Un grupo de investigadores ha publicado hoy un estudio en la revista '
Nature Biotechnology' que podría marcar un antes y un después por lo que respecta a las
variantes genéticas. El estudio relata el hallazgo de un
nuevo punto de referencia que lograría mejorar la detección de
variantes genéticas relacionadas con la
atrofia muscular espinal y otras patologías.
Los investigadores que han dirigido el estudio son el neurocientífico
Grégoire Courtine, de la
Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), y la neurocirujana
Jocelyne Bloch, del hospital universitario de Lausana. En una operación que llegó a durar un total de
4 horas, los especialistas implantaron
16 electrodos en diferentes puntos de la
médula espinal a
tres pacientes que habían perdido por completo la
capacidad de movimiento en sus extremidades inferiores.
Estos electrodos llegan a generar
pulsos eléctricos de forma sincronizada con la funcion de imitar las señales que
circulan por la médula espinal, parte del sistema nervioso que vincula el cerebro con el resto de los miembros. Al mismo tiempo, los electrodos estaban ligados a un ordenador con un sistema de inteligencia artificial que era capaz de
reproducir los esfuerzos que se necesitan para realizar tres actividades en particular:
caminar,
montar en bicicleta o
remar en piragua.
Los electrodos emiten señales que circulan por la médula espinal
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Todos los participantes en el estudio lograron realizar con éxito estos tres movimientos, por lo que el descubrimiento ha sido todo un hito. “Diseñar por primera vez una tecnología específica para este nuevo uso nos permite
sincronizar mejor la estimulación con el momento del movimiento imitando las
señales reales que envía el
cerebro al andar, por ejemplo”, afirma Grégoire Courtine.
El éxito del experimento, fruto de muchos años de trabajo
El equipo de Courtine llevaba tiempo buscando la
fórmula para que personas parapléjicas recuperasen la
movilidad. En el año 2014 se inició un
experiento con ratones a los que se le había separado la
médula y dos años más tarde se decidió vovler a realizar el experimento con
monos. No fue hasta el pasado otoño de 2018 cuando se lograron grandes resultados con un joven parapléjico de 20 años,
David Mzee. Gracias a la estimulación epidural y un andador, el joven logró volver a caminar, algo que parecía imposible.
El equipo dirigido por Courtine llevaba años con el propósito de lograr la movilidad a personas que se quedaron parapléjicas tras sufrir algún tipo de accidente, y esta vez no solamente se ha logrado
activar los nervios que permiten
mover las piernas, sino que también se ha conseguido en los
músculos del abdomen y espalda baja. Tras la operación, los tres pacientes consiguieron incorporarse y mantenerse de pie, dando sus primeros pasos.
La principal novedad del este nuevo estudio es que, por primera vez, los
electrodos y cables que se han llegado a usar han sido
diseñados teniendo en cuenta las
lesiones sufridas por cada uno de los
participantes. Courtine relata que “hasta ahora todos los implantes de este tipo
reutilizaban electrodos originalmente diseñados para tratar el dolor”, y gracias a los avances de la tecnología se ha podido “sincronizar mejor la
estimulación con el momento del movimiento imitando las señales reales que envía el cerebro al andar, por ejemplo”.
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