Que la
CPAP es el mejor tratamiento contra el
síndrome de apnea-hipopnea del sueño (SAHS) es una evidencia ampliamente avalada por la literatura científica. Ahora la comunidad investigadora está volcada en demostrar si esta técnica también tiene consecuencias en las otras patologías que suelen acompañar a los pacientes con esta enfermedad. De hecho, los efectos del tratamiento con CPAP en la sintomatología y comorbilidad asociada al SAHS han protagonizado una de las sesiones de la
XXI Reunión de Invierno Conjunta de Áreas de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), celebrada recientemente en Sevilla.
Este año se han divulgado
tres estudios al respecto en revistas de alto impacto, liderados o con una participación muy activa de investigadores españoles. Uno de ellos, publicado en
The New England Journal of Medicine, ha sido dirigido en España por
Olga Mediano, del Hospital Universitario de Guadalajara. “Es un
estudio internacional muy ambicioso en el que han participado seis centros españoles durante ocho años para evaluar el efecto que tiene la CPAP como prevención secundaria en pacientes con SAHS asintomático de moderado a grave que han sufrido previamente un ictus o cardiopatía isquémica”, detalla la neumóloga
Araceli Abad, responsable de la Unidad Respiratoria de Trastornos del Sueño y Ventilación No Invasiva del Hospital Universitario de Getafe (Madrid) y moderadora de la mesa celebrada en la Reunión de Invierno de Separ.
Los pacientes seleccionados (2.717 de entre 45 y 75 años) fueron sometidos de forma aleatoria a tratamiento con CPAP o a la aplicación solo de las medidas de seguimiento habituales de la enfermedad cardiovascular. “Los resultados del grupo tratado con CPAP, que tuvo una adherencia de 3,3 horas (por debajo de lo que se considera terapéutico), no demuestran que esta técnica disminuya el riesgo cardiovascular”, explica Abad. Sin embargo, estudios observacionales previos sí que revelaban una disminución del riesgo, por lo que el nuevo estudio supone “un cambio en la perspectiva de tratamiento de estos pacientes”, señala la neumóloga. No obstante, reconoce que son necesarias más investigaciones que permitan establecer definitivamente el papel del tratamiento con CPAP en la prevención cardiovascular secundaria en pacientes con apnea del sueño.
Otro estudio, publicado en
American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine y liderado por
Elisabet Martínez-Cerón, del Servicio de Neumología del Hospital Universitario La Paz de Madrid, analiza el efecto de la CPAP en el control de la glucemia en pacientes con
diabetes mellitus tipo II. “
La investigación parte de la hipótesis de que existe un mecanismo fisiopatológico de ida y vuelta entre la diabetes tipo II y el SAHS, porque en los pacientes con SAHS se agrava la diabetes y los pacientes diabéticos tienen mayor afectación de SAHS”, indica Abad.
Para la investigación, se dividió a los pacientes en dos grupos, uno tratado con CPAP y otro control. “Parece que hay un grupo de pacientes diabéticos que usan CPAP y tienen un mejor control de la glucosa. Esto abre nuevas vías de investigación porque tener un mejor control de las cifras de glucemia implica también tener un menor riesgo cardiovascular”, destaca la neumóloga.
Eficacia demostrada en mujeres
También en
American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine ha aparecido
un estudio dirigido por
Francisco Campos, neumólogo del Hospital de Valme (Sevilla), que, por primera vez, evalúa los efectos de la terapia con CPAP en
mujeres con apnea del sueño, ya que las investigaciones anteriores han sido llevadas a cabo en cohortes principalmente masculinas. “Las mujeres con SAHS no presentan somnolencia, sino comorbilidad psiquiátrica y psicológica”, matiza Abad, quien recalca que “la apnea del sueño tiene mayor deterioro en la calidad de vida de las mujeres respecto a los hombres”.
Durante la primera fase de este estudio se ha examinado el efecto de la CPAP durante un trimestre en mujeres con apnea del sueño moderada. “En tan solo tres meses mejoran todos los parámetros relacionados con la calidad de vida y todos los cuestionarios relacionados con parámetros emocionales”, destaca la neumóloga. El siguiente paso será evaluar el efecto de la CPAP en otras esferas, como el metabolismo glucémico o la tensión arterial.
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