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Separ aboga por unas políticas más estrictas para combatir el tabaquismo

La clave para la institución es combinar medidas políticas con ayuda médica a los fumadores

El tabaquismo es la principal causa de muerte evitable en España.

29 may 2017. 13.00H
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POR REDACCIÓN
En España, donde una de cada tres personas fuma, el tabaquismo es la primera causa de muerte evitable, tal y como recoge la Encuesta europea de salud en España, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y coordinada por Eurostat. En total, se lleva la vida de unas 60.000 personas anuales. Para combatir esa lacra, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) considera clave que se tomen medidas más drásticas. Según su director del Programa de Investigación de Tabaquismo, Carlos A. Jiménez Ruiz, "la clave para terminar con la epidemia del tabaco es combinar la ayuda médica a los fumadores para que dejen de serlo con unas políticas públicas más estrictas. Los fumadores deben intentar dejar de fumar; así, no solo mejorarán su salud, sino también la de las personas no fumadoras expuestas al aire ambiental contaminado por humo de tabaco".

De este modo, la sociedad pide que los gobiernos de todos los países que actúan en favor del desarrollo sostenible deben potenciar la aplicación del Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco, en vigor desde 2005. El convenio hace especial hincapié en tres medidas que los estados deberían legislar de forma más estricta: las advertencias textuales y gráficas impactantes; la prohibición de la publicidad, la promoción y el patrocinio del tabaco; y establecer impuestos más altos al producto. Aumentar un euro el impuesto sobre los cigarrillos permitiría recaudar a nivel mundial 190.000 millones más. El incremento de estos impuestos generaría ingresos fiscales para los gobiernos, reduciría la demanda de tabaco y sería una fuente de ingresos importante para financiar la cobertura sanitaria universal y actividades de desarrollo.

La OMS lucha por el objetivo de evidenciar los riesgos para la salud asociados con el tabaquismo y abogar por políticas públicas eficaces para reducir su consumo. Los Programas de Control del Tabaquismo, que están incluidos en la Agenda para el Desarrollo Sostenible, son una de las formas más eficaces de contribuir al logro de la meta 3.4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030: reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles en todo el mundo, incluidas las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Y es que, según el experto, "entre un 85 por ciento y un 90 por ciento de los casos de EPOC son atribuibles al tabaquismo. Si en el mundo no se fumara, la EPOC sería una enfermedad rarísima. En España afecta al nueve por ciento de las personas de 40 o más años de edad".

Pese a la importante reducción del consumo en los últimos años, todavía fuman un 23 por ciento de la población (27,6 por ciento de los hombres y el 18,6 por ciento de las mujeres). La tendencia al descenso se produce en todos los grupos de edad, pero es especialmente marcada entre los jóvenes. Las mujeres del grupo de 15 a 24 años han pasado de fumar el 21 por ciento en 2011 al 15,5 por ciento en 2014, mientras que en los hombres de este grupo ha caído también, pero solo un punto porcentual (de 22,5por ciento a 21,6).

Desigualdades sanitarias

Carlos Jiménez considera que el consumo de tabaco actualmente "agrava las desigualdades sanitarias y la pobreza. Las tasas más altas de consumo de tabaco se centran en las poblaciones más económicamente deprimidas, que además es el grupo social que dedica menos recursos a necesidades básicas como la alimentación, la educación y la atención sanitaria". Además de salvar vidas y reducir las desigualdades sanitarias, los programas integrales de lucha antitabáquica pueden limitar las consecuencias negativas para el medio ambiente del cultivo, la producción, el comercio y el consumo de tabaco, tal y como apunta la OMS. Estos programas también ayudan a romper el ciclo de la pobreza, erradicar el hambre, promover la agricultura sostenible y el crecimiento económico y luchar contra el cambio climático.

En el cultivo del tabaco se utilizan grandes cantidades de plaguicidas y fertilizantes que pueden ser tóxicos y contaminar fuentes de suministro de agua. Cada año, estos cultivos utilizan 4,3 millones de hectáreas de tierra y causan entre un dos por ciento y un cuatro de deforestación del planeta.

Mercado ilegal

Además, la fabricación de productos de tabaco genera dos millones de toneladas de residuos sólidos. Y estos números corresponden solo a la producción “legal” del tabaco a nivel mundial.  El comercio ilícito de productos de tabaco plantea en el mundo entero grandes problemas sanitarios, económicos y relacionados con la seguridad. Se estima que uno de cada 10 cigarrillos y demás productos de tabaco que se consumen a nivel mundial es de origen ilícito, un mercado que cuenta con el respaldo de diversos agentes, desde pequeños vendedores ambulantes hasta redes del crimen organizado involucradas en el tráfico de armas y de seres humanos. La eliminación del comercio ilegal contribuiría a la reducción del consumo nocivo del tabaco, pues restringiría la disponibilidad de alternativas baratas y no reglamentadas e incrementaría los precios generales.

El tabaco es, indudablemente, una de las mayores amenazas para la salud pública que actualmente hay en el mundo, culpable de casi seis millones de fallecimientos al año. Aproximadamente el 80% de los más de mil millones de fumadores que hay en el mundo viven en países de ingresos bajos o medios, donde es mayor la carga de morbilidad y mortalidad asociada al tabaco.




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