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Asombro y
desorientación". Estas sensaciones son las que representan, según
David Ezpeleta, secretario de la Sociedad Española de Neurología (
SEN), a muchas personas del
ámbito neurocientífico tras conocer que
Neuralink ya tiene luz verde para insertar sus implantes cerebrales en humanos. La empresa de
Elon Musk recibió recientemente la aprobación por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (
FDA, por sus siglas en inglés) para iniciar un ensayo clínico que aspira a curar una gran cantidad de
enfermedades neurodegenerativas. “Se desconoce qué se pretende exactamente con el implante. Cada patología tiene una biología distinta, para que el chip sea aprobado para una
indicación concreta pueden pasar mínimo
10 años”, afirma en
Redacción Médica Ezpeleta, que denuncia las falsas expectativas que se están llegando a generar entre muchos pacientes con este anuncio.
Las presentaciones realizadas por Musk en relación al implante de Neuralink han generado una
gran ilusión entre los pacientes que sufren distintas enfermedades neurodegenerativas, y el neurólogo considera que “esta situación sucede cuando el ámbito del espectáculo empresarial entra en la medicina. Hay muchas dudas por resolver antes de abordar cualquier enfermedad, empezando por
comprobar que el chip craneal es seguro, que no se infecta, que no se mueve, que no hay sangrado, que no produce crisis epilépticas, etc.”.
Hasta la fecha, Musk ha afirmado que el implante aspira a curar enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica (
ELA),
parálisis y los
trastornos del lenguaje. “No se pueden meter todas estas patologías en un mismo saco, se debe ir una por una. En los sujetos se comprobará si el entrenamiento del dispositivo con datos del propio paciente es posible, habrá que comprobar que este
sistema de interfaz cerebro computador funciona y el efecto puede ser muy dispar”, afirma el especialista de la SEN.
"No se pueden meter todas estas patologías en un mismo saco con el implante"
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Antes de iniciar cualquier tipo de ensayo clínico, Ezpeleta considera que se deberán hacer pruebas concretas para abordar las diferentes patologías que pueda sufrir el paciente: “El entramado formado por el dispositivo, la batería, el interfaz y el ordenador que lo integra debe focalizarse en el
control de una prótesis robótica,
piernas robóticas, un
sistema de síntesis de voz,
etc. Cada ensayo debe estar centrado para una indicación específica”.
La enorme tardanza para que el chip sea aprobado
Por otra parte, el especialista recuerda que el dispositivo que se pretende introducir en el cerebro no se debe contemplar como una
simple herramienta: “No se trata de ponerse una diadema a la cabeza, es un
chip craneal, debe atenderse a
todas las normas de investigación humanas tanto legales como éticas”. Debido a esta situación, el neurólogo cree que “para que el implante sea aprobado para una indicación concreta en humanos pasarán mínimo
10 años. En ese tiempo, la neuro tecnología habrá evolucionado y seguramente se habrá llegado a la computación cuántica”.
"Se desconoce si el sujeto tendrá privacidad mental o si el sistema podrá leer sus pensamientos"
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La Inteligencia Artificial no espera, avanza prácticamente a diario y Ezpeleta se pregunta “hasta qué punto este recorrido contempla los
neuro derechos, como es el caso de este implante”. El especialista recuerda que “el simple hecho de implantar un electrodo en las profundidades del cerebro puede cambiar la personalidad de la persona”. Así pues, la puesta en común a nivel global de los neuro derechos, representados por el neurólogo como “los nuevos derechos humanos, debe impulsarse cuanto antes. Se desconoce si el sujeto tendrá
privacidad mental o si el sistema podrá
leer sus pensamientos, o si los neuro datos del paciente serán privados o pasarán a formar parte de la empresa”.
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