La estrategia de ‘no hacer’ determinadas prácticas médicas para mejorar los resultados de salud, impulsada por el Ministerio de Sanidad y liderada por los internistas, ha demostrado su validez en los primeros estudios científicos españoles al respecto.
Desde el inicio del Compromiso por la Calidad, nombre del proyecto que encabeza, desde 2013, la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y en el que participan 30 sociedades científicas, se han consolidado como referentes bibliográficos al menos dos estudios a los que ha tenido acceso Redacción Médica, ambos con buenos resultados al dejar de prescribir medicamentos o predecir el riesgo de lesiones antes de realizar pruebas específicas.
El más reciente, publicado en British Journal of General Practice, se corresponde con la ‘no-recomendación’ de dejar de prescribir, a largo plazo, benzodiacepinas o medicamentos hipnóticos ajenos a la familia de éstas, en los pacientes que consultan por insomnio.
Para ver qué sucedía al aplicarla, se dejó de prescribir estos fármacos a enfermos con cuadros de ansiedad, insomnio o incluso depresión durante un periodo de tres años. Y se vio que, en efecto, la mayoría de los pacientes que dejaron de tomar benzodiacepinas a pesar de padecer esos síntomas no empeoró de su enfermedad y, lo que también resulta muy relevante, consiguió permanecer todo ese tiempo sin padecer síndrome de abstinencia.
Por esta razón, los médicos autores del trabajo, Caterina Vicens y Alfonso Leiva (primero y último que figuran cono tales) se reafirman en la conveniencia de la medida, habida cuenta de los efectos adversos que producen las benzodiacepinas cuando se consumen durante muchos años, el principal no poder dejar de tomarlas.
En cuanto al segundo estudio, lleva a la práctica otra de las máximas del listado de ‘no-hacer’, en concreto dejar de solicitar densitometría ósea de forma sistemática en mujeres posmenopáusicas para valorar el riesgo de fractura por osteoporosis “sin realizar antes una valoración de factores de riesgo que lo justifique”.
Prueba de la OMS para evaluar el riesgo de fractura
Publicado en diversas revistas internacionales, incluida la española Medicina Clínica, el trabajo pone a prueba una herramienta para evaluar el riesgo de fractura en la población ideada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que se conoce como FRAX.
Esta prueba reemplaza a la tradicional, que recurre a la medida de la densidad del hueso para predecir el riesgo de ruptura. El FRAX, por el contrario, se basa en diversos factores epidemiológicos como el género, la edad, los tratamientos que se tomen o el país en que se viva, entre otros.
En el estudio de la revista española, el médico Rafael Azagra examina una muestra de 816 mujeres de entre 40 y 90 años de edad a las que se aplicó el método tradicional para evaluar su riesgo de fractura y, acto seguido, se comparó con el método FRAX, ideado para cumplir la ‘no-recomendación’ en cuestión.
Como resultado, el uso de este último mejora la capacidad de predecir si las mujeres españolas van a sufrir este tipo de lesión y lo hace, además, de una forma más coste-efectiva que el modelo tradicional basado en la densidad ósea.
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