Hoy en día
tratar los dos tipos de tuberculosis (sensible y multiresistente) es una
tarea compleja para los médicos del Sistema Nacional de Salud (SNS). No se trata de una falta de opciones terapéuticas o conocimiento científico, sino del desabastecimiento de fármacos, la
falta de alternativas y un
posicionamiento que elude al nuevo medicamento más eficaz para los casos más graves, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por un lado, según denuncian desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), se encuentra el
desabastecimiento de la rifampicina. “Es la
piedra angular del tratamiento en tuberculosis sensibles”, detalla Sarai Quirós, neumóloga del hospital de Basurto y coordinadora del Área de Infecciones Respiratorias y Tuberculosis de Separ, quien también asegura que desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) les han trasmitido que se trata de
un problema global.
Una falta de rifampicina que
tampoco está siendo suplantada por una alternativa desde Sanidad, obligando a los neumólogos a idear soluciones propias. “Nos estamos saltando el paso de las tuberculosis sensibles y aplicando fármacos de segunda línea, es decir,
estamos matando moscas a cañonazos. En caso de que esa tuberculosis no fuera bien es cuando tendríamos que recurrir a fármacos de segunda línea y si ya los estamos utilizando para las tuberculosis sensibles es como si tratáramos un catarro con el fármaco más fuerte que haya en el hospital”, asegura Quirós.
Una alternativa ‘casera’ que conlleva correr riesgos
. “Se puede producir un
aumento de las resistencias de las tuberculosis más sencillas y una falta de opciones para las tuberculosis más resistentes porque aumenta el riesgo de resistencia a fármacos. Además, no existen combinaciones farmacológicas y
volvemos otra vez a que se tomen 15 pastillas, produciendo así una falta de adherencia al tratamiento”, reivindica la neumóloga.
¿Qué le ha prometido Sanidad a Neumología?
Separ se ha reunido con Sanidad a raíz de su
denuncia pública de falta de abastecimiento y estos se han mostrado abiertos a estudiar la cuestión, pero no han concretado nada por el momento. “Queremos que
nos aseguren un abastecimiento de las formulaciones basadas en rifampicina mediante la Farmacia Hospitalaria u otra alternativa. Habitualmente en el hospital sí las tenemos, pero cuando le damos el alta al paciente y tiene que acudir a la farmacia no tiene el medicamento”, detalla Quirós.
Hay que tener en cuenta que los tratamientos de tuberculosis sensibles
se tratan durante 6 meses. Durante los primeros cuatro meses se administran cuatro fármacos y durante los dos restantes otros dos. Para evitar que sean muchas pastillas se idearon las combinaciones fijas de fármacos en suelos comprimidos.
“Aquí es donde encontramos problemas de desabastecimiento. Es un problema que empezó hace siete años de manera intermitente, pero ahora se ha incrementado y estamos teniendo verdaderos problemas durante varios meses que incluso nos han llevado a
interrumpir tratamientos, sustituir por
fármacos de segunda línea, que no son los más indicados, o dar las
fórmulas por separado. Esto dificulta que se completen los tratamientos con el riesgo que conlleva de resistencias y tasas de curación más bajas”, denuncia la neumóloga.
El segundo problema: la no financiación de la bedaquilina
En cuanto al tratamiento de las tuberculosis multi o ultrarresistentes, el panorama es igual de desalentador por la
falta de financiación de la bedaquilina. “Es un fármaco relativamente nuevo que ha dado unos resultados espectaculares, cambiado el paradigma del manejo de los pacientes. Antes teníamos que tratarlos durante dos años y con la bedaquilina
se han reducido a nueve meses. Tal es su eficacia, que la OMS lo ha incluido en el primer estadio de fármacos más eficaces y ha modificado las pautas de tratamientos de esta tuberculosis. Además, es un fármaco oral, lo que facilita mucho su tratamiento. Antes teníamos que recurrir a fármacos intravenosos y tenían muchos efectos adversos”, explica Quirós.
La
raíz del problema emana de los
primeros pasos en el desarrollo del fármaco, el cual se inició a la vez que el Delamanid. “Como este era más barato, se denegó la financiación”, detalla la neumóloga, quien asegura que Separ le ha pedido a la Agencia Española del Medicamento (Aemps) que
actualice su posicionamiento con la última evidencia donde el Delamanid ha pasado al grupo B y la bedaquilina al grupo A. “No son para nada equipotenciales. A día de hoy, ni los hospitales ni las comunidades autónomas nos autorizan su uso porque no está financiada por estos posicionamientos anticuados. Es un problema muy importante porque
es un fármaco que tiene disponibilidad y que ha demostrado su gran eficacia con tratamientos acortados orales.
Dese Separ, incluso se han llegado a reunir con la Aemps. “Nos han trasmitido la actitud de que lo iban a revisar, pero también defienden que como no hay muchos casos en España no merece la pena financiarlo”, desvela la neumóloga, quien ve en un error en esta afirmación: “No reciben muchas solicitudes porque nadie lo financia, es decir, e
stá infraestimada la demanda real de este fármaco”.
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