El grupo de investigación CSS-525 de la
Universidad de Córdoba, liderado por el catedrático de Medicina Interna
José López Miranda, ha ideado una forma de predecir el riesgo de padecer
diabetes tipo 2 mediante un complejo
análisis de sangre.
El estudio ha conseguido establecer un sistema que pronostica la posibilidad de desarrollar esta enfermedad a partir de la composición de
ácidos grasos presentes en el plasma sanguíneo, que en gran medida dependen de la ingesta dietética pero también de cómo el
metabolismo de cada persona se modifica.
Huela metabólico-lipídica
El proyecto se engloba en un ensayo clínico denominado 'Cordioprev', que confronta dos modelos de dieta saludable
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Los investigadores han analizado en profundidad más de 500 especies lipídicas en la sangre, una información que, según apunta López Miranda, permite establecer “la huella metabólico-lipídica de cada persona al detalle”.
El objetivo es diseñar
estrategias de intervención directas sobre los pacientes que presenten riesgo de padecer diabetes tipo 2, enfermedad que afecta aproximadamente al 15 por ciento de la población mundial y que, a tenor de los resultados, podría controlarse de forma anticipada estableciendo cambios en la alimentación.
Los resultados, que serán publicados próximamente en una revista científica, se enmarcan dentro del
proyecto de investigación internacional FAME, en el que también participa el grupo GC21 de la Universidad de Córdoba, liderado por Feliciano Priego, y que pretende estudiar la relación entre la composición lipídica del plasma sanguíneo y distintas enfermedades metabólicas.
Biomarcadores a partir de ácidos grasos
El objetivo es establecer biomarcadores a partir de los ácidos grasos presentes en el organismo y estudiar cómo la dieta los modula para determinar el riesgo de padecer ciertos trastornos metabólicos.
El proyecto, a su vez, se engloba dentro de un gran ensayo clínico denominado ‘Cordioprev’, que pretende analizar las
posibilidades de padecer un infarto de miocardio en pacientes que ya han sufrido un primer episodio cardiovascular. Para ello, se están confrontando dos modelos de dieta saludable, la mediterránea y una pobre en grasas y rica en hidratos de carbono complejos, en poblaciones de alto riesgo para comprobar cómo la alimentación puede modular la probabilidad de que se desarrolle un segundo infarto.
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