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Hallan cuatro biomarcadores comunes en alzhéimer y patología cardiovascular

Las nuevas vías moleculares podrían abrir la puerta al diseño de herramientas diagnósticas y terapéuticas

Descubiertos nuevos biomarcadores en la enfermedad cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer.

10 may 2022. 15.10H
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En más de una ocasión se han llegado a encontrar conexiones entre patologías cardiovasculares y neurodegenerativas, y una investigación ha logrado revelar la existencia de cuatro potenciales biomarcadores comunes que podrían tener un papel relevante en la enfermedad cardiovascular y la enfermedad de Alzheimer.

La investigación, publicada en la revista científica Biomedicines, ha sido publicado por Andújar-Vera, investigador del grupo liderado por Manuel Muñoz Torres, del área de Fragilidad y Envejecimiento Saludable del Ciber (Ciberfes) y ha sido desarrollada en el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y el Hospital Universitario Clínico San Cecilio.

El equipo se ha marcado como objetivo identificar nuevos factores implicados en el eje de los dos tipos de patologías para profundizar en las vías moleculares comunes en el desarrollo de ambas enfermedades, destacando biomarcadores comunes la Apolipoproteína E, la Clusterina, la Haptoglobina y la Alpha-2-Macroglobulina.

El envejecimiento es una de las principales causas implicadas en el desarrollo de distintas enfermedades, entre las que se encuentran la enfermedad cardiovascular y el alzhéimer, que incluye la enfermedad coronaria, la enfermedad cerebrovascular y la enfermedad arterial periférica.

Los factores de riesgo cardiovasculares, ligados a trastornos cognitivos


Por otra parte, ambas enfermedades tienen una elevada incidencia en la población. La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte, ocasionando cada año, más de 17,5 millones de muertes a nivel mundial. Por su parte, el alzhéimer se encuentra entre las 50 principales causas de mortalidad en el periodo comprendido entre 1990 y 2013, y representa aproximadamente el 50-75 por ciento de todos los casos de demencia. Actualmente, hay unos 34 millones de personas con alzhéimer en todo el mundo y se espera que la prevalencia se triplique en los próximos 40 años debido a los cambios demográficos y a la mayor esperanza de vida, lo que se traduce en que 1 de cada 85 personas en todo el mundo estará afectada por esta enfermedad en 2050.

Así pues, la evidencia científica afirma que, aunque el envejecimiento es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de estas enfermedades, los factores de riesgo relacionados con el sistema cardiovascular tienen un papel clave en los trastornos cognitivos. En esta línea, se ha observado que la obesidad, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, se asocia con la demencia. De igual modo, un mayor índice de masa corporal en la edad media aumenta proporcionalmente el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Por otra parte, las alteraciones cerebrales en los pacientes con alzhéimer suelen ir acompañadas de alteraciones vasculares, de forma que en más del 90 por ciento de los casos de pacientes se observa un deterioro en los vasos sanguíneos, desarrollando generalmente, complicaciones cardiovasculares, especialmente relacionadas con disfunción diastólica del corazón.

Posibilidad de diseñar nuevas terapias gracias a los biomarcadores


Según explica la investigadora del Ciberfes Beatriz García Fontana, “aunque hacen falta más estudios para profundizar en la función de estos potenciales biomarcadores, la evidencia experimental indica que podrían tener un papel relevante en el desarrollo de estos trastornos, por lo que su validación abre la puerta al diseño de herramientas diagnósticas y terapéuticas que mejoren la calidad de vida de los pacientes”.

En este sentido, García Fontana indica que, considerando la elevada proporción de pacientes afectados por enfermedad cardiovascular, sería de gran interés identificar a aquellos con mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo para establecer medidas preventivas y terapéuticas tempranas, y retrasar la aparición de trastornos neurológicos. Por otro lado, resulta de especial interés el estudio del riesgo cardiovascular en la población afectada por Alzheimer con el objetivo de prevenir daños irreversibles.

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