El
impacto del Covid-19 en otras enfermedades como la tuberculosis está siendo muy negativo. Algo que a priori podría parecernos una obviedad requiere algo más que nuestra atención, según los ponentes de la 9ª Jornada de Actualización en Tuberculosis que ha concluido, a falta solo del encuentro de debate y conclusión que se celebrará la primera semana de mayo.
Así lo ha descrito por ejemplo
José Caminero, neumólogo del Hospital Dr. Negrín, responsable de su Unidad de Tuberculosis y otras Micobaceriosis: “un 28 por ciento de los casos de tuberculosis que se estiman en el mundo no está siendo diagnosticado”, cifra que el epidemiólogo
Joan Artur Caylà, presidente de la Fundación de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona, apuntaba a 50 y 80 por ciento en algunos países.
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Ambos expertos han coincidido en señalar el retroceso que eso supone en cuanto al objetivo de frenar a la tuberculosis: “En cuanto a resultados, hemos perdido una década”, se ha lamentado Caminero describiendo la perspectiva mundial, mientras que Caylà ha señalado que “
en España podríamos decir que volvemos a cifras muy parecidas a las del 2015”.
Ambas epidemias son las que más muertes han causado a la humanidad: la tuberculosis, la más antigua que afecta a la especie humana, la primera en enfermos y muertes, tan solo desbancada en el 2020 por el Covid-19. “En el 2020 -exponía Caylà- porque de continuar el infradiagnóstico de la tuberculosis al final estarán equiparadas. Quizás la diferencia, como reflejó Caminero en su ponencia, es que
el Covid-19 produce más muertes en los países ricos, mientras que la tuberculosis siga más vidas en los países pobres".
El reto del futuro
En este sentido la 9ª Jornada de Actualización de la Red TBS-Stop Epidemias ha vuelto a incidir en la necesidad de la solidaridad, como destacaba otro de sus ponentes,
Juan Jesús Hernández, responsable del Plan de Salud de Cruz Roja Española, “
esta situación tan complicada ha sacado lo mejor de mucha gente”, como demuestra el hecho que esta entidad haya tenido más de 50.000 nuevos voluntarios, “es un canto a la esperanza” concluía.
Caylà lo tuvo claro: en el futuro “será determinante
si somos capaces de mejorar la prevención y control del Covid-19 y si conseguimos alcanzar la inmunidad de grupo a corto plazo”. Y para este experto esa mejora pasa sin dudarlo por un diagnóstico precoz, mejorar el tratamiento (aislamientos, cuarentenas); mejorar la vigilancia epidemiológica (no solo con el convencional estudio de contactos sino también aplicando la epidemiología molecular que permita detectar las cepas idénticas) y conseguir rápidamente una elevada cobertura vacunal.
Según Caylà “
la sindemia tuberculosis y Covid-19 está siendo un desastre” y “tenemos Covid para rato, para años” por lo que "hay que invertir, actuar y evaluar… porque un programa que no se evalúa es un programa que no existe".
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