La
transición política vivida en España tras la muerte del
dictador Francisco Franco interesó lógicamente también a la sanidad, un sector que en el final de la década de los años 70 y comienzos de los 80 se enfrentaba a las nuevas expectativas que acompañaban a la Democracia.
Unas siglas guiaron los designios del país en estos seis primeros años del postfranquismo,
UCD, que respondían al partido político
Unión de Centro Democrático. Ideado por
Adolfo Suárez, un político hábil que había sabido navegar por los últimos años del régimen que acababa, y que cargó con las dificultades y el desgaste del trance. Tales fueron las presiones del momento, que incluso tuvo que echarse a un lado a comienzos de 1981 para dar paso a otro presidente,
Leopoldo Calvo-Sotelo, que formaba parte de su propia formación.
Para la Sanidad fueron años convulsos, como para el país en general, que luchaba por transformarse.
Enrique Sánchez de León, el 'padre' del Insalud
Este abogado especializado en
Derecho sindical tiene el honor de ser el primer ministro de Sanidad (y Seguridad Social) de la Democracia. Su nombramiento en julio de 1977 respondió a cierta lógica, porque por su trayectoria profesional estaba muy ligada al
Ministerio de Trabajo, donde residían las prestaciones de la
Seguridad Social a las que estaba ligado el derecho a la asistencia sanitaria.
De
Enrique Sánchez de León (1934) partieron los cimientos del
Instituto Nacional de Salud (Insalud), que pilotaría el sistema sanitario español hasta la transferencia definitiva de las competencias a las Comunidades Autónomas, allá por 2002.
La Constitución de 1978 incorporaba el reconocimiento del derecho a la salud para todos los españoles, y el Insalud asumía el protagonismo que hasta ahora tenía el
Instituto Nacional de Prevención.
Dentro del Ejecutivo de Suárez, Sánchez de León tuvo varios encontronazos con el vicepresidente segundo y ministro de Economía,
Fernando Abril, sobre todo por las cuentas de la Seguridad Social. Al final el ruido de sables quedó en eso, y Abril fue quien curiosamente en 1991 dejó para la posteridad un informe para contener el
gasto sanitario, que ha sido muy traído y llevado en el sector, pero que nunca llegó a ejecutarse.
Sánchez de León dejó la catera ministerial en abril de 1979, con el Insalud encarrilado, y esbozando las primeras medidas c
ontra el tabaco y el alcohol y su regulación publicitaria. También se mostró preocupado por lo que después se ha llamado
Educación para la Salud, consciente de los déficit de información sanitaria que tenía la ciudadanóia del momento.
Pocas semanas después el
Consejo de Ministros le ponía al frente del Consejo de Administración de
Campsa, posiblemente la empresa estratégica más importante entonces en España, participada por el Gobierno, y que manejaba en nuestro país un bien tan sensible como el petróleo y sus derivados.
En política siguió como diputado, y llegó a presidir en el Congreso la
Comisión de Sanidad, aunque desavenencias con otro ministro de Sanidad,
Alberto Oliart, terminó forzando su dimisión en octubre de 1980, pocos meses después de tomar posesión.
Su actividad profesional en cambio, desde 1982, ha estado centrada en su despacho de abogados,
Sánchez de León Abogados.
Entrando en el terreno más de las anécdotas para la historia, hay que destacar que fue el primer ministro español (de cualquier ramo) que pisó territorio de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), allá por 1978.
Eran tiempos de un espeso telón de acero que opacaba el sistema comunista a ojos de occidente, y Sánchez de León encabezó la delegación oficial española que participó en una reunión de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) e incluso se citó con integrantes del Ministerio de Sanidad soviético.
También para el anecdotario queda su vertiente futbolística.
Sánchez de León fue candidato en 1987 a ser presidente del club de fútbol
Atlético de Madrid. Se enfretaba, entre otros, al constructor
Jesús Gil y Gil. Desde el comienzo del proceso electoral la relación fue tensa entre ambos, y esta mala relación se prolongó durante años y años, en los que el exministro de Sanidad ejerció una oposición constante denunciando presuntas irregularidades de Gil en el entorno del
club rojiblanco.
Juan Rovira, la Sanidad con tinte constitucional
Si Sánchez de León fue el primer ministro de
Sanidad y Seguridad Social de la nueva etapa democrática, su sucesor, el jurista y economista
Juan Rovira Tarazona (1930 - 1990), tuvo el honor de coger el testigo con la aprobación de la
Constitución de 1978 muy reciente. Dispuso de poco tiempo como responsable de la cartera (cesó en abril de 1979), ya que las primeras elecciones constituyentes le sacaron del cargo.
Partió con la idea de una reforma del sistema sanitario en la que el peso de la relación del médico con el paciente estuviera en la
Atención Primaria, en la Medicina Familiar y Comunitaria y en la Pediatría. También la
libre elección de médico (como en otros tantos ministros de la Sanidad pre-transferencias) fue de los temas que tuvo sobre la mesa y no pudo llegar a desarrollar.
Como ministro le dio tiempo a celebrar efemérides como el 50 aniversario del
Hospital de Valdecilla, de Santander.
Tras su paso por el departamento sanitario siguió ostentando responsabilidades políticas, ya que también fue delegado del
Gobierno en Cataluña. Su carrera parecía diluirse cuando dejó UCD y pasó a las filas del Partido Demócrata Popular (PDP), que lideró
Óscar Alzaga. Tras el fracaso de esta iniciativa, se integró en la Alianza Popular de
Manuel Fraga, y volvió a ser diputado nacional. Falleció con solo 60 años, después de ser sometido a un trasplante de hígado.
Alberto Oliart, el ministro de Sanidad más breve
Solo seis meses estuvo el jurista
Alberto Oliart Saussol (1928 - 2021) al mando del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social. Interrumpió su progresión la inestabilidad del Ejecutivo de Adolfo Suárez, que cedió ante la presión para abandonar la
Presidencia del Gobierno. La brevedad ministerial parecía que era su sino en los gobiernos de Suárez, porque le había sucedido lo mismo poco tiempo antes en la cartera de
Industria y Energía, donde superó por poco el medio año en el cargo.
Más adelante, ya con
Leopoldo Calvo-Sotelo como presidente, volvió a ser nombrado ministro (esta vez de
Defensa) y por fin superó el año al frente de esta responsabilidad, desde donde fue el encargado de 'lidiar' con las consecuencias militares y sociales que acarreó el fallido golpe de Estado de febrero de 1981.
En Sanidad poco pudo hacer. Esbozó la introducción de la informática en la sede ministerial, enfocada sobre todo al control económico. Por otro lado, se disponía a dar continuidad a la reforma emprendida para que
Atención Primaria fuera la primera gran puerta de entrada al sistema; luego una red de hospitales de mediano tamaño respondería a la cronicidad; y los grandes centros hospitalarios a los agudos y a la complejidad.
Era una reforma que él calculaba que tardaría al menos una década en llevarse a cabo, y que efectivamente acabaría culminando el
PSOE de
Felipe González con la
Ley General de Sanidad de Ernest Lluch en 1986.
Para el recuerdo quedan retazos de su variopinta carrera profesional, que va desde ser director general del
Banco Hispano Americano, a director general de
Radio Televisión Española, desde 2009 hasta 2011. Dimitió del cargo tras la polémica por la asignación de un contrato a una empresa en la que trabajaba uno de sus hijos.
En 2021 el temido covid-19 se cruzó en su camino, dejando como testimonio de Oliart sus libros de memorias, que incluso recibieron el premio literario
Comillas.
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