En el
desarrollo de medicamentos aparecen dos tipos de innovación. Por un lado, está la radical, que se produce cuando se comercializa un fármaco totalmente nuevo para enfermedades que no tienen tratamiento. Y, por otro, está la
innovación incremental, que es más desconocida, aquella que nace a partir de fármacos que ya existen a los que se les incorpora modificaciones para ser utilizados en otra patología.
La
industria farmacéutica cree que
falta mayor reconocimiento por parte de las autoridades sanitarias para impulsar la innovación incremental y dar más opciones a los pacientes. Así lo ha manifestado en varias ocasiones
Farmaindustria, alegando que este tipo de innovación es muy valorada por los profesionales sanitarios porque
mejora la práctica clínica, así como la calidad de vida de los pacientes.
El
Ministerio de Sanidad es consciente de la necesidad de su importancia, de hecho, tal y como explica a
Redacción Médica, la innovación incremental a niveles 'macro' se tiene en cuenta dentro del
proceso de toma de decisiones de precio y reembolso para incluir un determinado medicamento dentro de la
financiación pública. Si bien, no se reconoce a nivel 'micro'.
Esta situación apunta a ser cambiada, ya que Sanidad sí plantea una reforma para tener en cuenta este 'pequeño' valor extra. "Es cierto que es
necesaria alguna modificación legal para tener en cuenta
la pequeña innovación incremental que surge como consecuencia de nuevas dosis,
nuevas formas farmacéuticas, nuevas indicaciones o nuevos dispositivos", explica a este medio.
¿Qué es la innovación incremental?
Cuatro de cada diez nuevos fármacos que se ponen en el mercado en España son una innovación incremental. Es aquella basada en nuevas formas de aplicación, con efectos más rápidos de actuación, o en una mejora en la composición que reduce los efectos adversos, incluso en
mejorar el sabor en un medicamento infantil que hace que los niños lo tomen mucho mejor.
“La denominada innovación incremental es un
proceso de mejora del medicamento más callado, más silencioso, que el de la innovación disruptiva. Es un cambio que afecta a los fármacos que ya utilizamos mejorándolos poco a poco, una evolución que responde a las necesidades y demandas de los propios pacientes y médicos. Son variaciones en la formulación y concepto original del medicamento que generan notables ventajas para pacientes y profesionales sanitarios, tales como mayor rapidez de actuación, facilidad de uso o mejoras en la eficacia del compuesto y en la adherencia del paciente al tratamiento”, subraya
el director del Departamento Técnico de Farmaindustria, Emili Esteve.
Tales avances, añade, “contribuyen también al
ahorro y la eficiencia del sistema sanitario, puesto que una mayor adherencia o cumplimiento de tratamiento por parte del paciente implica un
mayor control de su enfermedad y, por tanto,
menor riesgo de recaídas y necesidad de otros
recursos sanitarios”.
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