alteraciones a nivel estructural, pero tenemos muchos datos sobre la función del cerebro, por lo que queremos conocer a fondo las
alteraciones más funcionales. Buscamos saber cómo se relacionan, sacar patrones con sentido y plantearnos potenciar el desarrollo de biomarcadores. Cuando tengamos suficiente tamaño muestral, intentaremos la identificación de
subtipos de pacientes distintos”, sentencia Suñol.
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