En la calle Campomanes de Madrid hay dos hoteles y una librería especializada en textos en varios idiomas. Justo enfrente, en el número 10, vivió sus primeros años Fausto Baño. Nacido en 1940, es
médico, jubilado, y rompe un cliché: no tiene una abultada pensión de jubilación. De hecho,
no tiene pensión. Baño es uno de los 150 médicos a los que la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial ayuda a llegar a fin de mes con una prestación económica. En su caso,
1.330 euros “que no dan para muchos lujos”, explica, pero sí la tranquilidad suficiente para vivir. Más aún cuando se le agoten los
ahorros que le quedan, que calcula que le
aguantarán "dos o tres años más".
¿Qué pasó para que un médico que ha ejercido siempre en España
no tenga pensión de jubilación y viva con una ayuda? Baño nació con vocación asistencial: “Si se caía algún amigo cuando éramos niños, yo siempre iba a socorrerle”, rememora. Y no cejó en su empeño hasta que
se licenció en Medicina en 1964. Con 24 años, título en mano, buscó especialidad.
“Entonces no existía el MIR”, matiza. “Te especializabas adscribiéndote a un Servicio hospitalario, donde estabas bajo la tutela del director de esa especialidad,
que te acreditaba como tal tras dos años formándote”. Así cursó dos especialidades, primero
Traumatología bajo la dirección de Ángel Garaizábal; después,
Reumatología. A ello sumó formación extra en acupuntura en la Universidad de Granada y quiropráctica vertebral en el actual Hospital 12 de Octubre. “Traté de estar siempre avanzado en tratamientos para mis pacientes”, asevera.
Fue ahí cuando empezó su carrera como médico,
alejado casi siempre de la sanidad pública, donde no estaba de acuerdo con las facilidades que el Estado daba para ejercer la Medicina. “Tuve
dos clínicas de mi propiedad”. La primera en
Leganés, Clínica San Cosme, donde ejerció como traumatólogo para accidentes de trabajo, con gran actividad gracias al
“boom de construcción” del sur de Madrid en los primeros años 70. La segunda, tras cerrar la anterior por la desactualización de baremos y la falta de sostenibilidad económica, en una de las zonas más privilegiadas de Madrid: Diego de León.
Inaugurada en 1978, la Clínica Transvital estuvo enfocada a la Reumatología, “con tratamientos especiales que no se veían en esa época, como los
baños galvánicos o un láser CO2” que, a juicio de Baño, convirtió a su centro sanitario “en la mejor clínica de este tipo de Madrid, y de las más importantes de España”.
Baño se apoya también en unos ahorros que estima se le agotarán en dos o tres años
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Aquella aventura duró hasta 1994, pues explica que
la crisis económica frenó muchos contratos con las aseguradoras, lo que según señala, hizo insostenible un negocio que llevaba abierto 14 años con una plantilla de cinco médicos, enfermeras… “En aquella época, el despido suponía mes y medio de sueldo por año trabajado y lo cierto es que
aquellas indemnizaciones me dejaron en los huesos”, reconoce Baño sobre uno de sus grandes tropiezos económicos. Y es que para hacer frente a dichos despidos,
tuvo que vaciar su seguro de jubilación privado.
Sin embargo, este médico-empresario (como él mismo se denomina), no se detuvo y emprendió una nueva aventura en
Lanzarote, donde trasladó su tecnología sanitaria para emprender una nueva clínica que estuvo activa dos años.
“Regresé a Madrid porque mi madre ya era mayor y le vendí todos los aparatos a un médico de allí”, recuerda sobre un proceso donde todos esos equipos, al ser de 'segunda mano', perdieron el 75% de su valor.
A todo esa trayectoria laboral hay que añadir un hecho clave:
hasta 1995, los médicos no estaban obligados a cotizar como autónomos, tal y como explican a este medio fuentes del sindicalismo médico español. Solo era necesario estar dado de alta en el
Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE), lo que suponía el pago de una tasa, y con ello ya se podía ejercer pero claro, sin cotizar para una futura pensión pública.
Inestabilidad laboral como médico
Pero volvamos a la historia, a Madrid. Es 1996, cambio político en España, José María Aznar releva a Felipe González en Moncloa y Baño emprende un cambio (o regreso) de vida.
“Empecé a dar tumbos como médico contratado en varios centros de la capital, desde clínicas a residencias de ancianos”, explica sobre esa época. Un tiempo en el que logró cierta estabilidad en un centro hasta que se jubiló con 74 años. De hecho, es
colegiado honorífico del Colegio de Médicos de Madrid, tal y como confirma esta institución.
Desde entonces, la citada
prestación económica de la OMC, esos menguantes ahorros y la venta del piso familiar en Madrid le han permitido subsistir con una vida que Baño admite modesta. Una realidad que no le hace arrepentirse de nada de lo hecho: “No sé si cambiaría algo de mi vida porque he sido y soy un enamorado de la Medicina”, aclara. Su frase de despedida no deja dudas:
“No fue un trabajo, fue un disfrute”.
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