Entre un 70 y un 80 por ciento de las personas con
asma tiene síntomas de la enfermedad (tos, pitos, dificultad de respiración, opresión torácica, etc.) tras realizar ejercicio y que se resuelve tras pasar una hora. Sin embargo, hay un 10 por ciento de personas que también sufren estos síntomas sin padecer la enfermedad y es frecuente que se les diagnostique erróneamente de asma.
Así lo ha explicado
Antolín López Viña, del Hospital Puerta de Hierro, durante la mesa dedicada al asma celebrada en el marco del
XXII Congreso de Neumomadrid. “Se diagnostica asma inducida por ejercicio muchísimas veces en la práctica clínica, y por eso nos equivocaremos muchas veces. Disnea, tos o pitos no siempre son asma, y para un
diagnóstico correcto debe demostrarse objetivamente la
obstrucción respiratoria”.
Espirometría y
prueba broncodilatadora son las pruebas básicas, pero si el resultado no es concluyente (o si se trata de un deportista de élite, en cuyo caso hay que buscar la máxima certeza posible) existen otro tipo de pruebas que pueden indicar la existencia o no de asma como la provocación por esfuerzo o con el uso de manitol, o la hiperventilación isocápnica.
López Viña destaca que se pueden producir obstrucciones laríngeas e
hiperventilación a través del ejercicio y no debe ser confundida con el asma. Por ejemplo, en el caso de la
obstrucción laríngea (que padece alrededor del cinco por ciento de los atleta de élite) se trata como asma en el 85 por ciento de los casos “a pesar de que la gran mayoría no responde al tratamiento”.
La consecuencia es que se utiliza innecesariamente la
medicación antiasmática y no se trata la dolencia específica, lo que en algunos casos conlleva riesgo vital, como en los casos de reacciones anafilácticas producidas por la alergia a algún alimento y cuyo efecto lo aumenta el ejercicio.
El gran reto de medir la adherencia
Uno de los temas que más preocupan a los neumólogos es la
baja adhesión a los tratamientos del asma: en general, menos de la mitad de los pacientes cumplen adecuadamente con la pauta establecida por su médico. Al no tratarse de síntomas continuados, el paciente no está tan concienciado como en otras enfermedades respiratorias.
Carlos Almonacid Sánchez, del Hospital Ramón y Cajal, ha hecho un repaso de las
técnicas, tanto directas como indirectas, para medir el grado de cumplimiento de las tomas. Entre las primeras se encuentran los cuestionarios que tiene que rellenar el paciente o incluso pesar el inhalador, pero por lo general son poco fiables.
En cuanto a los métodos directos, se puede monitorizar el nivel de
fármaco en sangre, pero en el caso del asma esta técnica es poco efectiva ya que algunos tratamientos son puntuales y no continuados. El método más eficaz, pero hasta el momento también el más caro, es el uso de
dispositivos electrónicos acoplados a los inhaladores. La sofisticación de estos aparatos les lleva hasta analizar si el dispositivo se está utilizando de la manera correcta.
Sin embargo, para Almonacid lo más importante es que desde la consulta se eduque al paciente, se haga un esfuerzo por explicar la enfermedad y la importancia del tratamiento, “pero tenemos poco tiempo en la consulta”. El uso de las nuevas tecnologías y la telemedicina puede paliar en parte esta falta “pero es algo que todavía no está claro”.
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