Óscar Marín trabaja desde hace casi diez años en el prestigioso
King’s College de Londres, donde es profesor e investigador y dirige el 'MRC Centre for Neurodevelopmental Disorders'. Además, desde el pasado mes de julio forma parte de la
Royal Society del Reino Unido, una de las sociedades científicas más antiguas y prestigiosas del mundo.
Marín lleva gran parte de su
carrera profesional como neurocientífico dedicándose a
estudiar los mecanismos que intervienen en el desarrollo del cerebro y los factores que provocan que ese desarrollo se altere, causando
trastornos neurológicos y psiquiátricos. “Nosotros trabajamos para entender cómo los genes contribuyen al desarrollo del cerebro y lo que ocurre cuando existe una alteración en esos genes”, explica Marín a
Redacción Médica sobre el campo en el que investiga su equipo, afirmando que está en pleno apogeo. "Hace quince años no sabíamos ni conocíamos nada sobre las bases genéticas de estas enfermedades", admite, confesando que
"ahora conocemos cientos de los genes que están implicados".
De hecho, tal y como explica el propio Marín, dos de las grandes líneas de trabajo en las que están centrados ahora se encuentran implicadas en ellos:
los genes. "Trabajamos para, a raíz de programas moleculares, entender la diversificación de neuronas", apunta el neurocientífico, asegurando que el otro campo de trabajo es "conocer cómo se conectan y cómo se establecen los patrones de conectividad".
¿Cuánto se ha avanzado en el estudio del autismo?
Según explica Marín,
"hay un gen que es capaz de controlar la muerte celular, y ahora sabemos que, si lo eliminamos, el número de neuronas es demasiado grande". Gracias a este dato, en la actualidad podemos entender algo mejor el
autismo, ya que en "esa patología vemos demasiadas neuronas que no han sido capaces de conectar exitosamente, pero que permanecen en el cerebro de esos niños, porque no se han compensado con otras".
"Al igual que existen distintos tipos
de cáncer, también se descubrirán
muchos autismos o psicosis diferentes"
|
O la
epilepsia, que el neurólogo define como una "excitación descontrolada". "Muchos de los trastornos que conocemos se deben a alteraciones en el balance entre células excitadoras e inhibidoras”, advierte, añadiendo que detrás de ese desequilibrio hay alteraciones genéticas. "En algunos casos de epilepsia conocemos exactamente qué mutaciones la causan, y teniendo este dato, podemos diseñar fármacos de forma mucho más precisa", señala. No obstante, en el caso del autismo, todavía falta otro paso fundamental para alcanzar los avances de la epilepsia.
"En el autismo necesitamos aún saber qué es lo que codifican esos genes y qué hacen en el desarrollo del cerebro, para poder intentar corregirlo", subraya.
Un paso con el que Marín estaría cada vez más cerca de conseguir su objetivo soñado.
"Al igual que existen muchos tipos de cáncer, en el futuro, también se descubrirán muchos tipos de autismo o psicosis, es evidente que no voy a encontrar una cura para cada uno, pero me gustaría llegar a comprender cómo se producen algunos de ellos", afirma el neurólogo, ya que, "si llegamos a conocer alguno en profundidad podremos explorar una terapia idónea". "Mi mayor meta es ser capaz de trasladar todo nuestro conocimiento al desarrollo del cerebro", concluye.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.