‘Nunca es demasiado pronto, nunca es demasiado tarde’ es el lema que la
Iniciativa Mundial Contra el Asma (GINA, por sus siglas en inglés) ha elegido en 2018 para celebrar el
Día Mundial de esta enfermedad. Como cada año, esta organización internacional elige el primer martes de mayo (en esta ocasión, el día 1) para sensibilizar tanto a los pacientes como a los
profesionales sanitarios de que siempre es el momento adecuado para abordar y controlar una enfermedad que afecta a las vías respiratorias.
El asma es una enfermedad crónica que irá en aumento por el desarrollo industrial y la contaminación
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Aprovechando la celebración,
Neumomadrid, la Sociedad Madrileña de
Neumología y
Cirugía Torácica, se ha adherido un año más a esta campaña. Silvia Sánchez-Cuéllar, coordinadora del Grupo de Trabajo de
Asma de esta entidad, señala que “actualmente, se estima que la adherencia al tratamiento en pacientes con asma no supera el 50 por ciento, por lo que es fundamental superar esta cifra porque mejora el control de la enfermedad”.
En la baja adherencia de las terapias contra el asma entran en juego tres tipos de pacientes, asegura la experta. El primero de ellos es el paciente con un incumplimiento errático (olvidar tomar la medicación); el segundo de ellos, el asmático que presenta un
incumplimiento deliberado (no la toma porque no quiere) y el tercero de ellos, el que incumple de forma involuntaria (no la toma por desconocimiento de la enfermedad o de su tratamiento). Todo ello se asocia a un aumento de la morbilidad y a un mayor uso de los servicios sanitarios.
Más de 230 millones de personas padecen asma
Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (
OMS), 235 millones de personas padecen asma en el mundo, una
enfermedad crónica que causa sibilancias,
disnea, opresión en el pecho y
tos, y que afecta especialmente a los niños y más a las mujeres que a los hombres en la edad adulta.
En el caso de España, el asma tiene una prevalencia entre la población que oscila entre un 1 y un 5 por ciento, según la región, y que irá en aumento los próximos años por el desarrollo industrial, ya que la contaminación es un factor de riesgo para esta enfermedad
Aunque actualmente no tiene cura, es posible reducir su incidencia y prevenir sus ataques con terapias recetadas y evitando los factores que lo desencadenan (tabaco, contaminación, polvo, etc.). “A día de hoy existen importantes novedades en el tratamiento, fundamentalmente centradas en el paciente con
asma grave no controlada”, asegura Sánchez-Cuéllar, quien explica que los nuevos fármacos biológicos dirigidos contra diferentes interleucinas implicadas en la patogenia de la enfermedad que “van a cambiar el curso y el pronóstico del asma”.
El papel del neumólogo
Pero el paciente no es el único que tiene que trabajar en el día a día para manejar y controlar mejor su enfermedad; el profesional sanitario -en este caso el neumólogo- tiene que jugar un papel clave.
“El principal objetivo del tratamiento del asma es lograr y mantener el control de la enfermedad lo más rápido posible,
prevenir las exacerbaciones y mejorar la función pulmonar. Para ello, el neumólogo deberá seguir una estrategia global e individualizada, basada en primer lugar, en el tratamiento farmacológico, ajustándolo de forma continuada; en controlar la exposición a contaminantes ambientales y relacionados con el tabaco; y, finalmente, incidir en la educación para intentar reducir el riesgo de agudizaciones, mejorar la calidad de vida y disminuir costes sanitarios”.
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