Las
enfermeras se encuentran igual de capacitadas que los médicos para evaluar la
enfermedad de Parkinson, según concluye un estudio original del
Complejo Hospitalario de Ferrol que ha merecido el premio a la mejor comunicación del congreso anual de la Sociedad Española de Enfermería Neurológica.
Redacción Médica ha conversado con los autores del trabajo: el neurólogo
Diego Santos y la enfermera
Teresa de Deus, ambos del hospital gallego.
La investigación parte de una cohorte de 50 pacientes que cumplen los criterios de la patología para ser incluidos
en el Proyecto Coppadis, del que ha informado este periódico y que busca revisar la evolución de la enfermedad en el tiempo para hallar nuevos marcadores pronósticos, entre otros fines preestablecidos.
Pero el estudio de Santos y De Deus se concentra en un solo aspecto de los pacientes: comparar la exploración general y motora que lleva a cabo el neurólogo con la que hace, igualmente, una enfermera en una unidad hospitalaria dada.
Los resultados “ponen en valor” el papel de esta última porque revelan que sus evaluaciones nada tienen que envidiar a la de los facultativos especialistas en cuanto a su validez clínica, de acuerdo con el propio Santos.
Dos grados de una escala de medida internacional
“La
exploración motora de los pacientes con enfermedad de Parkinson, que en cierto modo es compleja, es realizada por la enfermera especialista de forma fiable y con resultados superponibles a la del neurólogo experto”, reza la primera conclusión del trabajo, que especifica, además, los
tres ejes de medición llevados a cabo por el sanitario, médico o enfermera, a cada uno de los pacientes.
Se trata, en concreto, de delimitar el estadio en que se halla la enfermedad; cuantificar el grado de afectación motora del enfermo por medio de la
escala Updrs-III (de inglés, Unified Parkinson's Disease Rating Scale)
; y, en tercer lugar, evaluar las complicaciones motoras de que adolece el paciente con la escala Updrs-IV.
Además, el tiempo empleado, en general, para hacer la evaluación “es similar al del neurólogo: unos dos minutos para la Updrs-IV y otros cinco para la Updrs-III”, ha precisado De Deus, quien pone el acento en la necesidad de que el especialista sea capaz de confiar en su enfermera para hacer esta labor, sin duda útil para el médico, ya que dispone de poco tiempo para una demanda asistencial elevada.
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