Sanidad ya cuenta con una
definición oficial de covid persistente tras la conclusión de la primera fase de la investigación que está realizando el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) a través del Consorcio Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER). Una investigación paralela a la Red Española de Investigación en covid persistente (REiCOP), de la que forman parte un total de 57 entidades científicas y profesionales, y desde donde ven la definición como algo genérico y que
dejará a “una gran parte” de los afectados fuera ante el requisito impuesto de demostrar que se contrajo el covid previamente.
En concreto, el estudio liderado por Ferrán Barbé, jefe de Servicio de Neumología del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida y miembro del Ciber, ha definido el
covid persistente como el "
conjunto de síntomas multiorgánicos no atribuibles a otras causas que perduran tras la fase aguda de la infección".
Una definición que para Pilar Rodríguez Ledo, impulsora y miembro del comité científico de REiCOP, va “en la misma línea” con lo que ya estaba definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por el grupo colaborativo impulsado por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). “Tiene puntos generales de afectación multiorgánica que están bien, pero
no aporta nada nuevo sobre lo que ya había. Es el punto de consenso de los expertos consultados y entiendo que este es el punto medio hasta el que se ha llegado”, asegura la facultativa.
Un requisito que podría dejar fuera a muchos afectados
El punto más polémico que ha incluido el estudio es la necesidad de que exista un
diagnóstico previo de la infección, bien con
pruebas de laboratorio o por inclusión en la
historia clínica. Los expertos entienden que así se pueden descartar otros problemas de salud que pueda vincularse la sintomatología, definir posibles problemas previos de salud de las personas afectadas, y diferenciar los daños y secuelas producidas por la infección aguda de los síntomas que pueden atribuirse al covid persistente.
“Todo ello es fundamental para consolidar esta definición de la enfermedad y para
sentar las bases diagnósticas, clínicas y relativas a los cuidados y las posibles consecuencias sociales y laborales del síndrome",detallan los expertos.
Sin embargo, desde REiCOP entienden que esto
puede “dejar fuera mucha a gente”. “Si no tenemos clara la definición ni el reconocimiento, es
muy probable que en las historias clínicas no se recoja como covid persistente. En su lugar se pondrá solo la sintomatología”, alerta la vicepresidenta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la entidad que ha impulsado el grupo colaborativo de covid persistente.
En ese sentido, Ledo recuerda que al principio todavía se hacían, pero en las últimas olas apenas se hacen pruebas diagnósticas y, además, la sintomatología ha sido más banal por lo que sería más difícil de identificar.
“Esto va de espaldas a la realidad que vive la sociedad y el Sistema Sanitario de Salud (SNS)”, reivindica la facultativa.
¿Qué síntomas abarcan el covid persistente?
En cuanto a los
síntomas, según el ISCII, los más frecuentes son:
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Neurocognitivos: pérdida de memoria, dificultad de concentración y confusión).
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Musculoesqueléticos: dolor articular o muscular y limitación en la movilidad).
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Sistémicos: fatiga, debilidad, fiebre y malestar general).
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Neurológicos/neuromusculares: olfato y gusto distorsionados, cefalea y falta de reflejos).
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Psicológicos/psiquiátricos: ansiedad, depresión y alteraciones del sueño).
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Respiratorios/cardiopulmonares: tos, dolor de garganta, disnea y presión en el pecho).
“Los síntomas están ya más que descritos. Los más de 200 síntomas ya se recogían en las primeras definiciones que lanzamos en octubre de 2020 en base al estudio de los 1034 pacientes. Están bien y por eso hablamos de afectación multiorgánica”.
Sin colaboración con las sociedades científicas
El desarrollo del estudio del Carlos III se ha llevado a cabo sin tener en cuenta el trabajo previo desarrollado por las sociedades científicas a pesar de que estas
les han enviado informes y documentos con las evidencias y el conocimiento generado.
“Los nuevos datos deben ser nuevos y debemos
aprovechar los recursos que tenemos para la investigación para
aportar cosas que no teníamos claras. Nos gustaría que la actitud fuera la de sumar. El tiempo que perdemos en averiguar cosas que ya sabemos es el tiempo que un paciente está con la enfermedad. Puede parecer que seis meses es un tiempo pequeño, pero este tiempo sufriendo una enfermedad no es lo mismo”, revindica Ledo.
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