El
Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) ha aprobado la nueva
Estrategia del Ictus con la que se pretende mejorar los protocolos de actuación para reducir hasta un
20 por ciento la mortalidad asociada a esta enfermedad. El documento, al que ha accedido
Redacción Médica, establece algunas recomendaciones dirigidas a que las comunidades autónomas actualicen sus procedimientos. El protagonismo de las unidades de ictus,
las ratios de pacientes, los tiempos máximos de atención, el papel de la historia clínica, la formación o la prevención en salud pública son algunas de sus claves.
El equipo de trabajo de la ministra de Sanidad,
Mónica García, ha presentado el último borrador a los consejeros de las respectivas autonomías en
la cumbre sanitaria celebrada este viernes en Madrid. La nueva hoja de ruta sobre la enfermedad pivota en torno a
seis líneas estratégicas que permitirán abordar la enfermedad durante todas sus diferentes fases: Promoción de la Salud y Prevención Primaria; Prevención Secundaria; Organización asistencial, diagnóstico y tratamiento; Unidad de Ictus; Neurorrehabilitación y vida después del ictus; Investigación y formación.
La nueva estrategia fija algunos objetivos ambiciosos como lograr una
supervivencia en casos de ictus isquémicos superior al 70 por ciento transcurridos los primeros meses, disminuir en un 20 por ciento las complicaciones infecciosas, garantizar el acceso a un tratamiento integral a todos los pacientes que se encuentren en una fase hiperaguda, reducir la
estancia media en el hospital por debajo de los 10 días o incrementar la independencia funcional, entre otros.
Ratios de pacientes de ictus
Entre las grandes propuestas para mejorar la atención de los pacientes, figura el establecimiento de una ratio mínima de
una cama en cada unidad de ictus por cada 100 ingresos registrados anualmente. Además, también se establece un manual de tiempos máximos de actuación. Desde el inicio de los síntomas a la entrada al hospital no se debe superar las 2 horas, mientras que el código ictus se activará en un espacio de tiempo de 1 hora desde la llegada al centro. Y
las pruebas de imagen deberán estar listas en menos de 15 minutos tras el ingreso en Urgencias.
“Se activará el código ictus en pacientes con déficit neurológico agudo de menos de 24 horas, o de inicio desconocido, pero presumiblemente de menos de 24 horas. Se excluyen únicamente pacientes con gran dependencia previa o situación clínica previa de enfermedad grave e irreversible que condicione la esperanza de vida”, reza la estrategia.
Más allá de los protocolos, la estrategia insiste en que las unidades de ictus deben constituir el
“recurso asistencial central” en la atención de la enfermedad. Por eso, se recuerda la necesidad de seguir creando estas estructuras, así como realizar auditorías para evaluar su funcionamiento.
“Para ello, es fundamental el desarrollo de
una organización protocolizada y coordinada de todos los profesionales implicados en el tratamiento del ictus, así como
una dotación de recursos humanos y técnicos altamente especializados, una formación continuada y una evaluación periódica de los servicios de atención que aseguren la calidad de los mismos”, han apuntado desde Sanidad en el documento.
La investigación de ictus en el SNS
La estrategia también contempla iniciativas más allá de la atención al uso. El aumento de los
impuestos a las bebidas energéticas, el alcohol o el tabaco, la reducción de la ingesta de sal, los menús saludables en los hospitales y los colegios, el empoderamiento del paciente, la
promoción de la salud desde la Atención Primaria o la integración de datos en la historia clínica digital son algunos de los factores que se abordan dentro del apartado de la prevención.
Por otro lado, el documento se centra también en la necesidad de reforzar
la actividad investigadora del personal del Sistema Nacional de Salud en el abordaje del ictus. Entre las principales medidas, figura la de instar a las comunidades autónomas a que dispongan de un
plan de formación continuada en Atención Primaria, centros de urgencias, unidades de ictus y otros modelos asistenciales que garantiza “la correcta y pronta identificación, traslado y atención de los pacientes”.
Para poder materializar la estrategia, la cartera de Sanidad ha fijado una batería de indicadores para que las comunidades evalúen el avance de la hoja de ruta. La disponibilidad de
neurólogos de guardia, las
ratios de Enfermería en las unidades de ictus, la existencia de
protocolos específicos, las altas hospitalarias, la prevalencia de la enfermedad, los tiempos de espera, la mortalidad o los pacientes por habitante son solo algunas de las cifras a tener en cuenta.
“Los datos ponen de manifiesto el importante problema de salud pública que constituye la enfermedad cerebrovascular y la necesidad de optimizar la asignación de recursos para
garantizar una atención individualizada, integral, interdisciplinar y coordinada, con el objetivo de reducir su impacto en la vida de las personas”, han concluido desde el Ministerio de Sanidad.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.