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Cuando el ronquido se convierte en enfermedad

La CPAP sigue siendo el tratamiento más eficaz para el síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS)

La diversidad de modelos se ajusta muy bien a las distintas morfologías faciales.

20 sep 2016. 14.20H
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POR REDACCIÓN
Este martes, 20 de septiembre, se conmemora el Día Nacional de la Apnea del Sueño. El síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS) se refiere a la presencia de ronquidos fuertes con pausas al respirar cuando estamos dormidos, cuyas consecuencias se manifiestan tanto en la noche como en el día. Pero, ¿cuándo hay que preocuparse por los ronquidos y consultar con el especialista? Según Mª Fernanda Troncoso, coordinadora del Grupo de Trabajo de Sueño y Ventilación de Neumomadrid (la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica), el ronquido es un trastorno muy prevalente en la población general, dado que se sitúa en torno al 30-40 por ciento en los varones, el 20-30 por ciento en las mujeres y entre el 3 y el 15 por ciento en los niños. “Una persona que ronca más del 10-20 por ciento del tiempo nocturno estudiado o más de tres o cuatro noches por semana debería clasificarse como roncador habitual. Se recomienda estudiar y tratar a estos pacientes roncadores si presentan interrupción del sueño nocturno, apneas observadas por el compañero de cama o familiares, sueño no reparador y excesiva somnolencia durante el día”, detalla.

Los especialistas hablan de excesiva somnolencia diurna o hipersomnia cuando existe la tendencia a dormirse involuntariamente ante situaciones inapropiadas: “Cuando la somnolencia, abotargamiento o cansancio inexplicable interrumpe las actividades de la vida diaria o si se tiene riesgo vital, como sustos conduciendo o accidentes de tráfico, se considera patológico y es necesario hacer una prueba de sueño”, indica Troncoso.

“Aunque la somnolencia está sujeta a variaciones culturales, de edad y sexo, ante este síntoma siempre es importante comprobar que exista un horario regular de sueño con horas suficientes que asegure el descanso y descartar otras enfermedades concomitantes como trastornos del ánimo, drogodependencias, enfermedades crónicas, alteraciones del ritmo de sueño-vigilia o síndrome de piernas inquietas, entre otras, así como el uso de fármacos sedantes”, añade.

Avances en el diagnóstico y en el tratamiento del SAHS

Actualmente, para el diagnóstico de la apnea del sueño “existen equipos sencillos y simplificados, colocados por los mismos pacientes en su domicilio, que constan de pocos cables o sensores y que llegan al diagnóstico certero sin alterar la rutina nocturna de la persona”, afirma la especialista de Neumomadrid.

El tratamiento con CPAP (presión positiva continua en la vía aérea) sigue siendo el tratamiento más eficaz, coste-efectivo y de elección para muchos pacientes. No obstante, la neumóloga señala que “la epidemia de obesidad ha hecho que la apnea del sueño sea aún más prevalente” y que “la pérdida de peso de forma importante puede influir en el mejor control de los síntomas e, incluso, llegar a controlar la enfermedad”. Así, la cirugía bariátrica dirigida a curar las consecuencias de la obesidad como la diabetes, la hipertensión arterial de mal control y la apnea del sueño es una alternativa en casos de obesidad mórbida. No obstante, ganar peso de nuevo hará reaparecer todos los síntomas.

Ahora bien, si el paciente tiene el peso relativamente controlado o es intolerante a la CPAP, existen alternativas como el dispositivo de avance mandibular y técnicas quirúrgicas a nivel otorrinolaringológico y/o maxilofacial.

Dormir con la CPAP

A los pacientes les preocupa que la CPAP –una turbina que transmite una presión continua en la vía aérea a través de una mascarilla– sea ruidosa e incómoda. Sin embargo, Troncoso asegura que, hoy en día, son equipos pequeños, poco ruidosos y sencillos de usar y transportar: “Hay diversos modelos de mascarillas que se ajustan muy bien a distintas morfologías faciales, son cómodas, livianas, silenciosas y están diseñadas para cubrir un espacio mínimo y dar libertad de movimiento mientras se duerme sin afectar el tratamiento”.

Según la especialista, la evidencia científica que avala el tratamiento con CPAP es “indiscutible”, ya que corrige los ahogos, la falta de oxígeno y los despertares transitorios, mejorando la somnolencia y la calidad de vida de los pacientes, y disminuye el riesgo de accidentes de tráfico y reduce cifras de tensión arterial, así como el riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares.

“Es importante que el tratamiento sea continuo y que cubra todas las horas de sueño nocturno, ya que no es curativo”. Además, la coordinadora del Grupo de Trabajo de Sueño y Ventilación de Neumomadrid aconseja “asegurar un número de horas de sueño que proporcionen un buen descanso nocturno, dejar de fumar, realizar ejercicio físico y controlar el peso hasta llegar al ideal. Todo esto forma parte del tratamiento de la apnea del sueño, y es necesario para poder recuperar la calidad de vida”.

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