Al paciente no le da igual la vestimenta del médico según se deduce de una exhaustiva revisión de la literatura científica, muy abundante en tal asunto, que se ha publicado en
British Medical Journal y que ha generado mucha polémica en el colectivo desde entonces.
Entre los facultativos, en efecto, los hay que defienden mantener las formas clásicas en la apariencia del médico, uniformado con bata blanca o con pijama verde; pero tampoco falta quien reduce la influencia en el enfermo de tal circunstancia y critica lo que consideran una visión clasista de la Medicina.
De los primeros es conocida un microbióloga del Servicio Nacional de Salud británico (el NHS), Stephanie Dancer, porque publica a menudo trabajos sobre higiene hospitalaria y, en un artículo muy difundido que apareció en la misma revista, advierte del “daño en la reputación” de los médicos debido al aspecto “desaliñado” que ella asocia, además, a la falta de higiene.
Dancer dio pie a nuevas investigaciones tras darse a conocer su reseña, la más consistente de las cuales tal vez sea esta última revisión, de 2015, llevada a cabo en la Universidad de Michigan, en Ann Arbor (Estados Unidos), con una muestra de 11.533 pacientes adultos de 14 países diferentes.
De hecho, una de las justificaciones del trabajo ratifica que, en la comunidad sanitaria, persiste la incertidumbre acerca de si el atuendo médico influye o no en la percepción de los médicos por parte de sus pacientes. De lo cual se deduce que no es baladí investigarlo en aras a mejorar la calidad de la asistencia que éstos reciben.
Factores culturales y contexto del encuentro médico
Y, lo que resulta más importante, el estudio concluye que, a pesar de que los pacientes con frecuencia prefieren el atuendo formal de sus médicos, cómo perciben su vestimenta depende de factores culturales como la edad, la procedencia y el contexto en el que tengan lugar sus cuidados.
Así, la investigación deja claro que, de los estudios revisados, se observa que los servicios hospitalarios de atención médica urgente (como las unidades de cuidados intensivos –UCI–) son más proclives a exigir una vestimenta clásica y formal por parte de los pacientes.
En cuanto a la idiosincrasia cultural, los autores ponen en la balanza de las preferencias clásicas de vestimenta a los europeos, asiáticos y americanos de más de 50 años. En el otro lado, es decir, el de quienes aceptan a médicos más informales y descuidados en su forma de vestir, sitúa a los americanos de las últimas generaciones.
Por último, el trabajo considera necesario el desarrollo de políticas sanitarias que se hagan eco de esas percepciones y favorezcan la imagen del médico que más seguridad y confianza inspira en sus pacientes.
Estudio publicado en British Medical Journal
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