Un análisis de más de 3.000 estudios, la mayoría
ensayos clínicos aleatorizados, de tres de las
revistas médicas más importantes –
JAMA,
The Lancet y
NEJM– ha dado como resultado la identificación de casi 400
prácticas médicas de escaso o nulo valor.
Los investigadores, pertenecientes a las universidades estadounidenses de Oregon, Maryland y Chicago, han publicado en la revista de acceso libre
eLife una revisión de 3.017 artículos (publicados entre 2003 y 2017) que clasificaron por tipo de ensayo, novedad y tipo de resultado.
Así, detectaron 396 ejemplos de tratamientos de poco o ningún valor clínico, entre los que se encuentran la realización de
mamografías cada uno o dos años en mujeres entre los 40 y 49 años, el uso de
wearables para
bajar de peso a largo plazo, la suplementación de
vitamina A en neonatos en el momento del nacimiento o el uso de sertralina o mirtazapina en personas con alzhéimer.
Valor de las intervenciones cardiovasculares
La mayoría de prácticas médicas ineficaces tenían que ver con las enfermedades cardiovasculares (20 por ciento),
salud pública y Medicina preventiva (12 por ciento) y cuidados críticos (11 por ciento).
La mayoría de estudios que refutan prácticas médicas implantadas están financiados por la Administración Pública
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Según el
tipo de intervención, la farmacológica fue la más frecuente (33 por ciento de los casos), seguida de procedimientos (20 por ciento) y la suplementación con vitaminas (13 por ciento).
Además, fueron objeto de refutaciones intervenciones conductuales como el
mindfulness,
terapias alternativas como la acupuntura, los suplementos dietéticos como los
ácidos grasos omega 3 o prácticas comunitarias como la prevención de embarazos en la población adolescente.
Coste de las prácticas ineficaces
Los autores de esta extensa revisión calcula que el coste asociado a estas prácticas de escaso o nulo valor en Estados Unidos se sitúa en
tre los 1.900 y 8.500 millones de dólares al año.
Además, indican que la mayoría de los estudios que refutan prácticas médicas instauradas fueron financiados por la Administración Pública u organismos que no tenían conflicto de interés (63,9 por ciento de los artículos).
Otras de las prácticas de escaso valor identificadas apuntan al
uso de zopiclona para el insomnio, el cateterismo de la arteria pulmonar tras insuficiencia cardíaca congestiva, el uso de protectores de cadera para prevenir fracturas o las inyecciones epidurales de glucocorticoides para la estenosis de columna lumbar.
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