Una
función pulmonar baja en adultos jóvenes puede
aumentar el riesgo de aparición de otras enfermedades crónicas (como la
enfermedad pulmonar obstruida crónica o problemas cardiovasculares y de diabetes)
y de muerte prematura, según el último estudio del Clínic-Idibaps publicado en
The Lancet Respiratory Medicine.
Según demuestra este documento,
un 10 por ciento de los adultos jóvenes tienen una función pulmonar baja, lo que implica que
no se ha desarrollado bien el pulmón. Esto ha permitido identificar un grupo de personas en el que hay un mayor riesgo de aparición temprana de otras enfermedades crónicas, e incluso, de mortalidad prematura.
"Un desarrollo anormal de los pulmones en los primeros años puede indicar que otros órganos tampoco se han desarrollado correctamente"
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La
EPOC es la mayor causa de discapacidad en todo el mundo. Hasta ahora se consideraba que en principal responsable en el desarrollo de la enfermedad era el tabaco. Estudios recientes, en los que han participado investigadores del Clínic-Idibaps, han demostrado que
se deben tener también en cuenta factores de desarrollo pulmonar en los primeros años de vida. “Que haya un desarrollo anormal de los pulmones en los primeros años de vida, puede indicar que otros órganos del cuerpo tampoco se han desarrollado correctamente”, explica
Àlvar Agustí, director del Insituto Clínic Respiratorio del Clínic, jefe del equipo Inflamación y reparación a las enfermedades respiratorias del Idibaps y miembro del Ciberes.
Un problema que se transmite de padres a hijos
Para el estudio, los investigadores evaluaron si una función pulmonar baja en adultos jóvenes se asociaba a una mayor prevalencia e
incidencia precoz de enfermedades respiratorias, cardiovasculares o metabólicas. Para ello utilizaron tres cohortes, o grupos de población general, con los datos clínicos, fisiológicos, biológicos y un seguimiento longitudinal de más de 15.000 personas en total. Tras analizar los datos vieron que
entre un 5 y un 15 por ciento de los participantes de entre 25 y 40 años tenía una función pulmonar baja, medida a través de una espirometría.
Además, vieron que en
este grupo había una mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. También comprobaron que las comorbilidades aparecían 10 años antes que en las personas con una función pulmonar normal y que la tasa de mortalidad también era mayor.
Repercusión en los hijos
Por otra parte, gracias a los datos de una de las cohortes de población en la que se incluyen a los hijos de las otras, se pudo determinar que
los hijos de personas que tienen una función pulmonar baja tenían una función pulmonar menor que los hijos de los que la tienen normal.
“Los resultados de este estudio pueden tener implicaciones a nivel clínico y de salud pública, ya que muestran que una prueba barata, sencilla y reproducible como es la espirometría, tiene el potencial de
identificar un grupo de personas con alto riesgo de tener comorbilidades de forma precoz. Aplicar esta técnica en una edad temprana ayudaría a implementar medidas preventivas, a hacer un seguimiento cuidadoso en este grupo y proporcionar medidas terapéuticas tan pronto como fuesen necesarias”, concluye Agustí.
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