La vinculación entre el
alzhéimer y el componente
etanercept, un inhibidor de TNF-α que contiene el
fármaco para la artritis de Pfizer, es una línea que lleva en estudio más de diez años. Sin embargo, los laboratorios no han avanzado mucho en su investigación, tal y como lamenta la Sociedad Española de Neurología (
SEN).
Pascual Sánchez, vocal del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la sociedad científica, explica a
Redacción Médica que los primeros estudios piloto se remontan a los años 2006 y 2008, donde hay algún caso aislado en el que se señala que los pacientes que están tomando la medicación de Pfizer para la artritis mejoran cognitivamente. "De hecho, hay algún
mini estudio con una docena de individuos donde se intenta ver la efectividad de este fármaco", explica.
Ensayo en 2015
Ya en el 2015 se realizó
un ensayo clínico cuyo objetivo era determinar si el
etanercept era
bien tolerado por los pacientes con esta enfermedad neurodegenativa. También se quería obtener datos preliminares sobre su
seguridad, pero no de su
eficacia.
"En participantes con demencia por alzhéimer se ve que los niveles séricos moderados de TNF-α se asocian con una mayor tasa de deterioro cognitivo"
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"La inflamación sistémica aguda y crónica se caracteriza por la producción de
citoquinas proinflamatorias que incluyen el factor de
necrosis tumoral α (TNF-α) de las células inmunitarias. El TNF-α desempeña un papel en la c
omunicación sistémica inmunológica al
cerebro activando la respuesta inmunitaria central", explican los investigadores en el estudio publicado por
Neurology. "En los participantes con demencia por alzhéimer -prosiguen- hemos demostrado que los niveles séricos moderados de TNF-α se asocian con una
mayor tasa de deterioro cognitivo y una
exageración de los síntomas neuropsiquiátricos".
Los investigadores señalan que los datos publicados revisados sobre el uso del etanercept en la demencia de la enfermedad de Alzheimer se limitaban, hasta entonces, a
pequeños estudios que pretendían administrar este anti-TNF a través de una inyección periespinal. Ellos plantearon una
hipótesis diferente: que la administración periférica de un inhibidor de TNF-α con alta afinidad y especificidad podría, si se tolera bien y es segura, tener una
eficacia cognitiva y conductual beneficiosa a largo plazo en una población con demencia por alzhéimer mediante la inhibición de la señalización periférica en el cerebro.
Bien tolerado
"La administración periférica de inhibidores de TNF-α está autorizada para una amplia gama de afecciones reumatológicas y de la piel en personas de edad avanzada, pero
no existen ensayos aleatorizados controlados con placebo (RPCT, por sus siglas en inglés) de estos fármacos para la demencia de la enfermedad de Alzheimer que proporcionen datos comparativos sobre tolerabilidad, seguridad o sus efectos (beneficiosos o no) en las medidas de resultado clínico.
El estudio demostró que el etanercept subcutáneo (50 mg / semana) era bien tolerado en un pequeño grupo de estos pacientes (41). Pero los investigadores señalaban que se debía "probar uno
más heterogéneo y más grande antes de recomendar su uso para grupos más amplios de pacientes".
Recordaban, además, que
no se debía "considerar que el estudio actual apoya el uso de etanercept subcutáneo sin licencia para el
tratamiento de la demencia por enfermedad de Alzheimer". Uno de sus autores es una de las voces que hablan en el reportaje del
Washington Post. "Yo creo que con la idea de enganchar a las farmacéuticas para que se animen a hacer algún ensayo clínico", apunta el vocal del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN.
Potencial beneficio
Este medio estadounidense
también explica en su exclusiva que el papel de la inflamación cerebral en la enfermedad de Alzheimer ha estado atrayendo la atención de los académicos después del fracaso de
múltiples fármacos experimentales que apuntaban a la acumulación de placas en el tejido cerebral.
"La gente que tiene inflmación crónica presenta mayor riesgo de desarrollar alzhéimer"
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Así, recuerdan que en 2016 investigadores de las universidades de Dartmouth y Harvard publicaron un
estudio de datos de reclamaciones de seguros, similar a los
hallazgos internos de Pfizer (por los que rechazaron seguir investigando el posible nuevo uso desu medicamento) que mostraron un
beneficio potencial de Enbrel.
Enbrel "se muestra prometedor como un
tratamiento potencial" para el alzhéimer, señalaba. "En el este estudio se dice que el alzhéimer es significativamente más prevalente en los pacientes con artritis reumanoide, hecho que ya se conocía: la gente que tiene inflamación crónica presenta mayor riesgo de desarrollar alzhéimer. También que quienes estaban tomando el fármaco de Pfizer tenían un riesgo disminuido", explica el vocal de la SEN, quien señala que donde sía hay evidencia es en
investigación básica.
Piden cautela
Sin embargo, Pascual Sánchez incide en que "con esto hay que ser muy
cautos". "El ejemplo está en los
antiinflamatorios no estiroideos. Hay estudios epidemiológicos que señalan que los pacientes que toman ibuprofeno de forma crónica tienen menos riesgo de desarrollar alzhéimer. Pero se han hecho estudios clínicos y no funciona", prosigue.
Y continúa: "Desde luego es una información [la publicada por el
Washington Post] interesante,y desde luego es una línea que, teniendo en cuenta que otras no han funcionado, como la amiloide, estamos muy interesados en ella. Hay evidencias genéticas fuertes y se están desarrollando dianas basadas en modulación de la inflamación".
"Necesitamos urgentemente que los
laboratorios farmacéuticos apuesten por la enfermedad del alzhéimer. Desgraciadamente Pfizer estratégicamente ha abandonado la línea de Neurología, y probablemente haya sido una de las causas por las que no apostó por ello", señala Sánchez.
El experto asegura que la enfermedad de Alzheimer es
muy compleja y "desde el punto de vista farmacéutico
no se ha avanzado mucho. Las farmacéuticas que han apostado por ello de momento no han logrado beneficios porque
no se han sacado nuevos fármacos, pero cada vez conocemos más y hacemos mejor los ensayos clínicos. Creo que hay más opciones de que encontremos algo que funcione. Y cuanto más se invierta, y más gente piense en esto, más probailidad tenemos de alcanzarlo", asegura.
"Necesitamos hacer
más ensayos y probablemente necesitemos aproximaciones más complejas a esta enfermedad. Nos estamos dando cuenta de que necesitaremos v
arios tratamientos o distintos enfoques simultáneos para tratar la enfermedad. Hay muchos factores que están implicados, como la
amiloide, la
proteína TAU, la
inflamación o incluso el
p43. Probablemente si nos centramos solo en un factor no vamos a tener éxito. Hay que tener una visión más global del problema y también de las soluciones", concluye Pascual Sánchez.
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