El dispositivo IQOS (I Quit Ordinary Smoking), iniciales en inglés de “dejo el tabaco habitual”, es un dispositivo desarrollado y recientemente lanzado al mercado que funciona calentando el tabaco pero sin quemarlo. Muchos han considerado que fumar mediante este sistema es inocuo para la salud, sin embargo, según los últimos estudios su uso puede resultar bastante dañino.
Mediante este sistema no se produce pirólisis y, en consecuencia, el humo que se libera es portador de un menor número de sustancias tóxicas para el fumador. Aun así, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) advierte de que estudios recientes demuestran que el IQOS no evita la presencia de sustancias tóxicas que son nocivas para el organismo del fumador. Un estudio llevado a cabo por Reto Auer y otros autores en JAMA Internal Medicine concluyó que el humo de IQOS contenía el 84 por ciento de la nicotina hallada en el humo de los cigarrillos convencionales.
Además, un hidrocarburo policíclico aromático cancerígeno, el acenafteno, fue detectado en una concentración en humo de IQOS de más del doble a la que se encontró en los cigarrillos convencionales. Tras estos hallazgos, los autores concluyeron que el humo liberado por IQOS contiene elementos tóxicos para la salud de las personas que utilizan estos dispositivos.
“Se puede concluir que la utilización de IQOS no reduce de forma significativa la cantidad de nicotina inhalada en comparación con la que se inhala de un cigarrillo normal. Además, aunque con la utilización del IQOS la cantidad que se inhala de otras sustancias tóxicas (formaldehído, acetaldehído, nitrosaminas, todas ellas sustancias que producen cáncer) es menor que la que es inhalada con el de los cigarrillos normales, hay que destacar que esta cantidad es suficiente para ser tóxica para la salud. Luego, el IQOS sigue siendo un dispositivo tóxico para la salud de aquellos que lo utilizan y, por supuesto, no sirve para ayudar a dejar de fumar”, sentencia Jiménez.
Los cigarrillos electrónicos, también insalubres
La inocuidad de los cigarrillos electrónicos (CE) sigue puesta en duda a día de hoy. Tal como denuncia en un comunicado SEPAR, estos cigarrillos contienen sustancias catalogadas de cancerígenas por la International Agency for Research on Cancer.
Este tipo de dispositivos funciona vaporizando un líquido compuesto por una mezcla de sustancias químicas que con la inhalación se depositan en los pulmones del usuario. Entre estas sustancias se encuentran el propilenglicol, la glicerina y la nicotina.
“Propilenglicol y glicerina han mostrado ser inocuos cuando son utilizados por vía oral. No obstante, cuando se utilizan por vía inhalada, como en el caso de los CE, su inocuidad no ha sido claramente demostrada”, advierte Carlos A. Jiménez, presidente de SEPAR.
En el vapor que liberan se han detectado diferentes sustancias, como formaldehído, acetaldehído y acroleínas, que también están presentes en el humo de los cigarrillos manufacturados, aunque en mayor cantidad que en los CE.
Además, en el vapor de los CE se han hallado metales como el níquel, el cromo y el plomo. “Es de destacar que los niveles de níquel hallados en el vapor de los CE son más elevados que los detectados en el humo de los cigarrillos. La International Agency for Research on Cancer clasifica todas estas sustancias como carcinogénicas, sin determinar un umbral de seguridad para su consumo. Además, algunas de estas sustancias tienen capacidad para producir daño en el intersticio pulmonar”, precisa Jiménez.
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