La evolución de la lipidología clínica ha centrado el debate de uno de los últimos coloquios del Congreso de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA).
Lluís Masana, catedrático de Medicina de la Universidad Rovira i Virgili y especialista en metabolismo, ha sido el encargado de moderar una mesa redonda donde distintos profesionales han reflexionado sobre qué ocurrirá en este campo en los próximos años.
El internista ha concluido que la
metabolómica es el futuro inmediato que plantea cuestiones que antes no se conocían. Estas nuevas preguntas necesitan una respuesta médica que pasa por la creación de nuevos fármacos que permitan abordar nuevas alteraciones conocidas, pero también por el desarrollo de la
modificación de genes o la vacunación contra los elementos causantes de las enfermedades.
Lluís Masana, catedrático de Medicina en la Universidad Rovira i Virgili.
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Masana ha explicado que la
metabolómica es el análisis de los metabolitos que pueden encontrarse en el tejido que se analiza. En el caso de estudiar el plasma, es posible determinar la
cantidad de moléculas que surgen de las actividades metabólicas, desde la glucosa hasta lípidos más complejos. “El 75 por ciento de las moléculas en plasma es lípido. Por eso tenemos que estar muy implicados en estas nuevas técnicas”, ha detallado en el
Congreso SEA 2023.
Lluís Masana, internista en la Unidad de Lípidos y Riesgo Vascular en el Hospital Universitario Sant Joan de Reus en Tarragona.
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José María Mato, director general del Centro de Investigación Cooperativa en Biociencias (CIC bioGune) y del Centro de Investigación Cooperativa de Biomateriales (bioMagune), se ha detenido en cómo las
ciencias ómicas van a cambiar la práctica de la Medicina general. En 2050, el 17 por ciento de la población tendrá más de 65 años; en países como España, este grupo de edad supondrá un tercio de la sociedad. El problema es que existe una brecha entre los años que las personas viven, es decir, la esperanza de vida, y la cantidad de tiempo que se mantienen saludables, que puede ser de más de una década. “Para acortarla necesitamos datos ómicos (genómicos, lipidómicos y metabolómicos) de aquellos que están envejeciendo y que no tenemos. Esta información hay que relacionarla con los estilos de vida y las historias clínicas. Es decir, anticiparse a que aparezcan los problemas”, ha aclarado.
Mato, que fue presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) entre 1992 y 1996, ha recordado que desde hace una década se comenzó a recoger datos de la ciudadanía de País Vasco y se vio que existe una relación “más o menos lineal” entre los cambios en el metabolismo y la edad. “A partir de los 65 o los 70 años es como si se deshilachara una cuerda. Lo que hay que hacer es
tener mucha información y tratar de interpretar lo que está pasando”, ha concretado. La hipótesis que maneja es que la fragilidad del propio cuerpo se hace mucho más marcada con la edad. “Es el problema más importante al que nos enfrentamos y conseguir esta documentación lleva su tiempo”, ha ultimado.
José María Mato, director general del Centro de Investigación Cooperativa en Biociéncias (CIC bioGUNE) y del Centro de Investigación Cooperativa en Biomateriales (CIC bioMAGUNE).
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El futuro de la técnica y la terapia
“Con la metabolómica estamos viendo cosas que antes no veíamos y sabemos que algunas de ellas son las responsables de enfermedades. Esto conlleva que se necesite una respuesta médica a través del desarrollo de
nuevos medicamentos que permitan abordar estas alteraciones que antes no detectábamos y ahora sí”, ha afirmado Masana.
Las nuevas respuestas han sido explicadas por
Fernando Civeira, facultativo del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza). “La Medicina que hemos practicado ha cambiado ya. Las nuevas formas no tienen nada que ver con las pequeñas moléculas que hemos ido utilizando en el pasado”, ha resumido.
Fernando Civeira, internista en la Unidad clínica y de investigación en lípidos en el Hospital Universitario Miguel Servet en Zaragoza.
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Estos cambios han provocado que el tratamiento farmacológico se simplifique. De la administración de múltiples fármacos varias veces al día, se ha pasado a una
medicina oral diaria y a inyectables. “La evolución es muy positiva, vamos a ir en esa dirección”. Masana ha añadido que en cuanto a los lípidos del metabolismo se ha avanzado mucho y se ha pasado de tomar una pastilla que lleva una molécula pequeña a utilizar anticuerpos. “Estamos consiguiendo utilizar sustancias que inhiben la formación de proteínas mediante el paso previo a dicha proteína, que es la formación del
RNA”, ha detallado.
Las nuevas técnicas también se reflejan en la
modificación génica. En el último congreso de la Sociedad Europea de Arteriosclerosis, se comentaron casos de edición génica en humanos, en los que se eliminaba la expresión de determinados genes “para toda la vida”, según ha recordado Civeira. “Hay datos muy sólidos inhibiendo la proteína de LPA, por lo que los pacientes dejan de tener LDA. No necesitan ninguna medicamento más, con una intervención a lo largo de la vida es suficiente”, ha confirmado.
“En esta conferencia, llamada ‘
Lipidología Clínica: riesgo cardiovascular y más allá ‘Quo vadis?’, se ha hablado de que en el futuro vamos a tener la capacidad de
modificar el gen que moleste a largo plazo o incluso vacunarnos contra el colesterol o contra otros elementos que sabemos que causan enfermedades”, ha recapitulado Masana.
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