Los
hospitales son sitios en los que se aúnan todo tipo de personas: tanto pacientes con diversas dolencias o enfermedades como especialistas sanitarios de distintas edades y entornos.
La convivencia entre los compañeros de un mismo centro sanitario puede conllevar el aprendizaje al observar otras formas de vivir la profesión, tanto desde la experiencia como desde la ilusión de los primeros años.
Redacción Médica ha hablado con
tres médicos de distintas generaciones, la Generación Z, los Millennials y la Generación X, que cuentan
cómo es su experiencia dentro de los hospitales en los que trabajan o han trabajado.
Para
Natalia Peláez,
residente de segundo año de Otorrinolaringología en el Hospital Puerta de Hierro, la principal diferencia entre su generación, la Z, y otros compañeros más mayores está en
cómo se dirigen los unos a los otros: “Creo que tienen un trato más formal entre ellos o con otros compañeros. Mientras que
tengo la sensación de que los jóvenes nos tratamos con un poquito más de cercanía”, afirma. Añadiendo que observa que, cuando hablan con compañeros de su promoción se tratan con “mayor respeto”. Otra cosa que destaca Peláez es que considera que la gente de su edad es
más reivindicativa con las condiciones laborales: “Cuando pensamos que a lo mejor hay alguna injusticia, en lugar de acatarla, intentamos que las cosas cambien”.
En este tema coincide
Elena Casado,
anestesista que actualmente ejerce en la sanidad pública fuera del ámbito hospitalario y en la privada en su consulta especializada en dolor crónico. Aunque no se lleva muchos años con Peláez, es de la generación inmediatamente anterior, sí ve este cambio al que se refiere: “Las nuevas generaciones tienen más claro el equilibrio entre vida personal y vida profesional y
creo que vienen pisando fuerte con los derechos laborales y con la necesidad de cuidarse como persona para poder ser un buen profesional”. Añade que la gente de su generación se encontraban en un “periodo transicional”, mientras que los más jóvenes lo tienen más integrado. Para
Álvaro García-Sesma, cirujano general y del aparato digestivo en el Hospital Universitario 12 de Octubre de la Generación X, el cambio sustancial en los más jóvenes, es, como alega Casado, en el equilibrio:
“Yo creo que las generaciones nuevas no es que sean más vagas, sino que yo creo que son mucho más prácticas”, afirma.
La vocación, algo transversal a las generaciones
Un elemento que pone de acuerdo a los profesionales de la
Medicina es la vocación.
Para García-Sesma “el amor por la profesión es algo que no ha cambiado”. Y es que, según explica el cirujano, no considera que hayan cambiado grandes cosas con respecto a lo que vivieron los médicos de su generación cuando empezaron: “Yo creo que las ganas de aprender y de tratar pacientes y de aprender nuevas técnicas no han cambiado. La vocación sigue siendo la misma, lo único es que ahora se trata de hacer el trabajo sin gastar tantas horas a veces para hacer lo mismo,
siendo un poco más directos en conseguir los objetivos”, apunta. A esta perspectiva se suma Casado, pero con un contrapunto: “Creo que desgraciadamente todos
seguimos teniendo la sensación sobre nuestra espalda de que somos los que tenemos que levantar el sistema de salud pública a base de sacrificios personales”. Concreta que piensa que esa capacidad de sacrificio no es negativa, sino vocacional, y que sigue presentes en jóvenes como Peláez, que piensa que
“la dedicación y la pasión por lo que haces es universal”.
La futura especialista considera que los jóvenes en general aportan frescura y otra forma de ver las cosas dentro de los hospitales a los compañeros más mayores: “La combinación de tanto
la sabiduría y la experiencia como el interés por aprender cosas nuevas sí que es algo de lo que nos podemos beneficiar mutuamente”, comenta. En la opinión de García-Sesma, de lo que más aprende de los compañeros jóvenes es de la eficiencia en su trabajo: “Antes nos parecía normal que un médico estuviera desde las ocho de la mañana a las ocho de la tarde en el hospital. Algo que nos han enseñado los médicos jóvenes es que
no supone un beneficio ni para los pacientes, ni para el médico, ni para el hospital”. El cirujano considera que, por su parte, los médicos mayores pueden aportar un “espíritu de sacrificio”: “No se trata de echar más horas que nadie, pero cuando tenemos un paciente que lo está pasando mal y hay que estar con él más tiempo fuera del horario de trabajo,
es una parte muy importante del cuidado que damos los médicos y que tienen que aprender”.
En cuanto a si consideran que la convivencia entre generaciones en los hospitales es buena en términos generales, Casado opina que no depende en sí de la edad de los compañeros: “Hay gente con la que te vas a llevar bien y hay gente con la que puedes tener diferencias pero siempre va a haber un grado de encuentro, un punto medio. Y luego va a haber gente que no, porque
no depende de la edad, depende de la calidad de la persona”, menciona. García-Sesma, por su parte, considera que la convivencia en general es positiva: “Supongo que también dependerá de cada puesto de trabajo. La convivencia en mi hospital entre distintas generaciones es muy buena.
Aunque la jerarquía está clara, en general las relaciones personales son bastante buenas, por lo menos en el medio en el que yo trabajo”. Peláez, por su parte, confiesa que se lleva mejor con
médicos más mayores: “En mi servicio estoy muy cómoda con adjuntos que están más rozando la edad de mis padres que la mía.
Siempre me han respetado, nunca me han tratado como a alguien menor, sino como a una compañera a la que están formando porque es residente y ya está”, concluye.
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