En más de una ocasión se han llegado a encontrar
conexiones entre patologías
cardiovasculares y
neurodegenerativas, y una investigación ha logrado revelar la existencia de
cuatro potenciales biomarcadores comunes que podrían tener un papel relevante en la
enfermedad cardiovascular y la
enfermedad de Alzheimer.
La investigación, publicada en la revista científica
Biomedicines, ha sido publicado por
Andújar-Vera, investigador del grupo liderado por
Manuel Muñoz Torres, del área de Fragilidad y Envejecimiento Saludable del
Ciber (Ciberfes) y ha sido desarrollada en el
Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y el
Hospital Universitario Clínico San Cecilio.
El equipo se ha marcado como objetivo identificar
nuevos factores implicados en el eje de los dos tipos de patologías para profundizar en las vías moleculares comunes en el desarrollo de ambas enfermedades, destacando biomarcadores comunes la
Apolipoproteína E, la
Clusterina, la
Haptoglobina y la
Alpha-2-Macroglobulina.
El
envejecimiento es una de las principales
causas implicadas en el desarrollo de distintas
enfermedades, entre las que
se encuentran la enfermedad cardiovascular y el alzhéimer, que incluye la
enfermedad
coronaria, la enfermedad
cerebrovascular y la enfermedad
arterial periférica.
Los factores de riesgo cardiovasculares, ligados a trastornos cognitivos
Por otra parte, ambas enfermedades tienen una
elevada incidencia en la población. La enfermedad cardiovascular es la
principal causa de muerte, ocasionando cada año, más de 17,5 millones de muertes a nivel mundial. Por su parte, el
alzhéimer se encuentra entre las
50 principales causas de mortalidad en el periodo comprendido entre 1990 y 2013, y representa aproximadamente el 50-75 por ciento de todos los casos de demencia. Actualmente, hay unos 34 millones de personas con alzhéimer en todo el mundo y se espera que la prevalencia
se triplique en los próximos 40 años debido a los cambios demográficos y a la mayor esperanza de vida, lo que se traduce en que 1 de cada 85 personas en todo el mundo estará afectada por esta enfermedad en 2050.
Así pues, la evidencia científica afirma que, aunque el envejecimiento es el
factor de riesgo más importante para el desarrollo de estas enfermedades, los factores de riesgo relacionados con el sistema cardiovascular tienen un papel clave en los trastornos cognitivos. En esta línea, se ha observado que la
obesidad, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, se asocia con la
demencia. De igual modo, un mayor índice de masa corporal en la edad media aumenta proporcionalmente el
riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Por otra parte, las
alteraciones cerebrales en los pacientes con alzhéimer suelen ir acompañadas de
alteraciones vasculares, de forma que en más del 90 por ciento de los casos de pacientes se observa un deterioro en los
vasos sanguíneos, desarrollando generalmente, complicaciones cardiovasculares, especialmente relacionadas con disfunción diastólica del corazón.
Posibilidad de diseñar nuevas terapias gracias a los biomarcadores
Según explica la investigadora del Ciberfes
Beatriz García Fontana, “aunque hacen falta más estudios para profundizar en la función de estos potenciales biomarcadores, la evidencia experimental indica que podrían tener un papel relevante en el desarrollo de estos trastornos, por lo que su validación abre la puerta al diseño de herramientas diagnósticas y terapéuticas que mejoren la calidad de vida de los pacientes”.
En este sentido, García Fontana indica que, considerando la elevada proporción de pacientes afectados por enfermedad cardiovascular, sería de gran interés identificar a aquellos con mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo para establecer
medidas preventivas y
terapéuticas tempranas, y
retrasar la aparición de trastornos neurológicos. Por otro lado, resulta de especial interés el estudio del riesgo cardiovascular en la población afectada por Alzheimer con el objetivo de prevenir daños irreversibles.
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