Una nueva investigación de cohorte retrospectiva basada en datos del Registro
SEMI-Covid-19 de la Sociedad Española de Medicina Interna (
SEMI) ha determinado que pueden establecerse
tres niveles distintos de riesgo (bajo, medio y alto) en Covid-19, en función de distintos
parámetros inflamatorios en el momento del
ingreso hospitalario del paciente por infección por SARS-CoV-2.
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Los
hallazgos de esta nueva investigación han sido publicados en un reciente artículo en el
Journal of Clinical Medicine (JCM) que lleva por título 'Risk categories in Covid-19 based on degrees of inflammation: data on more than 17,000 patients from the Spanish SEMI-Covid-19 Registry'.
En el estudio se han analizado un total de
17.122 pacientes con infección confirmada por Covid-19 y las categorías de riesgo se han determinado teniendo en cuenta los terciles del recuento de
linfocitos y de los valores de proteína C reactiva, lactato deshidrogenasa, ferritina y dímero D tomados en el momento del ingreso hospitalario de los pacientes.
La
categoría de bajo riesgo se definió cuando todos los parámetros se hallaban en el primer tercil, la de
alto riesgo cuando alguno de los parámetros se encontraba en el tercer tercil, y la de
riesgo intermedio cuando no se cumplieron las condiciones de riesgo bajo o alto.
Manuel Rubio-Rivas, primer firmante del artículo y quien lideró la investigación desde la Unidad de Enfermedades Autoinmunes de Medicina Interna del Hospital Universitario de Bellvitge, ha indicado que “creemos que la utilidad de esta estrategia de estratificación del riesgo radica en que no solo es
pronóstica sino que puede servir como
generador de hipótesis sobre qué
régimen farmacológico puede ser mejor según el grado de
respuesta inflamatoria”.
"Esta estrategia de estratificación del riesgo radica en que no solo es pronóstica sino que puede servir como generador de hipótesis sobre qué régimen farmacológico"
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Xavier Corbella, co-primer firmante y jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital de Bellvitge, ha añadido que “la identificación temprana y el manejo clínico apropiado del estado inflamatorio basado en esta estrategia de estratificación del riesgo es
crucial para mejorar el pronóstico de los pacientes con Covid-19 que requieren hospitalización”
Complicación clínica durante el ingreso
Según han recordado los investigadores, desde el comienzo de la pandemia, “la inflamación ha sido sinónimo de
complicaciones clínicas durante el ingreso y, en última instancia, ha aumentado la
probabilidad de muerte”. Este estudio “no solo confirma esta observación, sino que también define tres grupos pronósticos claramente diferenciados, tanto en términos de
uso de recursos (necesidad de cánula nasal de alto flujo, ventilación mecánica no invasiva o ventilación mecánica invasiva) como en términos de
ingreso en UCI o muerte intrahospitalaria”.
Rubio-Rivas ha señalado que "los hallazgos de inflamación analítica preceden al
deterioro respiratorio. Basar la estrategia terapéutica en el estado respiratorio del paciente es un error y no sacar partido de esa información analítica de la que disponemos unos días antes de ese deterioro se
traduce en un aumento de mortalidad. Hay muchos pacientes ingresados con
criterios analíticos inflamatorios que traducen una mortalidad de hasta un
20 por ciento y no están bajo ningún
tratamiento inmunosupresor/antiinflamatorio porque su estado respiratorio todavía es correcto. Hay que ir por delante de la enfermedad y no por detrás".
"La inflamación ha sido sinónimo de complicaciones clínicas durante el ingreso y, en última instancia, ha aumentado la probabilidad de muerte"
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La categoría de alto riesgo presenta características
sociodemográficas y de comorbilidad ya reconocidas como factores de mal pronóstico. Hasta la fecha no hay una respuesta definitiva sobre por qué los pacientes de edad avanzada, especialmente los hombres y aquellos con ciertas comorbilidades, se inflaman más, pero lo que está claro, reiteran los investigadores, es que “la respuesta inflamatoria de estos pacientes es ciertamente mayor”, han argumentado los expertos.
Con base en las cifras de los resultados por categoría, se debe “considerar cuidadosamente la necesidad de mantener el
ingreso hospitalario de los pacientes en la categoría de bajo riesgo”.
Seguimiento ambulatorio
Los investigadores han argumentado que “un
seguimiento ambulatorio estrecho sería más apropiado para estos pacientes. Aunque los resultados en todos los desenlaces son peores para la categoría de riesgo intermedio con respecto a la categoría de bajo riesgo, los cambios más sustanciales ocurren en la categoría de alto riesgo”.
Los pacientes del grupo de alto riesgo
eran mayores (57,9 es la media de edad en el grupo de bajo riesgo vs. 64,2 en el de riesgo intermedio vs. 70,4 años en el de riesgo alto) y predominantemente
varones (37,5 por ciento frente a 46,9 por ciento y a 60,1 por ciento).
Medición de la muestra según patología
Tuvieron un mayor grado de dependencia en las
tareas diarias antes del ingreso (dependencia moderada-severa en 10,8 por ciento frente a 14,1 por ciento y a 17 por ciento);
hipertensión arterial (36,9 por ciento vs 45,2 por ciento vs 52,8 por ciento);
dislipidemia (28,4 por ciento frente a 37 por ciento y a 40,6 por ciento);
diabetes mellitus (11,9 por ciento frente a 17,1 por ciento y a 20,5 por ciento);
cardiopatía isquémica (3,7 por ciento frente a 6,5 por ciento y a 8,4 por ciento);
insuficiencia cardíaca (3,4 por ciento frente a 5,2 por ciento y a 7,6 por ciento);
enfermedad hepática (1,1 por ciento frente a 3 por ciento y a 3,9 por ciento);
insuficiencia renal crónica (2,3 por ciento frente a 3,6 por ciento y al 6,7 por ciento);
cáncer (6,5 por ciento frente a 7,2 por ciento y a 11,1 por ciento); y
EPOC (5,7 por ciento frente a 5,4 por ciento y a 7,1 por ciento).
Además, los pacientes del
grupo de alto riesgo presentaban con mayor frecuencia
fiebre, disnea, y vómitos. También requirieron con mayor frecuencia
cánula nasal de alto flujo (3,1 por ciento vs. 4,4 por ciento vs. 9,7 por ciento);
ventilación mecánica no invasiva (0,9 por ciento frente a 3 por ciento frente a 6,3 por ciento);
ventilación mecánica invasiva (0,6 por ciento frente a 2,7 por ciento frente a 8,7 por ciento);
ingreso en UCI (0,9 por ciento frente a 3,6 por ciento y a 10,6 por ciento); y tuvieron un
mayor porcentaje de mortalidad intrahospitalaria (2,3 por ciento vs. 6,2 por ciento vs. 23,9 por ciento).
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