La
apnea del sueño es un factor de
riesgo cardiometabólico tanto en poblaciones pediátricas como adultas. Entre las alteraciones metabólicas inducidas se incluyen la
dislipidemia (presencia de altos niveles de lípidos: colesterol, triglicéridos o ambos),
aterogénesis (depósito e infiltración de sustancias lipídicas en las paredes de las arterias),
disfunción hepática y metabolismo anormal de la glucosa.
Entre 1.200.000 y 2.150.000 españoles sufren una apnea del sueño relevante y, por tanto, deberían recibir tratamiento. Estas cifras de incidencia convierten la patología en un importante problema de salud pública.
En ese sentido, los expertos consideran que “una comprensión más profunda de los mecanismos subyacentes por los cuales la apnea influye en la disfunción metabólica podría producir mejores enfoques terapéuticos y mejores resultados en el tratamiento de los pacientes”, tal y como asegura la neumóloga
María Luz Alonso Álvarez.
Estudios transversales en pacientes adultos han demostrado asociaciones independientes entre los niveles de ayuno de colesterol total, colesterol HDL, triglicéridos y la gravedad de la apnea del sueño, particularmente la frecuencia de episodios hipóxicos (deficiencia de oxígeno en la sangre) intermitentes. También se registró el aumento de los niveles plasmáticos de ácidos grasos libres.
Otro de los hallazgos de los estudios en humanos muestra que cambia las
preferencias alimentarias hacia un mayor consumo de grasas e hidratos de carbono y reduce la saciedad, de ahí que uno de los principales factores de riesgo de la patología sea la obesidad.
Los estudios de laboratorio en modelos animales también han revelado que la exposición crónica a la hipoxia intermitente (IH por sus siglas en inglés) induce varias alteraciones en la morfología y la función hepática, así como en el tejido adiposo blanco, un órgano importante en la fisiopatología del síndrome metabólico y en la diabetes mellitus tipo 2.
El riesgo de la enfermedad en niños
El
síndrome de apnea obstructiva del sueño en niños también se ha convertido en un importante objeto de estudio para los especialistas, especialmente por el mayor riesgo de déficits cognitivos y de comportamiento asociados con la enfermedad. Existe también evidencia de afectación cardiovascular, hipertensión sistémica y pulmonar, alteraciones en la geometría y la contractilidad del ventrículo izquierdo, junto con un mayor riesgo de alteraciones metabólicas como la resistencia a la insulina y dislipidemias, enuresis nocturna y somnolencia diurna excesiva.
La
presencia de morbilidades que hasta ahora se han asociado con la síndrome de apnea obstructiva del sueño en niños ilustra las interacciones complejas entre las vías biológicas activadas por la presencia de la enfermedad (por ejemplo inflamación, estrés oxidativo), factores ambientales (por ejemplo dieta, actividad o contaminación) y determinantes genéticos.
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