Recientemente, en el Parlamento europeo se presentó una iniciativa que busca llevar a la práctica en cada país miembro los efectos ligados a la consecución de que la obesidad se haya declarado el año pasado como
una enfermedad crónica no trasmisible (ENT). Una iniciativa que busca abrir el camino hacia la consecución de una reivindicación médica que Medicina Interna ha llevado a cabo con asiduidad en los últimos tiempos y que, según los expertos, daría paso a un cambio en el abordamiento de la enfermedad que abarcaría la
formación de los profesionales sanitarios, la creación de unidades especializadas, la financiación de fármacos y la concienciación de pacientes y médicos.
“Que sea ENT es un paso importante para los profesionales de salud, los pacientes y la Administración. Significa dar el
reconocimiento de enfermedad a la obesidad y
no entenderla como un problema donde el enfermo es el culpable. Aunque lo importante de declararla ENT es todo lo que viene detrás y que supondría empezar a ponerle solución a esta pandemia. A nivel de país debemos implantar un
plan de obesidad, que debe contar con la opinión de todas las sociedades científicas implicadas”, asegura Pablo Pérez Martínez, director científico del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic) y miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Un reconocimiento que para Juana Carretero, vicepresidenta de la SEMI, se debe traducir en la
creación de una unidad multidisciplinar especializada en todas las áreas de salud. “Se ofrecería una
atención por igual a todas las personas que tienen obesidad, independientemente de si es un hospital grande o pequeño y donde vivan. Ahora mismo, para tener acceso a una atención especializada, el paciente tiene que tener una obesidad mórbida y estar inmerso en un
programa de cirugía bariátrica o tener algún tipo de comorbilidad que obligue a derivar al paciente si la consulta especializada existe”, reivindica la internista, que es responsable de una consulta de obesidad en el hospital de Badajoz.
Una detección activa de la obesidad
Para el internista cordobés, es “importante” haberla reconocido como enfermedad crónica no transmisible, pero
“insuficiente” si ahora no se cuenta con las sociedades científicas para lograr bajar las iniciativas al terreno asistencial. “La declaración de ENT tiene que ir acompañada de un
programa de educación a los profesionales muy fuerte. Nos va a costar una década que cuando el paciente se siente delante del médico este venga por obesidad y no por cualquier patología, la cual se da por tener una obesidad de base”, asegura Pérez Martínez.
Una asistencia clínica donde Interna va a llevar el mayor peso: “El internista va a tener un papel fundamental, el
60 o 70 por ciento de pacientes que tratamos tienen obesidad. Son personas que tienen más de 60 años y, además, tienen otras enfermedades crónicas no transmisibles”.
En el mismo sentido se muestra Carretero: “Interna debe jugar el papel de
detección activa de obesidad de riesgo en pacientes que presentan otras comorbilidades. Si lo podemos tratar iniciando una terapia educacional genial y si no debemos derivarlo a estas unidades especializadas. Nuestro papel junto a Familia es fundamental porque somos los que más pacientes vemos con patologías donde puede influir la obesidad”.
Contra la estigmatización médica de la obesidad
Pérez Martínez tiene claro que uno de los problemas de la obesidad es su falta de reconocimiento y declararla como ENT pone el foco sobre ella.
“La obesidad está estigmatizada, se le echa la culpa al paciente por estar obeso. Al declararla como una ENT va a permitir que médicos y pacientes la entiendan como un problema real de salud, algo que ahora mismo no se visualiza pese a las campañas de sensibilización. Un reconocimiento oficial, incluso repercutiría en la
concienciación médica desde los planes formativos para educar al médico de una manera correcta para abordar esta patología”, reivindica.
"Hay que acostumbrarse a pesar y tallar a todos los pacientes con comorbilidades"
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Para Carretero la clave sería cambiar las características de la obesidad en las que se fija el médico. “Quizá si no habláramos de obesidad con todas esas connotaciones negativas que señalan al paciente como vago o babilón. Si habláramos de
diferentes tipos de obesidad o de adiposidad, es decir, cómo influye la grasa que tiene el paciente en la patología que tiene. A lo mejor hay pacientes que tienen una obesidad grado uno con un perímetro abdominal claramente obeso que pasa delante de ti y no lo ves. Hay que
acostumbrarse a pesar y tallar a todos los pacientes que vienen con hipertensión, EPOC, fibrilación auricular…”, asegura la vicepresidenta de SEMI.
Asignación de fondos y financiación de medicamentos
Otra cuestión es que llegarían fondos dedicados a la investigación y a financiación de tratamientos
. “En el futuro van a venir buenos tratamientos”, augura Pérez Martínez, quien cree que el problema es que si aplicamos las indicaciones actuales de los tratamientos y decidimos financiarlos, al haber una prevalencia tan alta, coparía todo el presupuesto sanitario.
“Hay que llegar a acuerdos con todas las partes implicadas para decidir las
indicaciones razonables que debería financiar el SNS, es una cuestión de recursos. Se podría dar en casos más graves, seleccionando muy bien a los pacientes a través de comisiones multidisciplinares que lo valoren”.
"Es más barato para el SNS prevenir la obesidad que asumir sus comorbilidades asociadas"
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Unas indicaciones, que para Carretero pasan por centrar el foco en los pacientes de más alto riesgo. “Darle medicación a todos los pacientes sería acabar con el SNS, sería insostenible. Además, la base del tratamiento, dieta y ejercicio, pasaría desapercibida porque los fármacos que hay son muy potentes y los que están por venir lo van a ser más. Por eso, hay que
identificar los pacientes con más riesgo, que son los que se van a beneficiar de ese tratamiento”.
La prevención, principal foco de actuación contra la obesidad
Esta financiación podría llegar a no ejecutarse si se lograra prevenir la obesidad.
“Es más barato para el SNS prevenir la obesidad que asumir sus comorbilidades asociadas. Un buen plan de obesidad a medio plazo ahorraría recursos”, detalla Pérez Martínez.
Un ahorro que respalda también la vicepresidenta de la SEMI, quien fija cómo convendría invertir los recursos que llegarían si se declarase la obesidad como ENT. “Se deberían gastar en
prevención un
70 por ciento, fortaleciendo la enfermería en Atención Primaria y la educación en salud. Otro
30 por ciento iría destinado a
unidades especializadas que den una atención más personalizada. Más allá de los fármacos, ya solo por poder ver al paciente cada mes, este pierde más peso porque se compromete para que no se le saque del programa. Y para esto se necesitan recursos de personal y tecnología”, reivindica.
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