La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica
(Separ) advierte que los
cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco para calentar son
adictivos, no son seguros y no sirven como método de reducción del daño. “La reducción del daño
es una falsa solución, al representar una estrategia comercial de la industria tabaquera para incrementar sus ventas dificultando el control del tabaquismo, ya que retiene a los fumadores en el consumo de tabaco e
impide que estos hagan
intentos serios de abandono. Además, estos productos son una puerta de acceso a los adolescentes en el tabaco”, advierte la sociedad en el Documento de posicionamiento ante las estrategias de reducción de daño del tabaco, publicado en su revista científica
Open Respiratory Archives, con motivo del Día Mundial sin Tabaco, que se celebra cada 31 de mayo.
“Desde el Área de Tabaquismo de Separ trabajamos de forma continua y decidida para reducir la epidemia de tabaquismo en nuestra sociedad y estamos atentos ante las nuevas
estrategias de la industria tabaquera para conseguir nuevos fumadores. Debemos decir alto y claro que lo
s ecigarrillos y el tabaco calentado no son la solución, como explicamos en un nuevo documento de posicionamiento basado en la evidencia científica que debe servir a las autoridades políticas y sanitarias para tomar las decisiones de protección de la salud pública y no fomentar elvuso de estas nuevas formas de fumar como mal menor”, destaca Carlos Rábade, neumólogo y coordinador del Área de Tabaquismo de Separ.
¿Es posible usar el cigarrillo electrónico para dejar de fumar?
Se trata del primer manuscrito de una Sociedad científica de la comunidad iberoamericana ante la reducción del daño del tabaco publicado desde la inclusión de lo
s cigarrillos electrónicos como tratamiento para dejar de
fumar por las guías National Institute for Health and Care Excellence (NICE), la propuesta de su autorización para ser prescritos a fumadores en el Reino Unido y la presión que ejerce la industria tabaquera para que se los ecigarrillos se adopten con esta finalidad de reducción de daños. Se basa en la evidencia científica existente.
Este documento de posicionamiento expone que, en la última década han aparecido nuevas formas de fumar, como los
cigarrillos electrónicos y nuevos productos del tabaco, como el tabaco calentado o tabaco sin humo, que han generado interés como método de reducción de daño. “La Organización Mundial de la Salud
(OMS) define la
reducción del daño como el conjunto de
políticas, programas y prácticas cuyo objetivo es reducir las consecuencias adversas de salud, sociales y económicas del uso de drogas psicoactivas sin necesidad de eliminar su consumo. Este concepto surge en los años 80 para hacer frente al consumo de drogas como la heroína y sus consecuencias. Durante las siguientes décadas se ha intentado aplicar esta estrategia al tabaquismo por parte de los profesionales sanitarios, las Instituciones públicas y sistemas nacionales
de salud y la industria tabaquera”, expone el documento.
Sin embargo,
no es posible recurrir a los ecigarrillos y nuevos productos del tabaco como métodos de reducción de daño, entendidos “como mecanismos que buscan reducir las consecuencias nocivas del tabaco
sin renunciar a los efectos placenteros del mismo, sustituyendo este por estos nuevos dispositivos electrónicos”, puntualiza el documento.
Las conclusiones del documento de posicionamiento de Separ
Las dos grandes conclusiones del documento son las siguientes: la primera es que “las
estrategias de reducción del daño son métodos ineficaces para el control del tabaquismo, mantienen a los fumadores en el consumo del tabaco y representan una oportunidad para la industria tabaquera en la venta de sus nuevos productos, como el tabaco calentado y el cigarrillo electrónico”.
Y la segunda es que “el tabaco calentado y los cigarrillos electrónicos, pese a tener menos tóxicos que el tabaco convencional, no implica que hagan un menor daño, por lo es necesaria una
regulación idéntica a la que se aplica a aquel”.
Las razones que esgrime, siempre basadas en la evidencia científica, son las siguientes:
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“No existe un umbral de seguridad en el uso de este tipo de métodos. La presencia de una menor concentración de tóxicos en estos productos frente al tabaco convencional no implica un menor daño”. Señala que, desde el ámbito médico, los profesionales deben aplicar el principio hipocrático, que “no es generar menor daño, sino no hacer daño”. Al respecto, el documento de posicionamiento de la European Respiratory Society expresa con claridad que “los pulmones fueron hechos pasra respirar aire puro y no aire contaminado de carcinógenos y toxinas”, explica, a su vez, el texto de posicionamiento de SEPAR.
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La estrategia de algunas instituciones sanitarias de usarlos como método de reducción de daños no ha demostrado reducir la prevalencia de tabaquismo. “El acceso a estos productos favorece el inicio en el consumo de tabaco para los no fumadores y dificulta el abandono de tabaco de los fumadores”, dice el documento.
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“La reducción del daño representa una estrategia comercial de las tabaqueras, buscando incrementar las ventas de estos productos”. Esta estrategia no es novedosa: ante la mayor conciencia sobre los perjuicios del tabaco por parte de la población de paises desarrollados, la industria ya intentó vender otros productos alternativos al tabaco convencional, como el tabaco light o el tabaco con filtro, apreciándose las terribles consecuencias en los consumidores muchos años después. “Esta forma de marketing de las tabaqueras incumple el artículo 5.3 del Convenio Marco de la OMS, que prohíbe a estas interferir en las políticas de control del tabaquismo”, destaca el documento de posicionamiento.
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Hay suficiente evidencia científica de que “se puede dejar de fumar con los tratamientos para el tabaquismo disponibles en la actualidad”, mientras que “no existen evidencias científicas probadas que demuestren que los cigarrillos electrónicos son eficaces para dejar de fumar”.
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“Las intervenciones terapéuticas basadas en el asesoramiento psicológico y el tratamiento farmacológico son las más eficaces para ayudar a los fumadores a dejar de serlo” y “triplican y, en ocasiones, cuatriplican las posibilidades de tener éxito en un intento de abandono en comparación con cuando no se utilizan”. En cambio, hasta un 60-70% de los fumadores que utilizan cigarrillos electrónicos para dejar de fumar terminan convirtiéndose en fumadores duales.
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Las estrategias de reducción de daño no han demostrado disminuir los efectos nocivos sobre la salud, como disminuir los componentes nocivos del tabaco como la nicotina o el alquitrán (cigarrillo light) por parte de la industria tabaquera, disminuir el número de cigarrillos por parte de los fumadores, pasarse al tabaco de liar o sin humos (de mascar o snus), a los puros o a la pipa, y en la última dècada la nueva moda de los cigarrillos electrónicos o tabaco calentado. Sobe estos ecigarrillos y productos de tabaco calentado, “la evidencia científica acumulada en los últimos años concluye que estos nuevos dispositivos pueden ser dañinos para la salud”.
Efectos nocivos de los ecigarrillos y el tabaco calentado
El documento de posicionamiento de Separ informa de que “en el caso de los cigarrillos electrónicos se han descrito
efectos tóxicos sobre el aparato cardiovascular, efectos
carcinogénicos, efectos sobre el
aparato
respiratorio, aumento de la susceptibilidad a la infección por su alteración del sistema inmunitario y mecanismos de defensa”.
En el caso del tabaco calentado,
la mayor parte de estudios a su favor corresponden a la industria tabacalera, cuando se ha demostrado que tienen capacidad adictiva y efectos negativos conocidos en el sistema nervioso central, el endocrino, el cardiovascular, el respiratorio, el aparato gastrointestinal y el musculoesquelético, el metabolismo en general y el desarrollo del feto. Produce efectos tóxicos agudos (a corto plazo) tras la exposición, como irritación ocular, faríngea, bronquial, alteraciones digestivas y cefalea y efectos teratógenos de infertilidad masculina y alteraciones cardiovasculares, entre otras.
Ante esta situación, el documento de posicionamiento de Separ incide, puesto que ya lo ha reclamado en diversas ocasiones, en que es necesaria
una actualización de la legislación vigente de estos nuevos dispositivos de consumo de tabaco para proteger a fumadores y no fumadores.
Detalla que los nuevos productos del tabaco deben tener
la misma carga fiscal que los convencionales; las mismas medidas reguladoras y restrictivas de elaboración y venta; las mismas medidas de prohibición de lugares de consumo, tanto interiores como exteriores; la misma prohibición de publicidad, ya sea esta directa o indirecta; la prohibición de cualquier patrocinio; incluir cualquier medida que se implemente en la nueva legislación del tabaquismo; y dar acceso a los consumidores de esos productos a los servicios sanitarios que disponen de
unidades o consultas de tabaquismo para su deshabituación.
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