Carmen Fernández, una química española especializada en Biología Molecular, integrada en la Universidad de Tasmania (Australia), participa en un hallazgo relevante frente al alzhéimer: una terapia combinada que reduce del daño cerebral causado por la enfermedad.
El contenido del combinado no ha trascendido a los medios todavía, pero se sabe que el equipo que lo ha configurado negocia en este momento con dos grandes farmacéuticas para comercializarlo.
La intención ahora pasa por ahondar en los datos preliminares conseguidos y lograr más avances que permitan a los investigadores acercarse a la cura de la enfermedad, según ha informado Innovo Comunicación.
Según esta agencia, la investigación comenzó en 2013 en el Wicking Centre, institución académica australiana, con el grupo del profesor James Vickers. Los estudios básicos de la investigadora toledana durante este periodo se han centrado en aquellos pacientes que, debido a distintas cargas genéticas, son candidatos a desarrollar la enfermedad.
Sin embargo, esta cifra supone solo un 10 por ciento de los pacientes, ya que el 90 por ciento restante es considerado de tipo esporádico y sus causas deben su origen a factores ambientales, alimenticios o genéticos.
La forma más prevalente de la enfermedad lo pone más difícil
“El tipo esporádico conlleva una serie de problemáticas más difíciles de subsanar en el campo de la neurociencia, provocado por la falta de escenarios comunes en el entorno animal que permitan que los investigadores puedan emular y recrear la enfermedad”, ha apuntado Fernández, quien durante su estancia en Australia ha formado parte de un proyecto social, en el que han participado más de 70.000 personas, que promueve el conocimiento sobre la enfermedad.
Las investigaciones realizadas por la bioquímica en el grupo del profesor Vickers han demostrado el efecto beneficioso de las terapias combinadas para el tratamiento del alzhéimer.
“Los resultados de la investigación demuestran que el tratamiento mejora la memoria y reduce el daño cerebral causado por la enfermedad”, señala Fernández.
Tras cuatro años investigando en el Wicking Centre, Fernández ha vuelto a Toledo con un proyecto de colaboración con Vickers y, en la actualidad, como miembro honorario de la Universidad de Tasmania, ha solicitado múltiples proyectos a nivel internacional y nacional, para poder continuar con este proyecto de investigación en España.
“Este trabajo no sólo ampara los avances clínicos en alzhéimer, si no que trata de promover el conocimiento de la enfermedad, la diagnosis temprana y la integración de los pacientes y familiares en la sociedad”.
Los tratamientos son todavía sintomáticos y paliativos
Fernández ha explicado que, en la actualidad, no hay una cura efectiva frente al alzhéimer a pesar de los innumerables estudios de investigación realizados, y que los únicos tratamientos disponibles son de tipo paliativo, ayudando al paciente con síntomas como la depresión o agresividad.
“La diagnosis temprana de la enfermedad es muy compleja debido a la falta de síntomas evidentes en fases iniciales”, ha argumentado.
De este modo, ha indicado que el aumento de la esperanza de vida constituye uno de los principales motivos por los cuales esta patología es una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo.
“Esto supone todo un desafío para la investigación y los sistemas sanitarios que prevén que, en el año 2050, haya a 110 millones de afectados. Tan solo en nuestro país existen 1,2 millones de españoles diagnosticados de alzhéimer”, ha precisado.
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