Las
variantes genéticas asociadas con el tipo de sangre de una persona pueden estar relacionadas con su
riesgo de sufrir un ictus temprano. Este es el principal resultado de un nuevo meta-análisis publicado en la revista médica de la Academia Americana de Neurología,
Neurology. A pesar de que los especialistas se lo toman como una muy buena noticia,
Tomás Segura, vocal del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la
Sociedad Española de Neurología (SEN), argumenta a
Redacción Médica que "este tipo de estudios en los que se lleva a cabo un ligamiento de determinados marcadores genéticos con el mayor riesgo de ictus global se hacen desde hace mucho tiempo".
Los investigadores encontraron una relación entre el ictus temprano y la zona del cromosoma que incluye el gen que
determina el tipo de sangre A, AB, B y O. Estos resultados, según Segura, "no van a condicionar a día de hoy que se le diga al paciente, en función de su grupo sanguíneo, si debe tomar fármacos antiagregantes o no".
De hecho, para Segura estos resultados "
no modificarán la actuación de los médicos frente al ictus". En este sentido, el neurólogo explica que "este tipo de estudios que logran asociar una mayor probabilidad de sufrir una enfermedad a una determinada proteína, en este caso las proteínas que determinan el grupo sanguíneo de cada persona, permite a los médicos
avanzar mucho en la fisiopatología de la enfermedad, es decir, en averiguar cómo se produce dicha patología".
Una revisión de 48 estudios sobre genética e ictus
El metaanálisis consistió en una
revisión de 48 estudios sobre genética e ictus isquémico de Norteamérica, Europa y Asia. Los estudios incluyeron a 16.927 personas con ictus y a 576.353 personas que no sufrieron un ictus. De las personas con ictus, 5.825 tuvieron un ictus de aparición temprana y 9.269 tuvieron un ictus de aparición tardía. El ictus de
aparición temprana se definió como un ictus isquémico ocurrido antes de los 60 años y el ictus de aparición tardía era mayor de 60 años.
"Todos los estudios de ligamiento genético abren nuevas vías de investigación, pero en sí mismo lo único que ofrecen son datos de probabilidad"
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De hecho, los investigadores descubrieron que las
personas con ictus tempranos tenían más probabilidades de tener el tipo de sangre A y
menos de tener el tipo de sangre O en comparación con las personas con ictus tardíos y las personas sin ictus. Tanto las personas que sufrieron un ictus temprano como las que sufrieron un ictus tardío también tenían más probabilidades de tener el tipo de sangre B en comparación con los controles.
Un descubrimiento que "hace avanzar en los
mecanismos que permiten ligar la respuesta inflamatoria a la respuesta trombótica", según Segura. Además, el neurólogo apuntsa que, de esta misma manera, "descubrir que una mutación de una proteína que condiciona el
grupo sanguineo facilita tener ictus, avisa a los especialistas para que los laboratorios miren con más detalle cómo esas proteínas están entremezcladas con el sistema coagulatorio de la sangre y facilita la trombosis".
En definitiva, "todos los estudios de
ligamiento genético abren nuevas vías de investigación, pero en sí mismo lo único que ofrecen son datos de probabilidad. Lo que harán en los próximos años será indagar más en esta vía", concluye segura.
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