El 21 de junio es el
Día Internacional de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), la enfermedad neuromuscular más frecuente y la tercera enfermedad neurodegenerativa más común –tras la demencia y el párkinson-. Según datos de la
Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año se diagnostican unos 900 nuevos
casos en nuestro país de esta enfermedad que afectará a uno de cada 400-800 españoles a lo largo de su vida.
A pesar de ser una
enfermedad relativamente frecuente, su alta mortalidad hace que el número de afectados sea relativamente bajo, puesto que la cifra de fallecimientos anuales es similar a la de los
nuevos casos diagnosticados. La Sociedad Española de Neurología estima que actualmente existirían alrededor de 3.000 afectados en España.
“Se trata de una
enfermedad neurodegenerativa que provoca una parálisis muscular rápidamente progresiva. Puesto que afecta fundamentalmente a las motoneuronas, tanto superiores como inferiores, los pacientes ven rápidamente afectada su
actividad muscular voluntaria esencial, es decir, la implicada en procesos como hablar, caminar, respirar o comer”, explica
Gerardo Gutiérrez, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Neuromusculares de la Sociedad Española de Neurología.
“La gravedad de esta enfermedad, para la que aún
no existe cura, hace que la
esperanza de vida media de las personas que la padecen sea de
tres años, con una
supervivencia de más de cinco años solo en el 20 por ciento de los pacientes y de más de diez en el 10 por ciento de los casos”, añade.
Una enfermedad con una etiología incierta
Esta enfermedad, que
aparece generalmente de forma esporádica, ya que en solo un 5-10 por ciento de los casos existen
antecedentes familiares, también tiene una
etiología incierta. Puesto que los primeros síntomas suelen aparecer cuando los pacientes rondan los 60 años (algo inferior en caso de tener antecedentes familiares) y suele ser ligeramente más habitual en hombres, ser hombre y tener una edad avanzada son los únicos factores de riesgo que se han podido establecer con claridad.
La SEN estima que en la actualidad podría haber alrededor de 3.000 afectados en España
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No obstante también existen estudios que apuntan a
otros factores como: ser fumador, haber padecido alguna infección viral previa, haber estado expuesto de forma habitual a metales pesados y/o pesticidas, haber realizado con asiduidad actividades físicas intensas, entre otros. En todo caso, no parece que exista una explicación única, sino una combinación de factores –muchos de ellos aún por determinar- los que conllevarían la aparición de la enfermedad.
Aunque la ELA es una enfermedad caracterizada por la
heterogeneidad de sus síntomas y la variabilidad de su evolución, presentar debilidad en las extremidades (60-85 por ciento de los casos) o en la región bulbar (15-40 por ciento), así como pérdida de fuerza progresiva, torpeza, disminución de la masa muscular y calambres, suelen ser las primeras manifestaciones de la enfermedad. También señalan que un 5-10 por ciento de los pacientes presentan una demencia asociada, generalmente de tipo fronto-temporal.
Únicamente existe un tratamiento aprobado para el ELA
Solo existe
un tratamiento aprobado para esta enfermedad y su efecto, aunque demostrado, es relativamente discreto. “En todo caso, es posible controlar sintomáticamente las diferentes complicaciones que puede acarrear esta enfermedad, así como implementar medidas nutricionales, de reurorrehabilitación o implantar ayudas técnicas que permiten mejorar notablemente la calidad de vida de los pacientes, sobre todo cuando se identifica de forma temprana la enfermedad”, señala Gutiérrez.
Actualmente el
diagnóstico de la enfermedad se demora entre los 17 y 20 meses y los mayores retrasos se producen entre las personas cuyos primeros síntomas son los bulbares.
La Sociedad Española de Neurología considera imprescindible dedicar recursos al desarrollo e implementación de tratamientos dirigidos a la
prevención y control de la discapacidad de esta enfermedad, que figura entre las principales causas de discapacidad de nuestro país y que además tiene un alto coste socio-sanitario, alrededor de los 50.000 euros anuales por paciente.
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