El
sistema de donaciones de España mantiene su habitual buena salud, aunque, en palabras de
Miguel Ángel Vesga, presidente del Comité Científico para la Seguridad Transfusional (CCST), “siempre hay momentos más críticos”. Uno de ellos es, precisamente, el verano. En la actualidad, explica a
Redacción Médica, “la prioridad es obtener plasma”, algo que desde la Administración central se pretende conseguir con un nuevo impulso al
fraccionamiento de este componente sanguíneo para la fabricación de medicamentos. Se trata de un paso más hacia la
autosuficiencia estratégica.
En declaraciones a este periódico, el presidente del CCST explica que este plasma constituye una parte de la sangre que contiene multitud de moléculas esenciales para la coagulación, la defensa contra infecciones y otros beneficios. De él, por tanto,
se pueden obtener “muchos medicamentos” que se postulan especialmente necesarios en un contexto de
envejecimiento demográfico como el actual, además del paulatino incremento de la capacidad de diagnóstico de patologías.
“Esos medicamentos solo se consiguen del plasma, y por eso cada año se necesita más”, concluye Vesga, que llama a incrementar las
donaciones específicas y voluntarias en un espacio de tiempo corto para conseguir la autosuficiencia estratégica y, por ende,
no depender de terceros países.
Según sus cálculos, en un periodo de tres o cuatro años sería necesario aumentar las donaciones anuales en
alrededor de 500.000. Es decir, un
25 por ciento más, aproximadamente, del valor actual.
“Si en unos pocos años conseguimos esas 500.000 donaciones más al año de forma mantenida, que no es una cosa excesivamente complicada teóricamente, se puede conseguir”, asegura. Al menos, sobre el papel: “Cuando uno baja a la realidad se encuentra con más problemas —asume—. Pero, en realidad, esto quería decir tener aproximadamente
200.000 donantes altruistas más en el país, teniendo en cuenta que
ahora tenemos 1.200.000”. No se trata, afirma, de un incremento “desproporcionado”.
Sobre las razones por las que es necesario que las
donaciones sean no pagadas, Vesga incide en que fomentaría que ese papel recayera sobre las
personas más desfavorecidas, “que tienen que recurrir a ese tipo de actividad para conseguir algún ingreso más”. “Esto implicaría donar muchas veces y podría producirse una situación de riesgo para ellos”, apunta.
“Es mucho más razonable que en un país como España, que tiene una
alta cultura de la donación, todos hagamos un esfuerzo para conseguir unos pocos donantes más para conseguirlo”, defiende.
Fraccionamiento de plasma sanguíneo
Recientemente, de hecho, Moncloa aprobó un acuerdo marco con el objetivo de seleccionar a un
adjudicatario único para fraccionar el plasma de donantes altruistas de todas las comunidades autónomas.
Cada año, los
20 centros de transfusión del país envían a la industria farmacéutica, a través de contratos específicos para cada una de ellas, más de
413.000 litros de plasma. Cada autonomía recibe los productos derivados de su propio plasma y los distribuye a sus respectivas farmacias hospitalarias.
“A pesar del aumento sustancial de plasma remitido a la industria fraccionadora desde los centros de transfusión, no se alcanza el nivel de
autosuficiencia en derivados plasmáticos para fabricar medicamentos —informó el Ministerio de Sanidad—. Por este motivo, se ha contemplado incrementar la eficiencia, mediante un acuerdo marco, con el fin de lograr el máximo aprovechamiento del plasma fijando unas condiciones homogéneas y un precio de fraccionamiento unificado, para las
17 comunidades autónomas adheridas, impulsando el procedimiento de contratación y procurando ofrecer valor añadido al Sistema Nacional de Salud (SNS) y a las compañías.
En palabras de Miguel Ángel Vesga, lo primero que se hace nada más obtener las donaciones de sangre es fraccionarlas en componentes. “Así se hace un
aprovechamiento total de la sangre donada y se saca el máximo beneficio”, explica.
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