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El riesgo de tener depresión es ocho veces mayor tras sufrir un ictus

Según un informe de SEN, los supervivientes duplican las probabilidades de morir por suicidio que el resto de ciudadanos

La depresión influye en la evolución de las enfermedades neurológicas, como el ictus.

16 nov 2022. 14.10H
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Cada vez existe una mayor concienciación sobre la importancia de la salud mental, y los efectos generados por la depresión en pacientes neurológicos es uno de los focos que la Sociedad Española de Neurología (SEN) expone en un nuevo informe. La prevalencia de la depresión en alguna de las principales enfermedades neurológicas es variable, pero su tasa en personas que han sobrevivido a un ictus es casi 8 veces mayor a la de la población general.

En el informe realizado por SEN, titulado Depresión y Neurología, se afirma una prevalencia vital de depresión de alrededor del 12 por ciento en hombres y del 25 por ciento en mujeres. En cambio, en pacientes con enfermedades neurológicas estas cifras son notablemente mayores, situándose, en general, entre el 30 y el 50 por ciento.

110.000 personas al año llegan a sufrir un ictus, y de los que sobreviven entre un 30 y un 50 por ciento sufre depresión. Por otra parte, el 25 por ciento de pacientes que ha sobrevivido a un ictus fue diagnosticado de depresión en los 2 años siguientes a sufrirlo, y se estima que casi el 55 por ciento de las personas que lo han tenido a lo largo de su vida desarrollará depresión en algún momento.

Además, la depresión post ictus se presenta en uno de cada tres pacientes y, en más del 50 por ciento de los casos, no se diagnostica ni se trata. El estudio publicado por la SEN afirma que este tipo de depresión es la complicación neuropsiquiátrica más frecuente tras un ictus.

Los supervivientes a un ictus y la ideación suicida


Tal y como confirma la SEN, la depresión influye en la evolución de las enfermedades neurológicas y en la respuesta de los pacientes neurológicos a los tratamientos. En el caso del ictus, la depresión se relaciona con una peor recuperación y un mayor riesgo de muerte. Además, se trata de un factor de mal pronóstico en la recuperación tras un ictus. Su aparición se asocia a una peor recuperación funcional y cognitiva, a un mayor deterioro en las actividades de la vida diaria, en la vida social e interpersonal, a peor calidad de vida y mayor mortalidad, siendo hasta diez veces mayor que los sujetos que no la presentan.

La ideación y conductas suicidas en pacientes con enfermedades neurológicas es otro aspecto que el informe llega a detallar. Los pacientes con discapacidad presentan un riesgo de tentativa de suicidio cuatro veces superior a aquellos con una buena calidad de vida. En relación con el ictus, los supervivientes tienen casi el doble de probabilidades de morir por suicidio que la población general, con un riesgo mayor en los primeros 2 años después del ictus.

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