Los psiquiatras han llamado la atención acerca del uso inapropiado de algunos medicamentos, como los antihistamínicos, en los llamados
ataques de pánico, un trastorno de ansiedad para el cual no resulta suficiente, ni al parecer apropiada, la indicación de tales fármacos, por lo general provistos de un efecto sedante que aminora la agitación del paciente pero en modo alguno previene la aparición de nuevas crisis, y, en definitiva, no encaja en la ortodoxia terapéutica de los cánones al uso.
Así se deduce de las recomendaciones de
no hacer aportadas por la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) al proyecto Compromiso por la Calidad del Ministerio de Sanidad y que acaban de darse a conocer.
La tercera de ellas llama de forma clara a los médicos a “no prescribir los antihistamínicos para el tratamiento del trastorno de pánico”, extremo que ratifica, a título personal para Redacción Médica, el expresidente de esa sociedad científica y jefe del Servicio de la especialidad en el Ramón y Cajal de Madrid, Jerónimo Saiz: “Los antihistamínicos forman parte de muchos medicamentos libres de prescripción, los llamados OTC, que se venden en el mercado de forma libre y a menudo se publicitan, por lo que no se trata de una mala recomendación, ni mucho menos”.
Por lo tanto, en opinión de los psiquiatras los médicos no deben contribuir al uso de antihistamínicos para tratar la ansiedad en ese trastorno específico, ya que, en todo caso, “existen alternativas” mucho más apropiadas.
En el
trastorno de ansiedad generalizada, tampoco resulta razonable la prescripción de otros medicamentos, los antipsicóticos, y así consta en otra de las recomendaciones de la SEP para dejar de hacer determinadas prácticas médicas.
Según corrobora Saiz, “los antipsicóticos son medicamentos que revisten efectos secundarios y dificultades en su manejo que no justifican su uso en ese trastorno para el que, además y en todo caso, no están indicados”. Asimismo, uno de los consejos de la SEP advierte de que no se utilicen ‘dosis de carga’ de estos fármacos en el tratamiento de la psicosis y la esquizofrenia infantiles.
Otras de las sugerencias que la SEP ha transmitido al Ministerio de Sanidad también se centra en la pauta racional e indicada de los fármacos, en este caso las benzodiacepinas de vida media larga prescita, a veces, a mayores de 65 años para el tratamiento del insomnio crónico. Si se ha de tratar éste –precisa el especialista– resulta mucho más apropiada la vida media corta para que, digámoslo así, el paciente se levante por la mañana sin sensación de ‘cuelgue’, entre otras razones que justifican el consejo.
Por último, la primera recomendación para no hacer de la SEP reza sobre dejar de utilizar los niveles en sangre de serotonina como criterio diagnóstico de la depresión, extremo respecto del cual Saiz ha sido taxativo: “Es un error, una superchería y no tiene ningún sentido llevar a cabo tales determinaciones por la sencilla razón de que esos valores no reflejan para nada el metabolismo central de la serotonina, y, por lo tanto, carece por completo de utilidad medirla en el contexto de un cuadro clínico depresivo”, ha zanjado.
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