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La labor invisible de Ginecología por la moda del running: "Hay señales"

Una experta analiza los daños asociados de este deporte en el suelo pélvico y en el ciclo menstrual

Raquel Oliva, ginecóloga en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia).


06 dic 2025. 10.00H
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El running en distancias largas como ultramaratones se está asociando en algunos estudios observacionales con alteraciones menstruales y problemas de suelo pélvico, así como con incontinencia urinaria. Aunque la evidencia científica todavía es limitada, Raquel Oliva, ginecóloga en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia), analiza en Redacción Médica por qué el ejercicio de alto impacto y la larga duración puede estar relacionado con la salud ginecológica, pese a que esto no pueda "extrapolarse a todas las mujeres".

La especialista señala que "el suelo pélvico se daña por todos los deportes de impacto, lo que va a incrementar el riesgo de lesiones". Algo que también puede producir "la obesidad, el aumento de peso de un embarazo o el parto en sí mismo" y que es más frecuente en "mujeres mayores de 40 años por el propio envejecimiento de los tejidos".

Suelo pélvico e incontinencia: una asociación vinculada al impacto

Pero, en este caso, el motivo de que el running afecte al suelo pélvico sería el movimiento mecánico de este deporte: "Al correr, lo que se hace es impactar sobre la musculatura del suelo pélvico, y este impacto repetitivo durante muchas horas de entrenamiento, a la vez, te puede influir en la incontinencia urinaria".

En cuanto a los principales síntomas que se pueden notar, explica que, en consulta, "la mujer refiere que se le escapa el pis al toser, al reír o incluso al correr, y cuando son casos más severos, a veces al subir escaleras". Esta es la llamada "incontinencia de esfuerzo", que se produce porque "hay fuerzas que incrementan la presión sobre el suelo pélvico, como esa tos o un estornudo".

También añade que existe otro tipo de incontinencia, "la de urgencia": "Se produce cuando aumentan las ganas de orinar o no da tiempo a llegar al baño", aunque señala que "probablemente la más asociada al running sea la incontinencia de esfuerzo".

Una posible amenorrea hipotalámica


En relación con las alteraciones del ciclo menstrual observadas en el estudio, Oliva explica que otro posible efecto de un deporte "más agresivo" es "la amenorrea hipotalámica". Según detalla, "a nivel central, el cerebro deja de emitir una hormona para estimular la función ovárica, entonces se interrumpe la ovulación y, como consecuencia, la menstruación".

El motivo sería que "el cuerpo interpreta que estamos en una situación de emergencia en la que tener un hijo no sería muy favorable". Esto, asegura, "ocurre también en niñas excesivamente delgadas o con anorexia, porque el cuerpo identifica que no existe suficiente reserva como para buscar un embarazo".

Aunque el estudio no analiza datos hormonales, la ginecóloga considera que "esta puede ser una causa por la que las mujeres pierden la regla". Sin embargo, el principal riesgo no es solo la ausencia de menstruación, sino que "la mujer tenga niveles demasiado bajos de estrógenos y que esto pueda producir un incremento del riesgo de problemas óseos más adelante". En este contexto, matiza que "una mujer que corre tiene a favor el trabajo muscular, que favorece el depósito de calcio en el hueso", aunque advierte que "cuando el estrés es excesivo, esto habría que tenerlo en cuenta".

Prevención y más ensayos clínicos


Por eso, insiste en la prevención: "las mujeres que hacen maratón deberían tener cuidado en trabajar la musculatura del suelo pélvico y rehabilitarla". Entre las estrategias preventivas menciona "los ejercicios de Kegel". Aun así, subraya que "lo ideal es que un fisioterapeuta especialista en suelo pélvico o un médico rehabilitador ayude a reconocer esos músculos y haga un plan de tratamiento". También apunta a opciones más avanzadas como "dispositivos electromagnéticos que provocan contracciones similares a un nivel muy avanzado para tonificar la musculatura y prevenir la incontinencia".

Sin duda, si aparecen síntomas, recomienda consultar a los ginecólogos, que "van a valorar el suelo pélvico con distintas pruebas, objetivar la pérdida de fuerza y determinar qué protocolos de tratamiento tenemos a disposición". La cirugía, aclara, "es siempre la última opción".

Igualmente, Oliva insiste en que el estudio debe interpretarse con cautela. "Es un estudio observacional de 80 mujeres y este tipo de estudios no permiten, desde el punto de vista científico, emitir conclusiones precipitadas ni demostrar del todo una causa-efecto". Así, reconoce que faltan ensayos clínicos "con dos grupos iguales de mujeres, mientras que a unas les haces correr y a otras no, y estudiar los resultados durante un tiempo". 

Por eso, aclara, "no deberíamos extrapolar estos datos a otras poblaciones desde un punto de vista científico". Aun así, considera que el estudio "sí nos permite comentar posibles razones y plantear hipótesis sobre cómo el ejercicio extremo puede influir en la salud". El mensaje final es claro: "no es una conclusión definitiva, es algo que habrá que seguir estudiando". Lejos del alarmismo, la clave está en la prevención, el seguimiento médico y el entrenamiento adaptado. "No se trata de dejar de correr, sino de cuidar el cuerpo y atender las señales", concluye.
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