Tener sobrepeso o sufrir obesidad incrementa de forma exponencial el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o cáncer. Es la conclusión del estudio ‘Fresco’ (Función de Riesgo Española de acontecimientos Coronarios y Otros), liderado por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y que ha contado con la participación de diferentes grupos de investigación en Cataluña, Mallorca, Zaragoza, Murcia, Navarra, Sevilla y Toledo.
Se analizó el seguimiento durante 10 años de 54.446 personas de siete comunidades autónomas. Entre los resultados, se comprobó que las mujeres obesas tienen un riesgo cinco veces mayor de sufrir una enfermedad cardiovascular, y doce veces mayor de desarrollar un cáncer, que las que tienen peso normal. En el caso de que tengan sobrepeso pero no lleguen a niveles de obesidad, el riesgo es el doble en patologías cardiovasculares, y del cuádruple en oncológicas.
La influencia del peso en la salud masculina se mantiene en una escala inferior. Así, la obesidad multiplica por dos las posibilidades de desarrollar algún tipo de cáncer, pero no influye de forma significativa en el caso de las enfermedades cardiovasculares.
Maria Grau, investigadora en Epidemiología y Genética Cardiovascular del IMIM y una de las autoras del estudio, señala que ha quedado patente que “cualquier incremento del índice de masa corporal por encima de los niveles recomendados supone un incremento proporcional del riesgo de acontecimientos adversos para la salud”.
Epidemia de obesidad
De las más de 54.000 personas que participaron en el estudio, hombres y mujeres de entre 35 y 79 años, más de 25.000 tenían sobrepeso y 15.000 tenían obesidad. Por tanto, solo el 26 por ciento estaba dentro de un peso considerado normal (por debajo de 25 puntos del índice de masa corporal, IMC).
Los investigadores consideran que los resultados del estudio son muy preocupantes. Jaume Marrugat, investigador principal y director del Programa de Epidemiología y Salud Pública del IMIM, destaca que hay que “buscar estrategias para el desarrollo de actividades de promoción de una dieta saludable, la realización de actividad físíca, el cribado de enfermedades y establecer políticas de prevención que afecten al conjunto de la población, para ayudar a disminuir la prevalencia de la obesidad”. Las mejoras en los factores de riesgo cardiovascular logradas en los últimos 20 años “quedan dramáticamente neutralizadas por la epidemia de la obesidad”.
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