Exuperio Díez Tejedor acaba de cumplir un año como
presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN). El también jefe de Servicio de Neurología y Centro de Ictus y coordinador del Área de Neurociencias de La Paz (IdiPAZ) del Hospital Universitario La Paz de Madrid (HULP) y catedrático de Neurología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) no tiene reparos en señalar a Sanidad que hacen falta "menos brindis al sol" y más planes de actuación por procesos,
Unidades de Ictus o cambios en las
políticas de contratación de profesionales. De estas y otras cuestiones ha hablado con
Redacción Médica, con quien ha hecho un
balance de este primer aniversario al frente de la sociedad científica.
¿Cuál es el balance del primer año como presidente de las SEN?
Exuperio Díez Tejedor explica que le gustaría que la sociedad entendiera que un ictus es como un infarto de miocardio.
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Los balances siempre se ven con optimismo. No se ha conseguido todo lo que se había planteado, pero sí muchos de los objetivos. Hay que ser realista. Se hacen proyectos ambiciosos que muchas cosas se consiguen y otras que se quedan en el camino. No ha salido un cien por cien, pero sí un 80 por ciento. Y en camino siguen llegando aspectos que se iniciaron durante este 2018 y que se irán cumpliendo de manera razonablemente satisfactoria.
¿Podíamos haber hecho más cosas? Probablemente sí, pero las circunstancias a veces mandan sobre los deseos. La Junta Directiva es muy compacta y bien entrelazada, formando un grupo cohesionado y que tiene unas relaciones fantásticas. Por tanto, las misiones y los puntos de vista planteados son compartidos y eso facilita las cosas.
¿De qué proyectos de los que se están llevando a cabo o se han llevado se siente más orgulloso como presidente?
La idea inicial era
abrir la Neurología a la sociedad civil. No podemos vivir en una burbuja, como tengo la sensación de que han hecho muchas sociedades científicas. Es necesario un diálogo, un encuentro entre los profesionales y la sociedad en la que servimos. Mostrar lo que podemos y no hacer y ver qué ayudas necesitamos. También recibir las críticas que pueden llegar. Por eso hemos creado la
Alianza Española por la Neurología, que cuenta con el apoyo y la colaboración de las asociaciones de pacientes. Con ella se tiende una mano hacia la industria farmacéutica para que nos ayude en nuestros proyectos de mejora de imagen de Neurología y su proyección.
En este sentido, se han creado grupos de trabajo de innovación para los jóvenes neurólogos, como el
proyecto 'Brain', con ayuda de Novartis, y otros de formación de gente nueva para tiempos nuevos y con proyectos de futuro. La necesidad de esa alianza es buena porque las
sociedades farmacéuticas también deben participar en un proyecto que no implica conflicto de intereses, sino convergencia. Cuando apoyan al desarrollo de las reuniones científicas, de la reunión anual, de simposios, de cursos de formación o becas de investigación, es una convergencia de intereses. ¿Cuáles? El desarrollo del conocimiento sobre las enfermedades neurológicas y la mejor atención a los enfermos. Y en este sentido sí tenemos ilusión en seguir adelante y hemos avanzado bastante.
"No podemos vivir en una burbuja, es necesario que la SEN se abra a la sociedad civil"
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La otra idea era
internacionalizar, tener visibilidad en el exterior. Podemos creernos muy importantes cuando nos reunimos aquí y nos hacemos nuestros propios elogios, pero vivimos en un mundo globalizado y las sociedades científicas tienen también su correlato europeo y mundial. Si somos socios de la
European Academy of Neurology tendremos que tener allí una presencia. Y hacer ejecutiva esa posición de delegado. En ese sentido también hemos avanzado. De hecho, en nuestra próxima reunión anual, la Academia Europea de Neurología nos ha pedido tener una presencia. Organizarán un simposio de un par de horas promovido por la European Academy of Neurology, como un reconocimiento a la Sociedad Española de Neurología. Y lo mismo ocurre con la
World Federation of Neurology, en la que también hemos de procurar tener una participación activa.
Somos miembros activos respecto al ictus, la esclerosis múltiple o la demencia. Así que es importante que nuestros delegados sean visibles y tengan
presencia en todos los congresos y reuniones. Este es el otro aspecto en el que también hemos avanzado en este año. No se pueden dar pasos de gigante, pero "se hace camino al andar", como decía Machado.
¿Algún avance más?
Tenemos una mejor relación y atención con los socios, para que nos informen y nos digan qué les gusta más y qué menos, así como informarles nosotros a través del gabinete de comunicación todos los meses sobre lo que estamos haciendo y en lo que estamos avanzando. También pedimos sugerencias. Por ejemplo, la
reunión anual de Sevilla ha introducido cambios en su organización y en la duración y número de las sesiones. Todo eso ha sido satisfecho a los socios. Hemos conseguido que sea más amena. También fomentamos allí la creación de cursos de formación dirigidos a los neurólogos más jóvenes. Asimismo, hemos cambiado nuestra
imagen corporativa, que manda una idea de una sociedad más moderna y más dinámica frente al logo que teníamos anterior, que todo el mundo veía un poco rancio.
Mi idea es buscar una
innovación continua. Uno nunca se puede detener ni darse por satisfecho, sino que siempre hay cosas nuevas que incorporar, incluido ampliar los espacios. Hemos tenido la oportunidad de duplicar nuestra área de oficinas, lo que permitirá trabajar mejor y con más confort, así como recibir a las visitas con mejores instalaciones. Todo esto son signos de mejoras y esperamos que contemos con el apoyo de toda la sociedad para ir avanzando en los tiempos que vienen, con tratamientos nuevos e innovaciones, que seguro que van a ser muy productivos y muy útiles.
Miles de graduados en Medicina se han presentado al MIR. ¿Qué les diría para convencerlos de que Neurología es una especialidad a tener en cuenta a la hora de escoger?
Díez Tejedor es también catedrático de Neurología.
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Les diría que si quieren hacer una
especialidad donde tienen mucho trabajo que aportar y de crear en investigación, elijan la nuestra. Hay muchos aspectos nuevos por descubrir. Ni siquiera conocemos a fondo cuál es la fisiología del propio sistema sobre el que trabajamos: el
nervioso. Tenemos una remota idea de cómo funciona el cerebro.
Yo pongo el ejemplo de un robot muy sofisticado, en cómo se mueven o cómo hablan comparado con un ser humano. Es una diferencia brutal. Pues hay que imaginarse lo complejo que debe de ser todo el sistema nervioso para poder hablar al mismo tiempo que pensamos y nos movemos, y todo sin que haya problemas. Es un campo por investigar y conocer. También nos ocurre con las enfermedades. Todavía quedan grandes retos. Hay muchas enfermedades degenerativas del sistema nervioso central y periférico que están por desentrañar, algunas muy prevalentes, como por ejemplo las demencias degenerativas,
la enfermedad de Parkinson. Un avance en esa dirección y en poder detener la enfermedad supondría un verdadero impacto sanitario en muchos sentidos y de problemas de dependencia, aspectos personales y sociales muy importantes.
Hay
grandes retos todavía en esta especialidad, pero lo que ya sabemos es muy importante.
Es una especialidad de primera fila. Siempre digo junto con Cardiología somos los que despachamos situaciones de acción rápida. Tenemos unas horas para actuar. El infarto cerebral y el de miocardio son muy parecidos.La acción debe ser inmediata. Es una
especialidad muy pegada al paciente y a la urgencia y a resolver problemas. No es aquella que, durante el siglo XX, se pensaba que era de la gente que sabía mucho pero que no curaba nada En este momento curamos y tratamos tantas enfermedades como cualquier otra especialidad, es decir, todas. Unas son curables, otras no. Tenemos muchas enfermedades autoinmunes en el sistema nervioso. La
esclerosis múltiple sería el paradigma, que hoy, por supuesto, nada tiene que ver con hace 20 años. O la
epilepsia. Es una especialidad con gran servicio hacia los pacientes, ya que el 10 por ciento de las consultas son de Neurología. Es una especialidad con presente y con futuro.
Algunos de sus colegas me han dicho que puede resultar poco atractiva para los jóvenes al tratar enfermedades neurodegenerativas y sin cura. ¿Opina usted igual?
Eso es un error arrastrado desde el siglo XIX, cuando nuestros colegas predecesores, sobre todo en Europa, se enfrascaron en todas estas
enfermedades degenerativas para pasarse el día discutiendo con una ataxia y la otra. Lo que más me sorprende es que los propios neurólogos han potenciado en muchos casos esta idea de 'lo degenerativo' digan después que son incapaces de curar. Todas las enfermedades tienen tratamiento y no me tengo que sentir mal porque no haya una cura, la estoy buscando, que es mi misión, pero mientras estamos consiguiendo que los pacientes con párkinson tengan una vida casi normal gracias a los tratamientos actuales. Lo mismo que ocurre con la
diabetes. Lo importante es que
el paciente tenga una buena calidad de vida.
Igual que otras especialidades, podemos curar o tratar sintomáticamente un porcentaje de enfermedades parecidas. Por tanto, esa idea hay que desecharla.
¿Hay enfermedades degenerativas? Sí, pero se investiga para llegar a poder detenerlas y, de momento, se hacen tratamientos sintomáticos, en unos casos más eficaces, como en el párkinson, y en otros menos, como puede ser el alzhéimer, donde todavía no se consiguen grandes avances. Cuentan con
tratamientos sintomáticos para que el paciente esté más tranquilo y se pueda comportar socialmente, pero no podemos evitar la situación de dependencia a la que van a llegar. Pero estamos en ello. Con las nuevas investigaciones, con anticuerpos monoclonales y demás, es probable que en un tiempo no muy lejano estas enfermedades degenerativas, sobre todo las que tienen que ver con depósitos de proteínas anormales, podamos al menos detenerlas con anticuerpos que bloqueen esas proteínas.
Que elijan Neurología, que van a tener mucho trabajo y mucho que estudiar.
El presidente de la SEN se muestra preocupado por la situación laboral de los jóvenes neurólogos.
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¿En qué punto se encuentra el Plan Nacional contra el Alzheimer?
Vamos luchando con la burocracia. El Ministerio de Sanidad es un Ministerio sin competencias. Solo hace declaraciones, planes, ¿pero quién los ejecuta? ¿Dónde se hacen las inversiones en estructuras y personal en Sanidad? En las comunidades autónomas. Hacen un poco de ruido con este tema, que da pocos votos, pero en la práctica no lo percibo. Ni eso ni que se plantee una estrategia real. Cuando hablan de
estrategias nacionales también de enfermedades degenerativas es como hacer un brindis al sol. Mejor hablar de estrategias por procesos, de planes de actuación por procesos.
Por ejemplo, hay planes en cada autonomía que han emanado de una idea global, que fue la
Estrategia Nacional del Ictus. Es ya un recuerdo como se hizo aquello en el 2008 y no se ha vuelto ni a replantear. Once años después hay tratamientos nuevos que no están contemplados. Pero cada autonomía ha seguido adelante con una
estrategia para cuidar y tratar el ictus, han tomado el protagonismo. Es un modelo a seguir: hagamos planes o estrategias por procesos. Si queremos abarcar mucho no llegamos.
¿Para qué patologías?
Si hacemos una estrategia para el proceso
demencia, la mayor parte nos la va a ocupar la enfermedad de Alzheimer, pero también están las demencias vasculares y las del cuerpo que son importantes. Y si hacemos un proceso sobre
parkinsonismo, la parte fundamental la hará el párkinson, pero los otros también importan para ver cómo se pueden atender mejor. Falta un poco de
coordinación y de liderazgo por parte del Ministerio. A veces parece que están para hacer el examen MIR y el sí o no de las troncalidades. Ahí creo que se desgastan todas sus competencias porque en el tema asistencial se hace poco.
Cuando se habla en clave nacional, me quedo escéptico. No porque la idea no sea buena, sino porque las
herramientas políticas que se están utilizando no son eficaces. El Ministerio de Sanidad, para garantizar la equidad, debería replantearse tener una capacidad normativa y regulatoria como lo tiene el Ministerio de Justicia. Se pone en juego el bienestar y la salud de las personas. No tiene sentido que en nuestro Sistema Nacional de Salud la tarjeta sanitaria no valga igual en cualquier sitio. O que un enfermo en Madrid o en Barcelona tenga muchas más posibilidades de salir bien de un problema de salud que en otras comunidades. Hay una burocracia absurda que no mejora al servicio y al ciudadano le perjudica. Necesitamos un liderazgo y una capacidad de dirigir la Sanidad, aunque la gestión luego esté transferida. Entonces en este sentido sospecho que esos Planes Nacionales son papel mojado.
Antes hablaba de que usted ha participado también en la estrategia en ictus del SNS. ¿Hay alguna exigencia en este aspecto? ¿Qué se ha conseguido y qué queda por hacer?
"Afeé públicamente al Ministerio por no venir al aniversario de la estrategia en ictus con un nuevo plan"
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Lo que se consiguió fue reunirnos. De hecho, hemos tenido una reunión ahora 10 años después, donde se vio que, efectivamente, todas las comunidades habían hecho muchas cosas. El único que no había hecho nada era el Ministerio y se lo afeé públicamente; tenían que haber venido al aniversario con un nuevo plan o una nueva estrategia.
Pero, sí sirvió porque al juntar a todos vimos que algunas comunidades íbamos en cabeza. Cuando se presentó esa estrategia nacional del ictus, en 2008, el plan de ictus en Madrid ya venía funcionando desde 2005. La
estrategia nacional en ictus sirvió para confrontar a todos y ver cómo lo que algunos habían puesto en marcha, otros lo consideraban innecesario. Así afloraban carencias. Provocó un
efecto de contagio de las que tenían mejores resultados e hizo que las comunidades se pusiesen en marcha. No se desarrollaron igual, unos sitios habían avanzado mucho más que otros. Debería haber algo que homogeneizara, no rebajando a los que van por delante, sino ayudando a los que van un poquito más lentos. Esto es lo que me gustaría que hiciese el Ministerio, que no sean solo declaraciones, sino que se ocupara de facilitar esos recursos o impeler que se aceleren ciertas mejoras en la infraestructura sanitaria si no las hay todavía.
La SEN formaba parte de la comisión mixta designada para perfilar el nuevo programa formativo de la especialidad. ¿Qué aportaciones han hecho al texto?
Sí, estamos en ello. Hemos intentado junto con la Comisión Nacional de la Especialidad, con la que estamos en sinergia, crear un
plan de formación de especialistas de Neurología del siglo XXI. Primero, había que incluir un año más y, sobre todo, a la vista de las ideas sobre la troncalidad o la no troncalidad, pero con una formación común. Hemos apostado por la formación en comunes a que se amplíe más la formación neurológica en un plan a cinco años, para no perder la homologación con la titulación europea. También hemos modernizado los conceptos, los contenidos, el programa e incluso los términos, para adaptarlo al siglo XXI. Creo que ha sido muy enriquecedor y que ha quedado un programa con unos contenidos realmente actualizados y muy interesantes. Espero que nos lo aprueben y podamos comenzar a aplicarlo pronto.
Están realizando una encuesta para conocer las condiciones laborales de los jóvenes neurólogos. ¿Preocupa esta situación en la sociedad?
Sí, como preocupa a toda la sociedad la situación de los jóvenes en cualquier profesión. Medicina exige un grado de seis años, un año para preparar el examen MIR y después un mínimo de cuatro o cinco para formarse como especialistas. Antes de eso no pueden ejercer. Con toda esa formación, el profesional llega con sus 30 años y una situación precaria.
Exuperio Díez Tejedor, en un momento de la entrevista.
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Sí, me preocupa, pero
me preocupan en general todos los profesionales que llegan y se encuentran con contratos temporales y trabajos a tiempo parcial y renovables hasta que, ya después de mucho pelear, por ejemplo aquí en Madrid, deciden darles una estabilidad y convertirlos en interinos, que ya supuso un avance.
El
sistema de la OPE, en general, es muy perverso, porque tardan en convocarse mucho tiempo, hacen planes y cuando los ejecutan ya se han quedado anticuados porque las necesidades de Recursos Humanos han variado. Es un sistema demasiado rígido. La reposición de las personas es intentar hacer al final comunes a la gente, a estar en situaciones precarias y a tener que hacer un examen para una OPE cuando ya llevan más de 10 años ejerciendo, siendo expertos en un área determinada y les preguntan como si hubiesen acabado el MIR recientemente. Creo que eso hay que revisarlo y habría que hacerlo más dinámico para facilitarlo porque, mientras tenemos un sistema de incorporación que es muy lento y penoso, sin estabilidad, hacen falta profesionales.
¿Cómo lo cambiaría?
Yo abogaría más por un modelo como hacen en
Estados Unidos, que la gente cuando acaba la residencia hace un examen que les acredita como especialistas y tiene una puntuación, que la aplican para ir a distintos hospitales donde se convocan vacantes. Probablemente sea mucho más práctico que se les contrate por sus capacidades y que periódicamente, como hacen en otras partes del mundo, vayan renovando los
contratos en base a sus capacidades, demostrando su cualificación. Tampoco creo que las plazas en propiedad sean una buena solución. Me parece una perversión del sistema, porque hace que la gente una vez piensan que son invulnerables baje un poco su motivación.
Nos preocupa la situación de estos jóvenes neurólogos que tardan en poder asentarse profesionalmente y a veces van dando tumbos de un hospital a otro. Creemos que es un material humano y una formación poco aprovechada. Lo único que podemos hacer es decir que al menos a la parte de los neurólogos y los médicos en general pues ya habrá otras vías más ágiles para su incorporación al trabajo.
¿Cuáles son las principales demandas profesionales de los neurólogos?
Primero, que
se consoliden los jóvenes. Luego los recursos humanos. A muchos hospitales les falta personal para la demanda asistencial. Después, los recursos materiales, es decir, el
equipamiento para poder hacer bien los tratamientos, tener instrumental, métodos diagnósticos, terapéuticos, que haya unidades especializadas... Que tengan Unidades de Ictus los hospitales terciarios, incluso secundarios. Todos los hospitales de capitales de provincias
deberían tener Unidades de Ictus. No es posible que en Castilla-La Mancha haya dos Unidades de Ictus; que a una persona que le ocurre algo en Ciudad Real tenga que ir hasta Albacete o Toledo. Es delirante. No se pensaría así para un infarto miocardio.
La entrevista ha tenido lugar en el plató de Sanitaria 2000.
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¿Hacen falta más especialistas?
De especialistas andamos así, así. En algunas comunidades estamos más o menos por encima de las recomendaciones y en otras están muy por debajo. Hay que redistribuirlos también. Habría que hacer que llegaran más especialistas a otras zonas. Pero probablemente si se dotaran de equipamiento y de recursos también llegarían más. Esto es un círculo vicioso: si se pusieran Unidades de Ictus y de Esclerosis Múltiples, seguramente llegaría a más gente. Hay una idea de planificación un poco mejor en cuanto cuáles son las necesidades. He puesto el ejemplo de Castilla y León: tiene tres o cuatro Unidades de Ictus. Zamora puede ser una ciudad pequeña, pero si una persona tiene un infarto cerebral le tienen que atender allí, no pueden pensar en llevarle a Salamanca. Igual que hacen con el
infarto de miocardio. ¿Por qué en un caso en todas las partes tienen recursos y en el otro no?
Me gustaría que la sociedad y las autoridades sanitarias entiendan que
los pacientes con infarto cerebral tienen los mismos derechos de ser atendidos que los que tienen infarto de miocardio. El órgano que decide si estamos vivos o muertos es el cerebro, también el que nos define lo que somos. Por eso, quiero que pongan al mismo nivel al infarto cerebral que al de miocardio, que nos está costando mucho. Esperamos que la sociedad nos dé recursos y que tenga en cuenta que nuestra labor como médicos especialistas en Neurología tiene un
gran impacto social y en gasto sanitario. Que si lo hacemos bien, ahorramos dinero; si nos ayudan a hacerlo bien, reducimos
dependencia.
Las dos enfermedades que conllevan más dependencias en los adultos son el ictus y la esclerosis múltiple en jóvenes. Si los tratamos bien y reducimos esa dependencia, ya no solamente es incuantificable a nivel personal y en la calidad de vida familiar, es que socialmente también se ahorra mucho dinero.
¿A qué retos se enfrenta este año ?
A seguir avanzando en llegar a sustanciar esta Alianza Española por la Neurología y el implicar a otros estamentos sociales y a hacer unas
sinergias con la industria farmacéutica para mejorar el desarrollo, investigación, registros, cursos, congresos, etc. También a trasladar hacia el resto de la sociedad la importancia y el interés de los neurólogos en que los
ciudadanos tengan una mejor salud.
Seguir con lo que se comenzó
Seguir con ese proyecto y una mayor presencia internacional. Potenciar la imagen de la Neurología y el
papel de los neurólogos dentro de la asistencia sanitaria.
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