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Auditoría externa o mandato acotado contra las jefaturas médicas vitalicias

Diferentes especialidades de la sanidad española opinan sobre cómo deben ser las direcciones de sus departamentos

José Polo (Semergen), Francisco José Sáez (SEMG), Julián Pérez-Villacastín (SEC), Guillermo Martín (AEP), Josep Munuera (SERAM) y José Manuel Carrascosa (AEDV).

09 jun 2023. 16.00H
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Las especialidades de Medicina de Familia y Radiología se posicionan al unísono para afirmar que no ven adecuado que las Jefaturas de Servicio, en el caso del hospital, y las Direcciones Médicas, en el caso del centro de salud, tengan que ser vitalicias. Es decir, que los sanitarios de ambas ‘ramas’ de la sanidad española optan por acotar los mandatos de estos responsables, y además, de fiscalizar sus actuaciones en un comité independiente. Una idea no compartida ni en Dermatología ni Pediatría, pero a la que se suma Julián Pérez-Villacastín, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Tal y como señalan en Familia, Radiología y Cardiología, estos mandatos deberían estar acotados a dos o tres legislaturas. Un máximo que sería de 15 años en los Servicios de Radiología, tal y como especifican desde la especialidad. Esta es la idea que esbozan las sociedades científico-médicas de las especialidades, a raíz de las declaraciones que el jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid), José Luis Zamorano, hizo a este diario. En esa conversación, Zamorano afirmó que los puestos de jefe de Servicio no deberían ser vitalicios por la dureza del cargo, entre otras razones.

Desde el primer nivel asistencial señalan la idoneidad de mantener estos mandatos de cuatro años. Los actores de la Atención Primaria, tanto médicos de Familia como pediatras, creen que en ese margen temporal se puede llevar a cabo una línea de actuación adecuada desde la Dirección del propio centro sanitario. “Cuatro años puede ser un periodo correcto, porque el funcionamiento de la Administración para conseguir objetivos siempre es lento”, argumenta José Polo, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Y es que, tal y como detalla Polo, cuatro años dan margen suficiente para poder sentarse con las autoridades sanitarias, pedir los recursos necesarios para llevar a cabo los proyectos pertinentes, recibirlos y poder materializarlos.

Familia señala a un mandato máximo de 8 años, pero prorrogable en algunos casos específicos


En Medicina de Familia, no obstante, opinan que sería adecuado acotar a ocho años el poder de un director médico. Es decir, que pueda mantenerse en el cargo durante dos mandatos máximo, y no como en la actualidad, que en ocasiones el puesto se alarga ‘sine die’. Pero, uno de los problemas existentes en los centros de salud para ello reside en el número de profesionales contratados. Francisco José Sáez, responsable del Grupo de Trabajo de Gestión de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), recalca que para que haya una adecuada transición de Jefaturas, con una dinámica de cambio cada ocho años, primero hay que dotar de profesionales médicos toda la Atención Primaria española, aunque el propio Sáez apostilla que en SEMG, no piensan que limitar los mandatos sea la mejor de las soluciones: “La idea es que cada cuatro años se haga un replanteamiento, pero sin que haya una limitación en cuanto al tiempo que pueda estar uno como director en el centro”.

Una opinión que comparte Guillermo Martín, vicepresidente de Atención Primaria de la Asociación Española de Pediatría (AEP): “Si el director médico funciona y lleva el centro de salud perfectamente, no veo por qué no va a poder seguir en el puesto. Le evalúan, presenta su proyecto para los próximos cuatro años, y si la Dirección cree que es válido, podría mantener su puesto. No habría que tener límite, porque si lo hace mal, le pueden quitar”. “La experiencia es un grado, y a lo largo de la carrera tendrás errores y aciertos que también te ayudarán a aprender. Si hay un recambio muy rápido, quizás no te dé tiempo a ser efectivo en algunas cuestiones”, coincide José Manuel Carrascosa, vicepresidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). “Cada uno tiene que ser capaz de demostrar en cada momento si realmente puede llevar bien un Servicio determinado. Es un cargo de gestión y de responsabilidad, no es un premio”, subraya Carrascosa.


Evaluación independiente tras mandato


A pesar de haber unanimidad en Primaria sobre la duración que debe tener un mandato, las sociedades científico-médicas de Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC) optan por fiscalizar el proceso mediante una auditoría independiente. Así, en MFyC pretenden asegurar y garantizar que el centro de salud ha avanzado acorde a las intenciones iniciales del director médico. Según explica Sáez, para ser director médico de un centro de salud el especialista debe presentar un proyecto para mostrar cómo pretende que avance el centro sanitario bajo su dirección, explicando cuáles son sus propuestas. Al finalizar el periodo de los cuatro años de mandato sería el momento en el que entraría en juego esa comisión. “Conviene hacer una evaluación temporal. No puede estar uno eternamente dirigiendo si no se hace una evaluación. Ese puesto no debe ser vitalicio, debe exigir una fiscalización para llegar a una situación en la que el director médico no se acomode”, añade Polo.

Las sociedades médicas apuestan por evaluar de manera más estricta lo realizado por los jefes de Servicio


“Si se trae una auditoría externa, debería conocer lo que se tiene que evaluar. No estaría mal, pero vale más dinero”, apostilla Martín. Desde la Sociedad Española de Cardiología no ven mal la participación independiente en el proceso valorativo, siempre y cuando se complemente con las opiniones del resto de trabajadores del Servicio y de la propia Gerencia. “Tendría que ser una mezcla de todo”, propone Pérez-Villacastín. El cardiólogo, a su vez, añade que el Sistema Nacional de Salud (SNS) debería fijarse en aquellas instituciones “más rigurosas” y de excelencia, puesto que tienen desarrollados unos sistemas fiscalizadores “muy buenos”. “Habría que copiar y pegar”, subraya.

En la AEDV, por su parte, apuestan por mirar al propio SNS. El vicepresidente de la sociedad médica cree que el propio sistema sanitario debería tener capacidad para evaluar los objetivos e integrar las valoraciones que procedan de los propios integrantes del Servicio. Y es que, otra de sus razones es que las Gerencias de la sanidad española están ya lo suficientemente estratificadas como para añadir a un actor extranjero en el proceso: “Todo eso complica mucho las cosas, las encarece y creo que es poco funcional”.


Mandatos radiológicos de 15 años máximo


La especialidad que más se distancia de estas posiciones es la de Radiología, pues aunque también abogue por limitar los mandatos de las Jefaturas de Servicio, apuesta por aumentar cuatro años más y dejar en un total de 12-15 años el tiempo máximo en el que un radiólogo pueda estar al frente de su Servicio. “Se necesita un período de análisis para poder efectuar cambios. Y ese período no debe ser corto, porque para hacer cambios se necesita tiempo”, argumenta Josep Munuera, responsable Científico de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) y jefe del Servicio de Radiología del Hospital Santa Creu i Sant Pau (Barcelona).

“Sería razonable un periodo entre 12 y 15 años para ser jefe de Servicio. Creo que sería lo más aproximado para demostrar que has podido realizar algunos cambios en el departamento. Más allá de los 15 años es difícil que se pueda modificar o hacer algún cambio significativo”, argumenta Munuera. El radiólogo incide en que hacerse responsables de departamentos como Radiología conlleva un cierto estrés y una carga laboral que “no se puede mantener durante mucho tiempo de forma adecuada”. “Es bueno que exista cambio y renovación”, añade.

¿Qué hay después de una Jefatura de Servicio?: Proyectos en educación e investigación


Además, apunta a que la nueva generación de jefes de Servicio tiene una larga vida laboral por delante. Y esa situación permite que no solo ejerzan como gestores del departamento, sino que a la larga puedan entrar en otros proyectos de desarrollo, educativo o investigador. Un cambio de paradigma, que según Munuera, debe venir de la mano de los próximos jefes de Servicio: “Generacionalmente tendríamos que empezar a plantearnos que los cargos no son unos cargos personales, sino que son encargos realizables en un margen de tiempo necesario y suficiente, sin tener que alargarlo”.


Perfil médico para hacerse con Dirección


La edad es una característica de fricción entre Radiología y el resto de especialidades, ya que en la SERAM creen que el rango etario puede marcar la Jefatura de Servicio: “Es un factor importante a tener en cuenta. No es lo mismo que una persona se incorpore con una edad de 50 años que con una de 60”, afirma Munuera. La razón, según el radiólogo, es que habría que calcular el tiempo que el profesional estaría al frente del departamento: “Tenemos que tener en cuenta cuánto tiempo puede ejercer una persona como jefe de Servicio y con qué edad accede”.

Familia y el resto de especialidades hospitalarias, por su parte, optan por buscar la persona adecuada, más allá de su edad. “Hay que valorar a la gente. Es cuestión de buscar perfiles y currículums”, señala Polo. A su vez, Sáez añade que la edad puede ofrecer una experiencia que un médico joven no tenga: “Una persona de 55 años puede tener conocimientos maravillosos y un perfecto conocimiento el centro de salud, pero puede ser un vago. Y lo mismo con uno de 40, puede tener la capacidad y la fuerza para poner en marcha el centro, pero menos conocimiento. El concepto de la edad varía, no debe ser una limitación. Lo importante son las características de la persona y los planteamientos que haga para mejorar el centro de salud”.

Unas características que en todas las especialidades médicas se basan en la experiencia previa, en la capacidad de gestión y que sean capaces de definir y seguir una hoja de ruta. Todo ello, bajo la supervisión de una evaluación tras la finalización del mandato para fiscalizar la labor realizada. Algunas señalan a un comité independiente externo, sin ‘ataduras’ políticas, mientras que otras apuestan por dar voz a los miembros del Servicio.
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