La
recesión económica vivida en
Estados Unidos entre 2008 y 2010 se ha asociado con un aumento de
factores de riesgo cardiovascular, incluidos el incremento de la
presión arterial y los niveles de
glucosa, según un nuevo estudio dirigido por la Universidad de California Los Angeles (UCLA).
Las conexiones fueron especialmente pronunciadas entre los
propietarios de viviendas mayores y las personas que todavía están en el
mercado laboral, dos grupos que pueden haber sido especialmente vulnerables al estrés provocado por la
crisis.
Prácticamente todos los estadounidenses se vieron afectados directa o indirectamente por esta Gran Recesión, la crisis económica más importante desde la
Gran Depresión de la década de 1930. Algunos perdieron sus empleos; otros, sus casas o ahorros. Estudios previos han arrojado
datos contradictorios sobre el impacto en la salud de la crisis, algunos de los cuales informaron de efectos negativos, pero otros de beneficios.
Hasta ahora, los estudios habían arrojado datos contradictorios sobre el impacto en la salud de la recesión económica
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No obstante, ningún trabajo ha analizado las medidas de salud en
múltiples puntos de tiempo previos a la recesión o ha utilizado conocidos biomarcadores de la salud general, como la presión arterial y la glucosa, para analizar la cuestión objetivamente, según los autores de esta nueva investigación.
El equipo ha analizado los datos del Estudio Multiétnico de Aterosclerosis (‘MESA’, por sus siglas en inglés) durante el periodo de 2002 a 2012. Desde el principio, se evaluó la presión arterial la fecha de glucosa para los
4.600 participantes, de 45 a 84 años de edad, en múltiples ocasiones previas a la Gran Recesión y una vez inmediatamente después de que la crisis terminara.
Aumento de la presión arterial y la glucosa
Los investigadores calcularon los cambios en la presión arterial y la glucosa que se habría esperado que ocurrieran naturalmente con la edad si no se hubiera producido la crisis, y compararon esa información con los cambios que se observaron realmente al final de la recesión. Los dos resultados, que son particularmente valiosos ya que cambian rápidamente en respuesta al estrés, proporcionan una
instantánea más precisa de cómo la crisis puede haber afectado a la salud pública.
Los resultados sugieren que no solo aumentaron la presión arterial y la glucosa durante la recesión, sino que
los cambios fueron particularmente pronunciados en las personas que aún están en el mercado laboral (menores de 65 años), y los propietarios mayores (de más de 65 años). Los investigadores señalan que ambos grupos podrían ser
especialmente vulnerables a las consecuencias psicológicas de las recesiones económicas, ya que podrían estar en riesgo de perder trabajos y viviendas, respectivamente.
Los resultados, publicados en el
Proceedings of the National Academy of Sciences, proporcionan una fuerte evidencia de que
las crisis económicas pueden tener efectos medibles en la salud pública. Comprender estas conexiones en mayor detalle puede ayudar a los proveedores de servicios de salud y a los responsables de la formulación de políticas a prepararse mejor para esta realidad en el futuro.
El próximo paso del equipo es observar puntos de tiempo adicionales después de la gran recesión, y tener en cuenta otros marcadores de salud, como la inflamación y la resistencia a la insulina. También intentarán determinar si hubo diferencias regionales para los efectos de la crisis en la salud pública.
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