La tasa del 20 por ciento sobre el precio de mercado que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) en las bebidas azucaradas goza del beneplácito de los médicos internistas. La repercusión de este alimento en el metabolismo se relaciona con enfermedades sistémicas muy habituales en la consulta de esta clase de especialistas.
Así lo ha ratificado a Redacción Médica el coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Javier Ena, durante la IX Reunión de Diabetes y Obesidad que él mismo coordina y que se celebra esta semana en Torremolinos (Málaga).
“Son sustancias de muy rápida absorción en plasma que se correlacionan con afectación de la pared de los vasos a largo plazo”, explica.
“Incluso las bebidas ‘light’, es decir, sin gran cantidad de azúcar, contienen edulcorantes artificiales que afectan al Sistema Nervioso Central (SNC) y que inducen a consumir la llamada comida ‘basura’ como la pizza o la hamburguesa”, ha denunciado.
“Está probado que tales bebidas azucaradas producen un bienestar similar al de una droga en el cerebro (sensación de recompensa) y combinadas con esa clase de comida da pie a una dieta que no sacia y que lleva a comer más cantidad cada vez”, explica.
La diabetes mellitus tipo II, examinada con detalle en el foro, encuentra su causa, entre otros factores, en la obesidad y el sobrepeso. De ahí la pertinencia de respaldar medidas como la propuesta por la OMS por parte de los internistas, según ha razonado Ena, pues la enfermedad es de una gran prevalencia en las sociedades occidentales precisamente en asociación al estilo de vida que impera en ellas, y ésa es una forma útil de combatirlo.
“La relación entre obesidad y diabetes está probada desde el punto de vista bioquímico, ya que se sabe que, con la ganancia de peso, aumenta la concentración plasmática de insulina y se hace más probable el fracaso de su producción en el páncreas”, concluye.
Dieta, ejercicio físico y dejar de fumar, tríada “imprescindible”
Diversos especialistas han dado a conocer tres hábitos de vida “imprescindibles” –según ha puntualizado el propio Ena– para el control de la diabetes tipo II: dieta, ejercicio físico y abandono del tabaco.
De la dieta ha habido consenso en el foro para aseverar que, en realidad, no existe una específica para la persona con diabetes. Pero sí se sabe qué le conviene y qué no.
“Debe evitar los alimentos con alto índice glucémico, que son los carbohidratos de absorción de rápida como la repostería en general o las propias bebidas azucaradas”, ha señalado Ena. En cambio –ha recomendado – son saludables los que contienen ingredientes de bajo nivel glucémico “como las legumbres, verduras, frutas, cereales integrales, pasta y arroz integral”.
En cuanto al ejercicio físico, la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) constituye la referencia citada por los internistas en la reunión. “Se aconsejan 250 minutos semanales de ejercicio de moderada intensidad, aunque se ha probado que basta con 150 minutos para obtener beneficio clínico”, revela Ena, que no obstante aclara que se trata de recomendaciones para cualquier persona y no solo para quienes padecen diabetes, aunque en este caso su práctica resulta ineludible si se quiere evitar la descompensación del cuadro.
“La fórmula que decimos a los enfermos consiste en calcular su frecuencia cardiaca máxima y no rebasar ese valor durante la sesión de ejercicio físico; para calcularlo, se debe restar 220 de la edad, en el caso del varón, y 210 en el caso de la mujer, y multiplicar ese resultado por 0,8”, ha desvelado.
El tabaco es un factor de riesgo reversible ante la diabetes
Por último, Ena se ha referido al abandono del tabaco como condición esencial en el enfermo con diabetes. “Sabemos que fumar potencia el efecto lesivo de la diabetes sobre los vasos”, ha dicho Ena.
Por su parte, Victoria Valls, del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital General Universitario de Eda (Alicante), ha dado a conocer las diferentes opciones médicas para ayudar al paciente a dejar el tabaco, entre otras las de índole farmacológica (vareniclina o bupropión, entre otros) pero también la “motivación” de los enfermos por medio de estrategias cognitivo-conductuales.
Preguntada por un colega, ha desaconsejado el cigarrillo electrónico como método válido para dejar de fumar a partir de su experiencia clínica.
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