Con la escalada de medidas restrictivas sucediéndose en un intento de frenar la
segunda ola de la
pandemia en España, ha vuelto a plantearse la necesidad de volver a un
confinamiento total de la ciudadanía. Algunos
gobiernos regionales, como el asturiano, lo han planteado y aunque desde
el Gobierno central han rechazado esa posibilidad son varias las voces que señalan que, tarde o temprano, deberán comenzar a aplicarse.
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Los especialistas médicos que han estado al frente de la pandemia ven esta posibilidad y consideran, con matices, que estamos abocados a ella. “Es necesario restringir lo máximo posible el contacto social”, afirma contundente
Vicente Martín, médico de Familia y vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
Desde varios estamentos se habla de ‘salvar’ la campaña navideña, pero “confinar ahora para volver a juntarnos todos en Navidad como si no hubiera pasado nada sería reincidir en el error”, opina Martín. “Ahora estamos viviendo las consecuencias del verano, la vuelta ha provocado que la segunda ola esté siendo muy fuerte” y, más que ‘salvar’ o no la Navidad, “se trata de evitar el mayor número posible de muertes y de proteger a los más vulnerables”.
En la misma línea se manifiestan desde la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (Semicyuc). Su presidente,
Ricard Ferrer, se ha mostrado de acuerdo en apoyar medidas que busquen el tratar de limitar “lo máximo posible la movilidad”.
Para los intensivistas, el objetivo es conseguir descargar las UCI, siempre “teniendo en cuenta que necesitamos 15 días para ser sus efectos”.
El confinamiento domiciliario por sí solo no sirve
Otros especialistas reconocen la importancia de las restricciones pero se muestran más cautos para predecir las medidas a tomar en un futuro cercano.
Lorenzo Armenteros, portavoz para el Covid-19 de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), considera que “la decisión de un confinamiento total como en marzo es una decisión de mucho calado y que nadie va a querer tomar”, que será además la demostración de “un nuevo fracaso organizativo”.
Y advierte de que este confinamiento duro, sin otras medidas, no va a ser una solución: “reduce la curva, está demostrado, pero
sin otras medidas habrá terceras y cuartas olas”.
Estas medidas son aquellas que se deberían haber tomado antes de esta segunda ola: “rastrear de forma intensa, pruebas con sentido común y cribados masivos donde epidemiológicamente se aconseje, controles en aeropuertos y estaciones, evitar aglomeraciones en el transporte público, refuerzo de Atención Primaria para dedicarse a la atención clínica y la prevención” y un “largo etcétera de peticiones no cumplidas”.
Otra de las especialidades que se ha batido el cobre durante la pandemia, Medicina Interna, no ve tan clara la inevitabilidad del confinamiento duro. “Hay que intentar señalar fórmulas para no llegar a ese confinamiento duro, siempre y cuando el sistema sanitario esté bien”, comenta
Julián Olalla, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Sin embargo, es consciente de que “no hay que esperar a que todo colapse para tomar medidas”, y apunta la necesidad de que estas sean uniformes a nivel nacional y tengan un horizonte “más duradero que el toque de queda”.
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